El COVID-19 puede ser de difícil resolución para algunas personas: solo 1 de cada 4 pacientes que se contagia el coronavirus y tuvieron que ser hospitalizados se recupera al año de haber tenido la infección.
Pueden persistir síntomas como fatiga, neblina mental, y dificultad para respirar, entre otros 200 síntomas que abarca el llamado COVID de larga duración o COVID persistente. Aún no hay un tratamiento específico para ese nuevo síndrome, pero investigadores científicos en diferentes países están buscando comprenderlo y evaluar si las vacunas contra el COVID-19 también reducen las chances de sufrir el COVID persistente.
“Si bien no hay resultados concluyentes, diferentes estudios poblacionales indicarían que estar vacunados contra el COVID-19 es una manera efectiva para reducir el riesgo de desarrollar los síntomas del COVID de larga duración después de la fase aguda de la infección por el coronavirus. Por lo cual, es importante estar al día con el esquema primario y los refuerzos”, dijo al ser consultada por Infobae la doctora Rosana Chehin, doctora en bioquímica y directora del Instituto de Investigación en Medicina Molecular y Celular Aplicada (IMMCA) en Tucumán, quien está estudiando el impacto del COVID-19 en el cerebro.
Aquí van las 6 claves sobre el conocimiento del beneficio de las vacunas para el COVID persistente:
1- Las vacunas sí reducen el riesgo de contagiarse el coronavirus
Aunque la investigación científica sigue para averiguar el impacto sobre el COVID prolongado, hoy no hay dudas de que las vacunas son muy eficaces para evitar que las personas enfermen gravemente por la infección de todas las variantes conocidas hasta ahora. Muchos estudios ya han descubierto que los pacientes con COVID-19 lo suficientemente enfermos como para ser hospitalizados tenían más probabilidades de tener problemas de salud duraderos. Así que, al mantener a la gente fuera del hospital, las vacunas deberían reducir las posibilidades de ese tipo de casos post COVID a largo plazo
Aun así, muchas personas con COVID prolongado tenían infecciones iniciales leves o incluso asintomáticas, y aunque algunos estudios sugieren que las vacunas tienen potencial para aliviar sus síntomas a largo plazo, las pruebas aún no son concluyentes. Las vacunas ofrecen cierta protección contra la infección inicial, y evitar la infección, por supuesto, es la forma más segura de prevenir el COVID persistente
2- La vacunación disminuye el riesgo de desarrollar COVID persistente
Recientes estudios científicos sugieren que vacunarse -con el esquema primario y los refuerzos- puede reducir -aunque no eliminar- el riesgo de síntomas a largo plazo.
La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido realizó un análisis de ocho estudios que se habían publicado sobre el tema en enero. Informó de que seis de los estudios constataron que las personas vacunadas que se infectaron con el coronavirus tenían menos probabilidades que los pacientes no vacunados de desarrollar síntomas de COVID a largo plazo. Los dos estudios restantes descubrieron que la vacunación no parecía reducir de forma concluyente las posibilidades de desarrollar COVID Persistente.
3- El nivel de protección de las vacunas puede ser variable
Los resultados de algunos estudios sugieren una protección sustancial, mientras que otros sólo encuentran un ligero beneficio. Un amplio estudio de los registros electrónicos de pacientes de la Administración de Salud de Veteranos de EE.UU. descubrió que los pacientes vacunados contra el COVID-19 tenían sólo un 13% menos de riesgo que los no vacunados de presentar síntomas seis meses después. Ese trabajo aún no fue revisado por pares.
Pero otros dos estudios realizados en Gran Bretaña encontraron un efecto mayor. Uno de los estudios fue publicado por la revista The Lancet Infectious Diseases, y realizado sobre 1,2 millones de personas. Se basó en los informes de los pacientes a través de una aplicación telefónica: halló un riesgo un 50% menor de síntomas persistentes entre los pacientes vacunados. Otro trabajo, que tampoco sido revisado por pares y que se basó en una encuesta a unos 6.000 pacientes, halló un riesgo un 41% menor.
Un estudio de pacientes estadounidenses realizado por Arcadia, una empresa de datos sanitarios, y la Alianza para la Recuperación de Pacientes Covid, una colaboración de líderes con experiencia sanitaria en el gobierno y el sector privado, encontró un beneficio aún mayor. El estudio, que no ha sido revisado por pares, analizó los registros de unos 240.000 pacientes infectados por el coronavirus en mayo de 2021 y descubrió que los que habían recibido aunque fuera una dosis de la vacuna contra el COVID-19 antes de su infección tenían entre una séptima y una décima parte de probabilidades de presentar dos o más síntomas de Covid largos entre 12 y 20 semanas después.
Ese estudio también descubrió que las personas que recibieron su primera dosis de vacuna después de contraer el coronavirus tenían menos probabilidades de desarrollar COVID largo que las que permanecieron sin vacunar, y cuanto antes se vacunaran después de la infección, menor sería el riesgo de síntomas a largo plazo.
