En un gesto sin precedentes y sin esperar a los resultados de las elecciones presidenciales en varios estados, Donald Trump dijo en la madrugada del miércoles que los demócratas estaban cometiendo “un fraude contra el pueblo americano” y declaró prematuramente su victoria, al tiempo que amenazó con paralizar el conteo de los votos restantes.
“Francamente, nosotros ganamos esta elección. En lo que me concierne, ya ganamos”, dijo a seguidores reunidos en la Casa Blanca cerca de las 2:30 a.m. El presidente dijo que estaba ganando o ya había había ganado en una serie de estados y agregó que pediría a la Corte Suprema que detuviera el conteo del resto de los votos.
“Esto es un gran fraude”, repitió.
En breves comentarios, el vicepresidente Mike Pence retomó un mensaje más tradicional y aseguró que los votos seguían contándose y que él creía que Trump estaba “en el camino a la victoria”.
Miembros del Comité Nacional Republicano y de la campaña de Trump dijeron a McClatchy que están movilizando a una enorme red de abogados para presentar demandas en varios estados clave, cuestionando los resultados y el conteo de los votos más allá del 3 de noviembre.
En Pennsylvania, por ejemplo, quedan cerca de 1.5 millones de boletas por contar. Y Nevada no dará a conocer nuevos resultados hasta el jueves.
En las últimas semanas, el presidente Trump sembró dudas sobre la validez de la votación por correo y evadió responder si aceptaría los resultados de las elecciones, lo que abre una puerta a posibles conflictos y mayor inestabilidad en el país.
A medianoche, Trump ya había escrito en Twitter— sin presentar pruebas— que los demócratas “están tratando de ROBARSE las elecciones. Nunca los dejaremos hacerlo. ¡No se pueden emitir votos después de que se cierran las urnas!” Twitter rápidamente calificó de “engañoso”parte del mensaje.
Las declaraciones del presidente agregan más tensión a unas elecciones muy cerradas, en las que horas después del cierre de los centros de votación el martes por la noche los estadounidenses siguen en vilo el conteo de las boletas.
El miércoles aún se desconocían los resultados en varios estados pero las perspectivas para el ex vicepresidente Joe Biden habían mejorado. Cuando apenas quedaban unos 300 votos por contar, de acuerdo con una funcionaria de elecciones de Wisconsin, Biden tenía una ventaja de cerca de 20,000 en ese estado. La campaña de Trump dijo que pediría un recuento de los votos.
Las elecciones penden ahora de unos pocos estados que no han terminado su conteo: Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Nevada y Georgia. Arizona aún no ha terminado de contar pero AP decretó ganador a Biden. Trump lleva ventaja en otros estados clave como Georgia y Carolina del Norte.
El martes por la noche, Trump ganó la Florida, uno de los estados clave que necesitaba para mantener sus esperanzas de reelección, con una cómoda ventaja, en parte gracias a su desempeño en Miami-Dade. El cortejo de la campaña de Trump a los electores hispanos, y en particular los cubanoamericanos en ese condado, podría resultar decisivo en decidir al ganador. Los resultados preliminares sugieren que el presidente logró mejorar significativamente su desempeño entre los hispanos en Miami en relación con 2016.
La victoria de Trump en la Florida aumentó considerablemente sus oportunidades de reelección. Biden puede ganar sin ese estado pero la derrota implica que habrá que esperar al conteo de todos los votos para saber quién ocupará la Casa Blanca. El candidato demócrata se apuntó victorias en Minnesota y Nueva Hampshire mientras Trump aseguró importantes triunfos en Iowa, Ohio y Texas.
Nada está decidido y es muy probable que los resultados finales puedan demorar varios días debido al aumento del voto por correo, las distintas regulaciones por las que se rigen los estados y la prórroga para la recepción de boletas de voto en ausencia en Pennsylvania y Carolina del Norte, aprobada por la Corte Suprema. El voto en ausencia del personal militar podría llegar días o semanas después del 3 de noviembre.
En algunos de estos estados por definir, la diferencia de votos podría ser tan pequeña como para que uno u otro candidato solicite un nuevo conteo, lo que podría arrastrar a los estadounidenses a otro drama como el que se vivió en la Florida en las elecciones de 2000.
