Los adultos mayores constituyen un segmento de la población severamente afectado por la emergencia humanitaria compleja en Venezuela, algo que ya hacía estragos mucho antes de la llegada del COVID-19. El director de la asociación civil Convite, Luis Francisco Cabezas, advierte que la actual crisis sanitaria solo vino a empeorar las precarias condiciones en las que ya se encontraban los mayores de 60 en el país.
Convite presentará este miércoles 12 de agosto un informe titulado Pensiones de la vejez en emergencia. Sobre los principales hallazgos de este estudio, que abarca el período 2015-2020, conversa Cabezas con la directora general de Efecto Cocuyo, Luz Mely Reyes, durante el programa #ConLaLuz.
El especialista en programas sociales denuncia la situación de pobreza que enfrentan los adultos mayores con una pensión que no alcanza para comer, menos para comprar medicinas. También pide ayuda para los ancianatos públicos y privados por el riesgo que corren con la pandemia e invita repensar el tema de la seguridad social en un país que está envejeciendo.
“Tenemos que pensar para dónde vamos”
Entre los datos que el estudio contiene, Cabezas destaca que entre 500.000 y 700.000 adultos mayores en Venezuela están fuera del Seguro Social, es decir, no cobran pensión. Tales números, señala, desmienten la propaganda oficial que habla de 100 % de cobertura. Subraya además que la cobertura existente es insignificante, por cuanto la pensión representa apenas 1,40 dólares mensuales, es decir, no tiene poder de compra.
“Este estudio busca poner en el tapete el tema social, esta discusión no se puede postergar, la necesidad de una seguridad social en Venezuela que funcione. Tenemos que empezar a pensar para donde vamos, somos un país que está envejeciendo, estamos a tasa de reemplazo de fecundidad de 2,3 % y teníamos 5 %”, alerta.
Ante este escenario, el activista de derechos humanos se pregunta qué haremos con un sistema de seguridad tan frágil como el actual. Indica que es necesario estimar cuántos adultos mayores habrá en los próximos años y cuánto costará al Estado retribuirles sus años de trabajo.
Recuerda Luis Francisco Cabezas que Venezuela se enfrenta a una pérdida del bono demográfico por cuanto el grueso de los más de 5 millones de personas que emigraron tiene entre 18 y 40 años, cuyos hijos nacerán en otros países.
Expresa que debe revisarse el servicio que presta el Instituto Venezolano de Seguros Sociales porque “no cuida ni protege”, así como trabajar en una nueva Ley de Seguridad Social para los venezolanos.
“Tuvimos una población mayoritariamente joven pero ese bono demográfico está envejeciendo. La vejez será frágil si la etapa productiva de la persona lo fue. Si actualmente los adultos mayores son frágiles, los que vienen atrás serán peor porque el mercado laboral es precario y hay gente que no cotiza al Seguro Social, lo mejor que el gobierno puede hacer es Chamba Juvenil y de continuar así esas personas dependerán solo del Estado en un futuro”, advierte.
Sin alimentos ni medicinas
Según cifras manejadas por Convite – a partir de una encuesta realizada a 903 adultos mayores en Lara, Miranda, Caracas y Bolívar – tres de cada cinco personas mayores de 60 años se acuestan con hambre regularmente y uno de cada diez se acuesta sin comer todos los días.
Tal vulnerabilidad los hace especialmente dependientes de la caja Clap que distribuye el Gobierno, productos, que aclara Cabezas, sirven para saciar no para alimentarse adecuadamente. De allí que se observa a ancianos a las puertas de panaderías, de ventas de verduras y frutas pidiendo para comer, sin ser indigentes, porque la pensión no les alcanza para vivir.
Por si fuera poco, el acceso a los medicamentos entre quienes solo viven de la pensión es casi nulo. Cabezas pregunta cómo hace una persona para comprar pastillas para la tensión que superan el millón de bolívares si su ingreso es de tan solo 400.000 bolívares mensuales. Añade que ha sido de gran impacto la pérdida de las remesas que algunas personas recibían porque sus familiares afuera se quedaron sin trabajo.
“Han abandonado los tratamientos médicos, se encomiendan a Dios, a las pócimas, brebajes, mastican ajo para controlar la presión arterial”, expresa
Aunado a ello, indica Cabezas, 97 % se siente invisibilizado, es decir, nadie les ha preguntado por sus problemas, lo cual se traduce en la sensación de no importarles a nadie.
Con gran preocupación habla del aumento en el número de suicidios entre los adultos mayores en el país desde el año pasado. Alerta que dicha tendencia se mantiene en lo que va de 2020, por lo que emplaza a proteger a los abuelos y abuelas desde los hogares.
“Hay que cuidar de los adultos mayores, así como se cuida de los hijos, el primer muro de contención es la propia familia. En Venezuela tenemos una cultura no muy solidaria, podemos contribuir no solo con los que están en casa sino con nuestros vecinos, llevarles comida. Una llamada telefónica aunque sea para preguntarles cómo se sienten en esta cuarentena, ayuda mucho”, recomienda.
Ancianatos y COVID-19
Reportes oficiales dan cuenta de 238 fallecidos por COVID-19 en el territorio nacional. El defensor de DD. HH. enfatiza que alrededor de 60 % de quienes han perdido la vida tras haberse contagiado son mayores de 60 años. Un dato a tomar en cuenta, es que 70 % de los adultos mayores en el país son diabéticos o presentan problemas de tensión, lo que aumenta la tasa de morbilidad en caso de contagio del virus.
Critica que el Gobierno les pida quedarse en casa sin tomar en cuenta que muchos trabajan formal o informalmente en la calle para poder mantenerse y que se llega al extremo de prohibirles comprar en ciertos establecimientos como ocurrió en Cumaná, estado Sucre.
“Los adultos mayores no pueden estar confinados sin soporte domiciliario, sin tener alimentos y medicinas cercanos que puedan adquirir, sin un sistema de monitoreo remoto” cuestiona.
Sin revelar el nombre ni dirección exacta, Luis Francisco Cabezas confirma que un ancianato en Caracas tiene casos de COVID-19 y que Convite le está brindando ayuda con equipos de protección para quienes laboran y se hospedan. Recalca que es importante generar espacios seguros en dichos albergues para aislar los casos que no presenten síntomas graves, en momentos de aumento significativo de casos diarios en el país.
“Es precaria la política para adultos mayores y los que están en ancianatos la pasan terrible, muchas de estas instituciones nos han manifestado la dificultad que están atravesando. El IVSS tiene pocos ancianatos por lo que paga a privados para que alberguen a algunas personas, pero el Seguro está moroso por eso muchos piden colaboración con la comida”, manifiesta.
Ayuda
Parte de esa ayuda, describe, son 4.500 litros de gel alcoholado, guantes, tapabocas y máscaras de vinilo. Reprocha que pese a la situación el Instituto Nacional de Asistencia Social (INAS) solo ha aplicado 1.500 pruebas rápidas en ancianatos de Caracas y muy poca cobertura en las regiones.
Advierte Luis Francisco Cabezas que la ONG está atenta para denunciar en caso de que en Venezuela llegara a presentarse la “cultura del descarte” aplicada en Europa contra los ancianos, al verse sobrepasada por casos de COVID-19 y no poderle brindar soporte vital a todos los pacientes.
“Se sacrificó a las personas mayores porque ya vivieron y nosotros repudiamos eso, nadie es descartable por razones de edad, toda vida es valiosa hasta su último minuto. Nosotros nos articularemos con quien sea necesario para salvar vidas” afirma.
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