Este martes quedará marcado como histórico en el calendario del Reino Unido, debido al pistoletazo de salida de la campaña de vacunación más importante y desafiante que se haya visto jamás en el país. El fin de la pandemia de Covid-19, que se ha cobrado la vida de más de 61.000 personas en los cuatro países que conforman la nación, según las cifras oficiales, podría vislumbrarse en el horizonte gracias a la aprobación, la semana pasada, de la vacuna de Pfizer-BioNTech por parte del ente regulador británico, la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA), que se adelantó a la Unión Europea y a Estados Unidos.
Por Ivannia Salazar / ABCLa primera persona que recibió la dosis fue Margaret Keenan, una irlandesa que la próxima semana cumplirá 91 años residente en Coventry, Inglaterra, que poco después de las 6.30 de la mañana estaba recibiendo su primera dosis. Maggie, como la conocen sus amigos, fue la primera de cerca de 5.000 personas que fueron inyectadas a lo largo del día en los 50 hospitales que ya cuentan con los primeras 800.000 viales que llegaron desde la fábrica de Pfizer en Bélgica y que permitirán vacunar a 400.000 personas. Se espera que lleguen al país cuatro millones más antes de que acabe el mes.
Después de Maggie, el primer hombre fue William Shakespeare, de 81 años. Ambos recibieron tras el pinchazo una tarjeta en la que se indica la fecha actual, el número de lote del vial recibido y la fecha de su segunda y última dosis, siete días después de la cual estarán, según el gigante farmacéutico, protegidos contra el virus. Es precisamente esta tarjeta la fuente de una nueva polémica en la nación, ya que algunos aseguran que en la práctica podría convertirse en un pasaporte que permitiría a los que se vacunen moverse libremente, mientras quienes no lo hagan quedarían de alguna manera «fuera del sistema».
En Reino Unido la vacuna contra el Covid-19 no es obligatoria, como no lo es ninguna otra, ni siquiera para la población infantil: «No habrá vacunación obligatoria. No es así como hacemos las cosas en este país», respondió hace unos días el primer ministro británico Boris Johnson en una rueda de prensa cuando se le preguntó si la inmunización sería preceptiva. Pese a ello, el hecho de que las autoridades recomienden a quienes se vacunen que «lleven siempre consigo» la tarjeta, ha despertado preocupación.
«Siempre en la cartera»
Incluso la propia ficha indica en su parte frontal: «Asegúrate de mantener esta tarjeta en tu bolso o cartera». «Si te dan libertad de no vacunarte, pero luego no te dejan entrar a ningún sitio sin la tarjeta, es como si te obligaran igual, así que prefiero ponérmela». Así lo consideró Jennifer Soeur, una ciudadana de 54 años que conversó con ABC mientras hacía cola para entrar al hospital Royal Free de Londres, uno de los centros que este martes empezaron a inyectar. «Se supone que nos van a llamar, pero vengo a preguntar si puedo apuntarme a alguna lista».
Su caso no es único. Otras personas en la fila solo estaban allí para pedir información, tal es la expectativa que ha generado que por fin, menos de un año después de que se detectara el primer caso de coronavirus en el país, haya una vacuna autorizada que promete un 95% de efectividad. Sin embargo, las autoridades reiteraron este martes a la población que no se acerque a los hospitales ni centros de salud ya que será el NHS (el sistema nacional de salud) quien irá llamando a las personas según el orden de prioridad establecido por el gobierno, y a cuya cabeza están los mayores de 80 años, los residentes y trabajadores de hogares de ancianos y el personal sanitario con mayor riesgo de contagio.
Fue precisamente el secretario de Asuntos Exteriores, James Cleverly, uno de los que dio pie a la confusión, al responder cuando se le preguntó si las tarjetas son un «pasaporte» que permitirá a las personas moverse libremente, que «se trata de desbloquear la vida de las personas, de desbloquear la economía, de asegurarnos de proteger vidas y proteger los medios de vida». Otras fuentes del gobierno se han encargado de desmentir que vaya a ser utilizada como un pase especial. El primero fue el ministro de salud de Gales, Vaughan Gething, quien dijo que simplemente se usará para anotar el día que corresponde a la segunda dosis, mientras que el ministro de la Oficina del Gabinete, Michael Gove, declaró que no habrá tal cosa como un «pasaporte de inmunidad». «No, no estoy planeando introducir pasaportes de vacunas y no conozco a nadie en el gobierno que lo esté», rechazó.
También el ministro de Sanidad, Matt Hancock, que fue quien llamó al martes el «V-day» (Día de la Vacuna), defendió que las tarjetas entregadas a los pacientes después de recibir la vacuna son solo «un procedimiento estándar del NHS». Algunos consideran que los sectores más afectados por la pandemia, como la restauración y la hostelería, podrían pedir esta tarjeta a sus clientes pese a que no sea una recomendación oficial, en línea con lo expresado por aerolíneas como la australiana Qantas, que ya empezó los trámites para poder exigir la vacuna a los pasajeros que quieran volar con ellos.
El grupo de derechos humanos Liberty teme que estas tarjetas fomenten la creación de lo que llaman «un país de dos niveles» donde solo algunos tengan total libertad, y advierten de la posibilidad de que se desarrolle un mercado negro de documentación falsa. El grupo teme que las personas sin la tarjeta puedan verse incapacitadas de acceder a «servicios públicos esenciales, trabajo o vivienda». Esto afectaría no solo a quienes por cualquier motivo no quieran vacunarse, sino a quienes no pueden hacerlo por otras razones, como las mujeres embarazadas o personas con padecimientos incompatibles con la vacunación.
«La sugerencia de llevar consigo las tarjetas plantean dudas sobre si se nos podría pedir que las usemos para demostrar la inmunidad. Más allá de eso, no está claro para qué sirven», declaró a The Daily Mail el director de la organización, Gray Collier. El parlamentario conservador Desmond Swayne considera que este documento podría interpretarse como un mensaje de que la población «podrá tener acceso a sus libertades civiles si se comportan de la manera que requerimos al tener esta vacuna» y tras hablar de «coerción», mostró su preocupación porque la gente «termine falsificando documentos» para vivir con cierta normalidad.
Esfuerzo científico
Hancock, por su parte, se emocionó hasta las lágrimas cuando vio que inyectaban a la primera persona, y dijo que este simple acto fue «un tributo al esfuerzo científico, al ingenio humano y al arduo trabajo de tantas personas». «Hoy marca el comienzo de la lucha contra nuestro enemigo común, el coronavirus», aseveró. A sus afirmaciones se sumó el primer ministro, quien dio las gracias al personal sanitario y a los equipos científicos por hacer posible este hito. «Gracias a nuestro NHS, a todos los científicos que trabajaron tan duro para desarrollar esta vacuna, a todos los voluntarios», escribió en su cuenta de Twitter. «Hoy todos deberíamos permitirnos una sonrisa, pero no debemos bajar la guardia», reaccionó por su parte la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon.
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