“La propagación del covid-19 está vinculada a las redes móviles 5G”. “Coloque una cebolla partida por la mitad en la esquina de su habitación para atrapar los gérmenes del covid-19”. “El tiempo soleado le protege del covid-19”.
The Conversation
Estas noticias falsas y otras similares se difundieron rápidamente en las redes sociales durante las primeras fases de la pandemia. La ola de desinformación fue tan grande que las autoridades acuñaron una palabra para ello: Infodemia.
Las noticias falsas no son nuevas. Pero el interés por ellas ha aumentado considerablemente en los últimos años, en consonancia con el auge de las redes sociales. La atención se disparó en 2016, en medio de la preocupación por que el referéndum sobre el Brexit y las elecciones presidenciales de Estados Unidos pudieran haberse visto influidos por la desinformación difundida por otros países.
Se supone que las noticias falsas tienen un efecto negativo en el comportamiento de las personas. Por ejemplo, se ha afirmado que las noticias falsas podrían afectar a la disposición de la gente a usar una mascarilla, vacunarse o cumplir con otras directrices de salud pública. Sin embargo, sorprendentemente, prácticamente ninguna investigación ha puesto a prueba directamente esta suposición, por lo que mis colegas y yo asumimos el reto de medir qué efecto tienen realmente las noticias falsas en el comportamiento de las personas.
En mayo de 2020, reclutamos a más de 4.500 participantes para un estudio en línea a través de un artículo en el sitio web de noticias irlandés TheJournal.ie. Se dijo a los participantes que el propósito del estudio era “investigar las reacciones a una serie de mensajes de salud pública y noticias relacionadas con el nuevo brote de coronavirus”.
A cada persona se le mostraron cuatro noticias verdaderas sobre la pandemia y dos noticias falsas (seleccionadas de una lista de cuatro historias falsas). Estos artículos falsos fueron concebidos con la idea de que fueran muy similares a los que circulaban en ese momento. Afirmaban que beber café podía proteger contra el coronavirus, que comer chiles podía reducir los síntomas de covid-19, que las empresas farmacéuticas ocultaban los efectos secundarios nocivos de una vacuna que se estaba desarrollando en ese momento y que la próxima aplicación de rastreo de contactos que iba a lanzar el servicio de salud pública de Irlanda había sido desarrollada por personas vinculadas a Cambridge Analytica.
Después de leer las historias, los participantes indicaron la probabilidad de que hicieran caso a esas informaciones en los meses siguientes, como beber más café o descargar la aplicación de rastreo de contactos.
Descubrimos que las historias falsas parecían cambiar el comportamiento de la gente, pero no de forma drástica. Por ejemplo, las personas a las que se les mostró la historia falsa sobre los problemas de privacidad de la aplicación de rastreo de contactos estaban 5% menos dispuestas a descargar la aplicación de rastreo de contactos que las que no habían leído esta historia.
Algunos participantes incluso desarrollaron recuerdos falsos sobre las historias falsas que habían leído (algo que también habíamos visto que ocurría en algunas de nuestras investigaciones anteriores). “Recordar” haber oído previamente una historia falsa de covid-19 parecía hacer que algunas personas de nuestro estudio tuvieran más ganas de actuar de una determinada manera. Por ejemplo, las personas que recordaban falsamente haber oído hablar de los problemas de privacidad de la aplicación de rastreo de contactos eran 7% menos propensas a descargar la aplicación de rastreo de contactos que las que leyeron la historia pero no la “recordaban”.
Estos efectos fueron pequeños y no se produjeron con todas las historias falsas. Pero incluso los pequeños efectos pueden producir grandes cambios. La preocupación infundada por la relación entre la vacuna triple vírica y el autismo provocó un descenso de las tasas de vacunación infantil relativamente pequeño a principios de la década de 2000 –alrededor de 10%–, que a su vez provocó un aumento significativo de los casos de sarampión. Así que es posible que los pequeños efectos de las noticias falsas que vimos en nuestro estudio puedan tener efectos mayores en la salud de las personas.
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