Tras aguantar una larga cola, una pareja de entre 50 y 60 años entra en un centro de vacunación en Belgrado contra el coronavirus. A diferencia de otros países, en Serbia, el abanico de opciones es amplio: «¿China, rusa o estadounidense?».
Alicia Alamillos | El Confidencial
La disponibilidad varía según el centro y el día. Si quieren la estadounidense, la fabricada por Pfizer/BioNTech, tendrán que esperar a que les toque el turno tras otros grupos de riesgo, en cambio, la china Sinopharm está disponible al momento. ¿Ustedes cuál elegirían? “Al final, nos pusimos la china”.
Para el 1 de febrero, Serbia ha superado con creces a otros países más desarrollados económicamente de Europa. Con 6,3 dosis administradas por cada 100.000 habitantes, está muy por encima de todos los países de la Unión Europea, como Italia (3,1), Alemania (2,8) y Francia (2,1), enzarzados en disputas con proveedores como AstraZeneca.
En el ‘ranking’ mundial, Serbia ocupa la séptima posición en dosis distribuidas por cada 100.000 habitantes, solo por detrás de Israel, Emiratos Árabes Unidos, Islas Seychelles (estos tres países, con más del 30% de la población ya vacunada), Reino Unido, Baréin y Estados Unidos. ¿Cómo es posible? La clave va más allá del pequeño tamaño del país, de apenas siete millones de habitantes, y poco tiene que ver con su riqueza, de apenas 51.480 millones dólares de PIB y medio millón de personas por debajo del umbral de la pobreza.
La respuesta es la diversificación de fuentes y un Gobierno dispuesto a aprovecharse de todas las corrientes geopolíticas de la nueva ‘diplomacia de las vacunas’ de las grandes potencias sin casarse con ninguna.
A principios de diciembre, Serbia logró hacerse con un primer cargamento de vacunas de Pfizer/BioNTech, ha acordado con Rusia al menos dos millones de dosis de la vacuna Sputnik (aunque se desconoce cuántas han llegado ya al país) y el 16 de enero llegó un millón de dosis de la china Sinopharm, que fueron recibidas en el aeropuerto de Belgrado con grandes honores y la presencia del presidente, Aleksandar Vučić. Además, Serbia es parte del programa Covax de la Organización Mundial de la Salud, que también repartirá vacunas, presumiblemente a partir de fin de febrero.
En total, Serbia se ha asegurado ya al menos 6,5 millones de dosis de Pfizer, Sputnik, Sinopharm, Moderna y AstraZeneca (aunque estas dos últimas todavía no han llegado al país), suficientes para vacunar a más de la mitad de su población. “Serbia es uno de los pocos países donde puedes tener vacunas de todos los fabricantes del mundo”, celebraba el ministro de Interior, Aleksandar Vulin.
Las autoridades serbias —lideradas por el populista de derechas Vučić— han celebrado el rápido comienzo de su campaña de vacunación como un éxito de gestión y un impulso a su popularidad, muy mermada ante los estragos de una fortísima segunda ola y las dudas sobre la autenticidad de las cifras de contagios y muertos. «Estuvimos involucrados en todos los procesos de las vacunas desde muy temprano. Fuimos de los primeros países en firmar un acuerdo con Pfizer/BioNTech. Hemos firmado con Sputnik y Sinopharm. Fuimos el segundo país en Europa en recibir las vacunas de Pfizer, inmediatamente después de Reino Unido», sostenía la primera ministra serbia, Ana Brnabic, en una entrevista en Euronews. Ahora, Serbia está ya en conversaciones para producir la vacuna Sputnik V de forma doméstica en sus propias fábricas, lo que facilitará el suministro del preparado ruso, que recientemente se ha vuelto algo más goloso a ojos internacionales —incluida la UE, con Angela Merkel a la cabeza— tras anunciarse una efectividad de casi el 92%, según un estudio publicado en ‘The Lancet’.
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