El nerviosismo de las autoridades, que han detectado más de un millar de casos en el país, es patente en Wuhan, donde hace casi un año empezó la pandemia.
Zhao, un ejecutivo de 33 años de chaqueta inmaculada y pelo cortado a cepillo, lleva su mascarilla bien ceñida mientras recorre la transitada calle Han, una de las zonas comerciales más populares de Wuhan, tratando de escoger dónde cenar entre una decena de restaurantes a cuál más reluciente. Antes de hablar se la reajusta de nuevo. “Un poco de miedo sí que tengo, por eso vuelvo a llevar el tapabocas y procuro desinfectarme las manos con frecuencia”, confiesa, mientras vuelve a dar un pequeño tirón a la gasa para asegurarse de que no se le ha descolocado.
El joven ejecutivo se refiere a los brotes de covid que han surgido en las últimas semanas en China y que han elevado a más de un millar las infecciones en el país. Es una cifra que no se alcanzaba oficialmente desde la primavera, y que ha disparado las alertas entre las autoridades chinas, que desde verano habían subrayado una y otra vez el éxito del país en la lucha contra el coronavirus.
La proximidad de dos fechas clave contribuye al nerviosismo: el sábado se cumplirá un año desde que esta ciudad de once millones de habitantes, el foco original de la pandemia, quedó bloqueada durante 76 días para evitar la propagación de casos. Y el 12 de febrero llega el Año Nuevo lunar, que en circunstancias normales desata el mayor éxodo anual del mundo, en el que centenares de millones de personas viajan para reunirse con sus familias. Para muchos de los cerca de 220 millones de trabajadores migrantes chinos es la única ocasión al año de ver a los suyos.
En Wuhan, a la preocupación por las fechas se suma la presencia —aunque, de momento, cumpliendo dos semanas de cuarentena— del equipo internacional de la OMS que debe investigar el origen del coronavirus, entre acusaciones mutuas por parte de Washington y Pekín.
En todo el país, tras meses de calma, las medidas de control contra la pandemia han vuelto a endurecerse. La campaña de vacunaciones, que prevé inocular a 50 millones de personas antes de Año Nuevo, se acelera. Este lunes, tres millones de residentes en dos ciudades del noreste chino quedaban confinadas. Al menos 11 regiones en esa zona han impuesto aislamientos de facto y llevan a cabo cribados masivos entre sus poblaciones, después de que un “supercontagiador” haya infectado a más de un centenar de personas en la provincia de Jilin, fronteriza con Rusia.
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