El flujo migratorio a través de la selva del Darién se mantiene constante y permanente, como ha ocurrido en los últimos cinco años, y con una presencia significativa de mujeres jóvenes acompañadas de niños, según informó Roy Arias Cruz, coordinador de fronteras del Servicio Jesuita para Migrantes de Costa Rica.
“La mayoría de ellas hoy en día están conscientes o al menos informadas de todos los riesgos que supone la ruta migratoria, que compromete un montón de aspectos, entre ellos, la vida”, dijo Arias durante una entrevista este miércoles en el programa De Primera Mano de Radio Fe y Alegría Noticias.
De acuerdo con Arias, el principal grupo migrante sigue siendo el venezolano, seguido de ecuatorianos, haitianos y colombianos. Igualmente, hay una creciente presencia de migrantes de Asia, particularmente de la India, China, Pakistán y Afganistán, así como de hasta 40 nacionalidades africanas, entre las que destacan Somalia y Camerún.
Mencionó que los factores que impulsan a estas personas a irse de sus países de origen están profundamente relacionados con crisis políticas, contextos autoritarios y represivos, violencia social y de género, además de la falta de empleo, educación y acceso a servicios de salud.
En el caso de Venezuela, resaltó que actualmente las persecuciones, que han sido denunciadas por organizaciones de derechos humanos, llevan a los ciudadanos a buscar protección internacional.
Siguen endureciendo las políticas migratorias
A pesar de los esfuerzos de la sociedad civil y organismos internacionales para ofrecer asistencia humanitaria y acompañamiento a los migrantes en tránsito, Arias Cruz lamentó que las políticas migratorias de muchos estados se han endurecido, sin ofrecer soluciones efectivas.
“Vemos una tendencia de los Estados a no reconocer el derecho internacional humanitario. Hay un endurecimiento permanente y muy sólido de las políticas migratorias represivas que no solucionan el problema (…) son medidas que no protegen a las personas en su tránsito”, afirmó.
Un ejemplo, son la instalación de vallas de alambre de púas a lo largo de 4,7 kilómetros en el Darién y el acuerdo entre Panamá y Estados Unidos para financiar vuelos de deportación.
“Militarizar la frontera crea una suerte de espejismo en donde se plantea una protección de la soberanía nacional, pero a costa de la vida de las personas”, opinó Elías Cornejo, coordinador del servicio de migrantes de Fe y Alegría Panamá, en una reciente entrevista con Radio Fe y Alegría Noticias.
Rol de las comunidades de acogida
Instó a las comunidades de acogida a asumir una actitud de hospitalidad y a implementar prácticas que ayuden a las personas migrantes hacia la búsqueda de refugio y asilo.
A su vez, a reconocer la diversidad cultural y el aporte económico y social que traen los migrantes.
Recalcó la necesidad de enfrentar y denunciar los discursos de odio, la xenofobia y otras formas de discriminación, como el racismo y el machismo, que siguen estando profundamente arraigados.
Arias enalteció los esfuerzos de los actores locales y grupos organizados para que los estados implementen políticas que protejan a estas personas.
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