Desde el Instituto de Virología de Wuhan, al que Estados Unidos señala como «origen» del nuevo coronavirus, son contundentes frente a las acusaciones.
Su directora, Wang Yanyi, rechazó duramente que de su laboratorio saliera el SARS-CoV-2 y aseguró que, «como el resto del mundo, ni siquiera sabíamos que el virus existía».
«¿Cómo podría haberse escapado de nuestro laboratorio si nunca lo tuvimos?», afirmó en una entrevista con el canal oficial chino CGTN.
Desde casi el principio de la pandemia, el instituto ha sido el foco de teorías de la conspiración por su ubicación, en la misma ciudad en la que se identificó por primera vez el nuevo virus, así como por su tarea: el primero en Asia con un laboratorio de nivel cuatro, por lo que puede tratar con patógenos peligrosos como, por ejemplo, el virus del ébola.
Recientemente, Estados Unidos se sumó a esas acusaciones, a través del secretario de Estado, Mike Pompeo, e incluso del propio presidente Donald Trump.
Según dijo Pompeo a principios de este mes, la Casa Blanca tiene una «enorme cantidad de pruebas» de que el nuevo coronavirus se originó en ese laboratorio.
No obstante, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) han reiterado que Washington no ha aportado ninguna prueba para respaldar su acusación y diversos científicos de Estados Unidos, que han colaborado con los expertos del Instituto de Virología en Wuhan, también se mostraron escépticos.
Qué dijo la directora
En la entrevista difundida este pasado sábado, la directora aseguró que el instituto recibió por primera vez una muestra del nuevo coronavirus el 30 de diciembre.
«No teníamos ninguna información antes de eso, ni siquiera nos habíamos enfrentado, investigado o teníamos ese virus», subrayó.
Wang explicó que actualmente el instituto tiene «tres cepas de virus vivos… Pero [entre ellos] la mayor similitud con el SARS-CoV-2 tan solo llega al 79,8 por ciento», dijo en referencia al coronavirus que causa el covid-19.
La científica fue también preguntada por varios artículos publicados en la revista Nature por parte del instituto sobre otros coronavirus identificados por el centro.
En concreto -señala el diario The South China Morning Post-, son dos: uno de 2018, en el que el instituto anunció que había descubierto un nuevo coronavirus originado en murciélagos, y otro en febrero de este año, en el que anuncia otro caso similar y con un parecido del 96,2 por ciento al SARS-CoV-2.
«El virus que mencionamos en el artículo de 2018 no era el SARS-CoV-2. El virus en el artículo principalmente causa diarrea y muerte en cerdos. Fue posteriormente denominado Sads. La secuencia del genoma del Sads solo es un 50 por ciento similar a la del SARS-CoV-2. Es una gran diferencia», respondió.
Sobre el segundo coronavirus identificado, Wang también subrayó que la diferencia es notable.
«Desde la perspectiva de muchos que no son profesionales, el ratio de similitud de un 96,2 por ciento es un número muy alto. Pero el coronavirus es uno de los virus ARN con genomas más grandes».
Por ello, Wang enfatizó que «en el mundo natural, toma un gran periodo de tiempo que un virus evolucione de forma natural y mute hasta convertirse en el SARS-CoV-2».
De todos modos, señaló la directora, en este segundo caso, el instituto no aisló ni obtuvo el «virus vivo», denominado RaTG-13.
El centro, dijo, solo estudió la muestra genética que consiguieron de un murciélago, por lo que «no hay posibilidad de que lo hubiéramos filtrado».
La comunidad internacional, liderada por la Unión Europea, aprobó una investigación sobre el origen del virus y la respuesta a la pandemia en la última sesión anual de la OMS.
China se mostró abierta a esa investigación si bien subrayó que deberá realizarse solo «cuando la pandemia esté controlada», en medio de las crecientes tensiones con EE UU.
La crisis del coronavirus ha abierto un nuevo campo de batalla entre las dos potencias mundiales, que están al «borde de una nueva Guerra Fría», según advirtió el canciller chino este fin de semana.