Además, un estudio que se llevó a cabo en Israel, que tampoco ha sido revisado por pares, descubrió a través de encuestas que las personas que recibieron dos dosis de la vacuna tenían entre un 54% y un 82% menos de riesgo que los pacientes no vacunados de manifestar siete de los diez síntomas más comunes a largo plazo.
“El mensaje general es que las vacunas reducen pero no eliminan el riesgo de COVID largo”, dijo el doctor Ziyad Al-Aly, jefe de investigación del St. Louis Health Care System y epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington en St. Louis. Para este experto, “la confianza en la vacunación como única estrategia de mitigación es totalmente inadecuada. Es como ir a la batalla con un escudo que sólo funciona parcialmente”. También hay medidas como el distanciamiento, el uso adecuado de barbijos o mascarillas y la ventilación cruzada, que forman parte del paquete integral de prevención contra la infección.
4- Algunos estudios no demuestran beneficios de la vacunación para COVID largo
En un análisis de las historias clínicas electrónicas de pacientes de Estados Unidos, los investigadores del Reino Unido compararon a unas 10.000 personas que habían recibido las vacunas Covid con un número similar de personas que no se habían vacunado contra el coronavirus pero que habían recibido la vacuna de la gripe.
El estudio descubrió que vacunarse contra el coronavirus antes de infectarse no reducía el riesgo de padecer la mayoría de los síntomas de COVID largo. Los datos sugieren que las personas vacunadas podrían tener un menor riesgo de padecer síntomas a largo plazo, como respiración anormal y problemas cognitivos, escribieron los autores, pero esos resultados no fueron estadísticamente concluyentes. Los investigadores señalan que es posible que el estudio haya captado sólo a los pacientes con los síntomas más graves, en lugar de una gama más amplia de pacientes que no acudieron a la atención médica por sus síntomas.
5- Las razones por las que las vacunas protegerían contra el COVID largo
La causa del Covid largo o de larga duración aún no está clara, y los diferentes síntomas podrían tener diferentes causas subyacentes en diferentes pacientes. Algunos creen que la afección puede estar relacionada con restos del virus o su material genético que persisten después de que la infección inicial haya remitido. Otra teoría es que los problemas continuos están relacionados con la inflamación o los problemas de circulación de la sangre estimulados por una respuesta inmunitaria hiperactiva que no es capaz de apagarse.
Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale, sotuvo que las vacunas pueden proporcionar un alivio duradero a las personas cuyos síntomas son causados por restos del virus si los anticuerpos generados por las vacunas eliminan esos restos. Pero en las personas cuyos síntomas pueden estar causados por una respuesta post-viral parecida a una enfermedad autoinmune, las vacunas pueden ayudar sólo temporalmente, y problemas como la fatiga podrían reaparecer.
“Muchos recuperados del COVID-19 nos consultan por síntomas persistentes, como fatiga, falta de aire, dolores articulares o trastornos cognitivos. El discurso más frecuente es que sienten que no son la misma persona que eran antes de la infección. El desafío ahora es encontrar una relación causal entre el virus y los síntomas. Su ausencia en los tests diagnósticos nos lleva a pensar en una reacción inflamatoria, desencadenada por el virus que persiste por meses”, dijo a Infobae, el médico cardiólogo Mario Boskis, de la Sociedad Argentina de Cardiología.
6- Si se tuvo la infección y luego se desarrolló el COVID largo, igualmente conviene aplicarse las vacunas
Cuando las vacunas se pusieron en marcha por primera vez, algunos pacientes con COVID largo descubrieron que síntomas como la niebla cerebral, el dolor de las articulaciones, la dificultad para respirar y la fatiga mejoraban después de vacunarse. Sin embargo, muchas personas no experimentaron ninguna diferencia en sus síntomas después de la vacunación, y un pequeño porcentaje dijo que se sentía peor.
Un estudio realizado por la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido descubrió que en las personas de entre 18 y 69 años que declararon sus síntomas entre febrero y septiembre de 2021, una primera dosis de la vacuna redujo las probabilidades de declarar síntomas de COVID-19 en un 13%. Una segunda dosis redujo aún más las probabilidades en un 9%, según el estudio.
El reciente análisis de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido evaluó ese estudio y otros siete que examinaron si la vacunación de personas con Covid largo afectaba a sus síntomas. Descubrió que en la mayoría de esos estudios, un mayor número de personas con Covid largo informaron de una mejora de sus síntomas en algún momento después de ser vacunados. Sin embargo, algunas personas también informaron de un empeoramiento de los síntomas, y en varios estudios la mayoría de las personas dijeron que sus síntomas no habían cambiado. La agencia señaló que la definición de Covid largo variaba mucho entre los estudios y que, como todos los estudios eran observacionales, los cambios en los síntomas podían deberse a factores distintos de la vacunación.
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