La Iglesia Católica de Nicaragua volvió a recibir este domingo la presencia de fieles en las misas, bajo un estricto protocolo de bioseguridad luego de más de seis meses con apenas asistencia, debido a la pandemia de la COVID-19.
EFE
La mayoría de los templos católicos del país, entre ellos la Catedral Metropolitana de Managua, acogieron durante la eucaristía a decenas de feligreses que acudieron con tapabocas, mientras en la entrada se desinfectaban las manos con alcohol gel o alcohol líquido.
«Ya podemos acercarnos a nuestros templos, pero con toda la prudencia, con todas las medidas propias de seguridad», dijo el cardenal nicaragüense, Leopoldo Brenes, al celebrar una eucaristía.
Explicó que las diversas diócesis, a través de sus obispos y sus consejos pastorales, elaboraron «protocolos sencillos para participar en la eucaristía», que incluye el uso obligado de mascarillas.
EL PROTOCOLO
Dicho protocolo indica que las iglesias deben estar desinfectadas antes y después de cada sacramento, los visitantes tendrán que pisar una alfombra con solución de cloro en una entrada única en cada templo, mantener el distanciamiento de dos metros entre personas y seguir las indicaciones de voluntarios, quienes estarán vestidos de blanco o negro para facilitar su identificación y así evitar interacciones.
Adicionalmente, no se distribuirán hojas de cantos ni libros de lectura, la paz se dará con una reverencia a la distancia y no se permitirá la permanencia de personas en las parroquias antes ni después de las misas.
Cada sacerdote utilizará mascarillas, además de alcohol en gel para evitar la contaminación de los materiales utilizados, pondrá las hostias en las manos de los creyentes, y evitará el intercambio de palabras, además, se moverá en los pasillos durante la comunión, para evitar la circulación de personas dentro del templo.
El Episcopado también recomendó que no asistan niños, ni ancianos, tampoco adultos que presenten fiebre.
PARTICIPACIÓN LIMITADA
Brenes, también arzobispo de Managua, indicó que, por el momento, la participación de los feligreses a las eucaristías es «limitada» por medidas de seguridad, por lo que pidió compresión y prudencia.
La presencia de fieles en las eucaristías estaba suspendida desde marzo pasado, cuando el Episcopado se declaró en «autocuarentena», tras detectarse el primer caso de COVID-19 en Nicaragua.
El Episcopado no tomó en cuenta las orientaciones del Gobierno de Nicaragua, que ha mantenido su llamado a las aglomeraciones y no establece restricciones para detener la propagación de la pandemia, un tema que ha despertado la preocupación en la Organización de los Estados Americanos (OEA) y en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Según el Gobierno de Nicaragua, el coronavirus ha dejado 151 muertos y 5.170 casos confirmados, desde el inicio de la pandemia.
Por su parte, el independiente Observatorio Ciudadano COVID-19, una red de médicos y voluntarios, registra 2.751 fallecidos por síntomas relacionados con la pandemia, incluyendo neumonía, y 10.513 casos sospechosos.
Nicaragua es un país de mayoría católica, ya que el 58,5 % de sus 6,4 millones de habitantes dicen profesar esta religión, según el último censo nacional.
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