Cuando los países de toda Europa dijeron a sus residentes que crearan una “burbuja” para limitar sus contactos sociales durante la pandemia de COVID-19, probablemente no era esto lo que tenían en mente.
Alain Verschueren, artista y trabajador social belga, se pasea por Bruselas con un “oasis portátil”: un mini-invernadero de plexiglás que se coloca sobre los hombros y lo envuelve en una burbuja de aire purificado por las plantas aromáticas de su interior.
Verschueren, de 61 años, desarrolló la idea hace 15 años, inspirado por los exuberantes oasis de Túnez, donde había trabajado anteriormente. En una ciudad en la que es obligatorio cubrirse la cara para frenar la propagación de la COVID-19, su invento ha cobrado nueva vida.
“Se trataba de crear una burbuja en la que pudiera encerrarme, para aislarme de un mundo que me parecía demasiado aburrido, demasiado ruidoso o maloliente”, explica Verschueren, que añade que tiene asma y que respirar dentro de su artilugio le resulta más cómodo que llevar una mascarilla.
“Con el tiempo, me di cuenta de que la gente se acercaba a mí y me hablaba. Este aislamiento se convirtió en una forma de conectar”, dijo.
Los viandantes en Bruselas se mostraban entre divertidos y confusos al encuentro con el hombre, que caminaba ante unas tiendas en su mayoría cerradas por la pandemia de COVID-19 envuelto en una pequeña mata de plantas de tomillo, romero y lavanda.
“¿Es un invernadero? ¿Es para las abejas? ¿Es para las plantas? No lo sabemos, pero es una buena idea”, dijo a Reuters Charlie Elkiess, un joyero jubilado.
Verschueren dijo que esperaba animar a la gente a cuidar mejor del medio ambiente, para reducir la necesidad de protegerse de la contaminación atmosférica y acústica.
Con información de Reuters
🇧🇪🪴 "Mi propia burbuja mientras estoy en el mundo": artista belga lleva un mini invernadero en la cabeza pic.twitter.com/1CN5APxeRN
— Reuters Latam (@ReutersLatam) April 20, 2021