El Comité Nacional de Apagones recibió de Caracas y otras entidades del país más de un centenar de denuncias en las últimas semanas, sobre las contingencias que han ocasionado las constantes fallas eléctricas en pacientes con COVID-19 conectados en sus casas a concentradores de oxígeno o respiradores. Especialistas afirman que el servicio eléctrico va de mal en peor.
Román Gil, de 74 años de edad, no sabe cómo contrajo la COVID-19, pero dice que no olvidará los 10 segundos que quedó sin poder respirar, y no solo de susto. Un breve apagón eléctrico en el sector interrumpió el suministro de oxígeno medicinal que recibía en su casa. Estaba entubado. “Fue desesperante, mi familia corrió a ayudarme, me dieron golpes en el pecho y me levantaron los brazos. Y cuando iban a trasladarme al Centro Médico volvió la luz”, relata el hombre de 74 años de edad, ya recuperado de la enfermedad que lo mantuvo en su habitación por mes y medio.
“Estaban full las clínicas y los hospitales y no hubo más opción que quedarme en casa y depender del respirador, porque era muy seria mi condición”.
Gil reside en un edificio en San Bernardino, una populosa parroquia de Caracas, donde ocurren al menos tres fallas eléctricas al día y las fluctuaciones son continuas.
Su caso es tan frecuente en todo el país como los cortes eléctricos.
Más de 100 denuncias de apagones ante la COVID-19
En las últimas semanas, el Comité de Afectados por Apagones recibió más de 100 denuncias de pacientes con COVID-19 y familiares sobre constantes interrupciones de energía y cómo los afectan al estar conectados en sus casas a concentradores de oxígeno o ventiladores. Las quejas llegaron —y llegan— de cualquier ciudad de Venezuela.
“Son ciudadanos cuyas vidas dependen de un respirador artificial, personas que reciben tratamiento en casa debido al colapso de hospitales y clínicas, y que además de la enfermedad deben vivir con la zozobra de que en cualquier momento pueden quedarse sin este servicio público”, señala Aixa López, presidenta de la asociación que agrupa a los aquejados por las recurrentes fallas de electricidad.
En la zona norte de Maracaibo, Elena y sus familiares vivieron el susto. Su hermano contagiado de COVID-19, de 32 años de edad, lleva 20 días conectado en su habitación transformada en una pequeña UCI para procurar su recuperación. Habían sobrevivido a los incontables apagones diarios de una o dos horas de duración, porque disponen de una planta eléctrica que funciona con gasolina.
El martes 13 de abril, el combustible de la planta se acabó, luego de haberla surtido tras una larga cola de cuatro días. Y se fue la luz durante casi un minuto. “Aquí pocas veces hay luz y las fluctuaciones son incontables en esa zona de la ciudad”, dice. Como en el sur o en la Costa Oriental.
99 % de hogares padece apagones
Un seguimiento técnico permanente de los servicios básicos en el país realizado por Cedice revela que solamente 1 % de los hogares venezolanos recibe el servicio sin interrupción. El estado Zulia acumula la mayor cantidad de horas sin luz. A este le sigue la región de los Andes con 13 horas, mientras que en la región occidental, el promedio es de 8,7 horas diarias sin suministro eléctrico, según el estudio.
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