La periodista Minnie Chan reveló hoy que los científicos que trabajaron en el nuevo desarrollo que podría encontrar una cura preventiva contra el coronavirus fueron sometidos a presiones extremas por el régimen de Beijing en orden de “ganar la carrera” para hallar la vacuna contra la llamada gripe china. El COVID-19, como se identificó a la cepa de este coronavirus, se originó en noviembre pasado en Wuhan y a partir de entonces se extendió a todo el mundo convirtiéndose en pandemia de acuerdo a la Organización Mundial de Salud (OMS) el pasado 11 de marzo.
“Ordenaron a científicos militares chinos ganar una carrera mundial para desarrollar la vacuna contra el coronavirus”, es el título que acompaña la nota de Chan en el South China Morning Post. El martes la televisión estatal CCTV anunció que la Mayor General Chen Wei -conocida como la “Terminator del ébola”- y la Academia Militar de Ciencias Médicas (AMMS) habían sido autorizados a comenzar con las pruebas luego de haber efectuado un desarrollo “exitoso” de la vacuna. La Comisión Militar Central (CMC) fue la encargada de emitir las órdenes a los laboratoristas.
El inicio de las pruebas se anunciaron poco después de que en los Estados Unidos se informara sobre la aplicación de una vacuna experimental en 45 voluntarios norteamericanos, exámenes de laboratorio que comenzaron en tiempo récord teniendo en cuenta desarrollos similares. “El anuncio de China de un ensayo clínico llegó un poco antes de lo que esperaba, aunque creo que la primera dosis de la vacuna recombinante ya se ha inyectado en el cuerpo de Chen y algunos de sus compañeros de equipo”, señaló Tao Lina, experta en este tipo de antivirales situada en Shanghai.
Sin embargo, lo más inquietante que revela en su crónica Chan es la presión que los militares chinos ejercieron sobre el equipo científico para ganar la carrera por la vacuna, algo que podría mejorar la imagen del régimen comunista luego de que una ola de críticas cayera sobre Beijing por la lenta reacción y la falta de datos que sometieron a su población a la exposición del virus letal. De inmediato, la maquinaria propagandística del Partido Comunista Chino (PCC) intentó contrarrestar las críticas argumentando que había una conspiración en su contra.
Las principales víctimas de este tipo de ocultamiento fueron los propios habitantes de Wuhan, quienes no fueron advertidos a tiempo por las autoridades que mintieron permanentemente sobre las cifras y la gravedad del caso. Recién el 22 de enero, más de tres meses después de iniciada la pandemia, decidió aislar totalmente a la población de aquella ciudad para hacerlo posteriormente en la provincia de Hubei.
Las denuncias contra el régimen comenzaron a enfurecer a la población, luego de que se conocieran detalles de cómo fue que el PCC maniató a los médicos que habían advertido sobre el peligroso brote que les recordaba al del SARS que impactó en el mismo país en 2002. El punto más alto de la indignación nació cuando se conoció la muerte de Li Wenliang quien había mandado un aviso por chat a sus colegas el 30 de diciembre pasado y pocos días después la policía le hizo firmar un compromiso de que dejaría de “hacer comentarios que perturbaban el orden público”. El 6 de febrero, finalmente, murió infectado por el COVID-19.
Ahora, el régimen intenta mostrarse frente al mundo como el pionero en la lucha, luego de que la prensa mundial condenara el accionar de Xi Jinping quien intentó ocultar la mortal epidemia. El lavado de imagen incluye envíos a varios países de material médico indispensable y, seguramente, busquen algún acuerdo para intercambiar medicamentos por algún beneficio futuro, como es el caso del convenio que está en ciernes con Venezuela. ¿A qué precio será la ayuda?
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Los militares chinos fueron además enviados a Hubei para hacer frente a la expansión de la gripe. Unos 10.000 soldados se desplegaron en la provincia para contener a la población y controlar que nadie escapara de sus fronteras internas, incluido el aeropuerto. Ahora, esos mismos mandos militares someten a una presión extrema a los científicos para que desarrollen con éxito la vacuna y ganarle a los Estados Unidos en la “carrera”.
“El CMC ha seguido llamando a la AMMS todos los días para impulsar el desarrollo de la vacuna en las últimas semanas”, dijo una fuente, que solicitó el anonimato debido a la delicadeza del asunto en tierras chinas, de acuerdo al South China Morning Post. El mismo martes se hizo un llamado general para que voluntarios se presentasen para formar parte de las pruebas iniciales.
Un historiador militar retirado con sede en Beijing también confirmó -bajo resguardo de su nombre- que la CMC estaba presionando a la academia para que desarrollara la vacuna lo más rápido posible. “Necesitan realizar pruebas en humanos antes, porque es el único atajo”, reveló el hombre que conoce las entrañas del Ejército chino. Y confirmó un rumo: que los propios científicos fueron los primeros en someterse a las pruebas. “Todo el personal de laboratorio de AMMS bromeaba diciendo que son ‘ratas de laboratorio’. Son los primeros seres humanos en probar esas costosas vacunas importadas para altos funcionarios”, agregó el ex militar.
El temor de las autoridades chinas es que una vez más -como ocurrió con la epidemia del SARS- sus científicos no puedan desarrollar una vacuna exitosa para combatir el mal. Mucho más después de haber anunciado que estaban cerca y que ya era “exitosa”.
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