Pasada la medianoche, Biden hizo una breve escala en Wilmington, Delaware, para pedir paciencia a los votantes y recordar que los resultados finales podrían demorar.
“Estoy aquí para decirles que esta noche creemos que estamos en camino de ganar estas elecciones”, dijo Biden, quien agregó que tenía confianza en ganar Wisconsin, Michigan y Pennsylvania.
En un tuit, Biden repitió que “No es mi lugar ni el lugar de Donald Trump declarar al ganador de esta elección. Eso corresponde a los electores”.
ELECCIONES EN TIEMPOS DE COVID
Las elecciones presidenciales del 2020 han sido únicas, y no solo por haberse realizado en medio de una pandemia que ha conmocionado al país.
Por una parte está Trump, un presidente que sobrevivió, contra todo pronóstico, a un juicio político y a múltiples escándalos sobre su vida sexual y sus finanzas. Sus políticas han generado controversia, pero sobre todo han cambiado el rostro del país en temas como el medio ambiente, la política exterior, la inmigración y la Corte Suprema. Expertos y analistas políticos creen que sus críticas a enemigos políticos y medios de comunicación, su retórica divisiva y su manejo de la pandemia podrían costarle la reelección.
Su base asegura que lo apoya pese a todo.
“Amamos al presidente Trump. Estamos muy agradecidos por lo que ha hecho por las pequeñas empresas”. dijo Marcela León, de 64 años, vecina de Weston y nacida en Colombia, que se identificó como “pro-vida” durante un evento de campaña el lunes con la nuera del presidente, Lara Trump.
“Creo que le ha ido bien [en la respuesta al coronavirus]. Nadie sabía nada y empezó de cero,” dijo León. “Nadie puede curar este virus. Es una pena que la gente haya muerto, pero nosotros hemos hecho todo lo posible “.
Pero el presidente necesita una coalición más amplia de electores para volver a sorprender al país, como hizo con su inesperada victoria frente a Hillary Clinton en 2016.
Del otro lado, su rival, el ex vicepresidente Biden derrotó, también contra todo pronóstico, a un grupo diverso y mucho más joven de candidatos para obtener la nominación del Partido Demócrata y lanzarse como el candidato que representa todo lo contrario de Trump y el regreso a la normalidad tradicional en la vida política del país. Y el mensaje premonitorio de Biden y su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris, a los electores tampoco tiene precedentes en las últimas décadas: que la democracia estadounidense “está en juego” en estas elecciones.
Los dos candidatos tienen más de 70 años.
Pero si hay un solo tema que pudiera decidir quién ocupará la Casa Blanca en los próximos cuatro años es el manejo de la pandemia de coronavirus, que ha causado la muerte a más de 230,000 estadounidenses, pérdidas económicas multimillonarias y la pérdida de empleos a más de 20 millones de trabajadores durante la primera ola de casos en la primavera, la mayor desde la Gran Depresión.
Cómo controlar el virus y rescatar la economía son temas prioritarios para los electores estadounidenses. Más de 100 millones ya habían votado hasta el lunes, en otra señal de movilización y entusiasmo en unas elecciones presidenciales.
“Yo soy independiente, no pertenezco a ningún partido, y antes de la pandemia pues sí pensaba en que la economía estaba muy bien”, dijo Javier Martín Sánchez, de 26 años y vecino de residente de Hialeah, miembro de la comunidad nicaragüense quien votó por primera vez en unas elecciones presidenciales este año
“Pero realmente el manejo malo de la pandemia — el hecho de que el presidente la manejara como que si fuera un chiste, como que si fuera algo que no existía y sabiendo que hay gente que falleció, más de 200,000 muertos— a mí sí me influyó y cambió mi voto, completamente”.
Aún así, pocos se atreven a adelantar un resultado. La matemática de las elecciones en Estados Unidos es complicada. Cada estado contribuye al Colegio Electoral un número de votos proporcional a su representación en el Congreso. El ganador necesita al menos 270 votos y un candidato puede perder el voto popular y aún así asegurar la victoria, como sucedió con Trump en 2016, quien obtuvo casi tres millones de votos menos que Clinton a nivel nacional.