Debido al hecho de que lo habitual, dadas las grandes distancias y la cultura individualista, es ver muy poco a la familia, esta cena en torno al consabido pavo gana todavía más peso.
La festividad más importante del año en Estados Unidos, el Día de Acción de Gracias, presenta esta vez dos problemas para decenas de millones de norteamericanos. Primero, es casi seguro que van a enzarzarse en un debate sobre las elecciones con algún familiar del partido contrario (quizá con el cuñado). Y segundo, y más importante, la nación se encuentra sumida en la tercera ola de la pandemia de coronavirus. El Gobierno pide a los ciudadanos que cancelen sus planes, que se queden en casa y eviten cenar con nadie que no viva con ellos. Pero, tras ocho meses de covid, la fatiga y el descrédito parecen haberse instalado en millones de hogares.
“En medio de esta fase crítica, el Centro de Control de Enfermedades recomienda que no se viaje durante el periodo del Día de Acción de Gracias”, dijo el Dr. Henry Walke, uno de los responsables de la agencia oficial epidemiológica. Walke alertó sobre el récord de nuevos casos diarios, que se acercan a los 200.000, el récord de hospitalizaciones y las más de 1.500 muertes diarias. “Estamos alarmados”.
Los médicos están preocupados por las aglomeraciones en los aviones, trenes y autobuses, además de en los grandes centros de transporte. Pero sobre todo les inquietan las grandes cenas familiares típicas de esta festividad del último jueves de noviembre; una fecha poco indicada para organizarse al aire libre.
El Día de Acción de Gracias conmemora uno de los mitos fundacionales de Estados Unidos. El momento en el que los primeros colonos ingleses, los peregrinos del Mayflower, dieron las gracias a los nativos americanos que les habían ayudado a sobrevivir el primer año cultivando maíz y evitando las plantas venenosas. La efeméride de 1621, uno de los pocos gestos pacíficos que hubo entre los nativos y los europeos, fue oficializada por el presidente Abraham Lincoln en 1863. La fiesta es especialmente importante dado su carácter singular, puramente americano. En otros sitios se celebran la Navidad o la Pascua, pero solo en Estados Unidos, un país que tiene de sí mismo una percepción mesiánica, existe el Thanksgiving Day.
El hecho de que el norteamericano medio tenga menos de la mitad de días de vacaciones que un español, y que lo habitual, dadas las grandes distancias y la cultura individualista, es ver muy poco a la familia, esta cena en torno al consabido pavo gana todavía más peso. Es una fecha que nadie se puede perder. Por eso están preocupadas las autoridades científicas. El año pasado por estas fechas, hubo 55 millones de desplazamientos para celebrar el festivo. Este, según las previsiones de la Asociación Americana de Automóviles, habrá casi los mismos: unos 50 millones. Solo un 10% menos que en 2019. Debido a la fatiga, la distancia entre las recomendaciones oficiales y las precauciones en la calle es cada vez mayor.
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