Cruzar la ruta del Darién se convirtió, en los últimos dos años, en la primera opción de los migrantes que quieren llegar desde Suramérica a los Estados Unidos por vía terrestre.
Estigmatizada por los peligros que alberga, medios de comunicación, organizaciones humanitarias internacionales y hasta Gobiernos de distintos países insisten en mostrar una realidad a la que deben enfrentarse quienes deciden adentrarse a este lugar y seguir en la búsqueda del “sueño americano”.
Este martes 22 de noviembre se realizó un foro virtual para presentar lo recopilado en este informe a cargo de Lizbeth del Rosario Gramajo, investigadora de la Universidad Rafael Landívar e integrante de la Red Jesuita con Migrantes de Centroamérica, junto a Ligia Bolívar y Carlos Rodríguez, ambos investigadores del CDH-UCAB.
Movilidad humana sin precedentes
Carlos Rodríguez contó durante su disertación que en los últimos años, Venezuela ha registrado la movilidad humana más caudalosa en Latinoamérica.
En su breve balance, señaló que en 2019 atravesaron por el Darién 78 personas, mientras que en 2020 lo hicieron 50 lo hicieron. Para el 2021 se experimentó una subida “drástica” con el paso de 2.819 personas. Se estima que para el cierre del 2022 el flujo alcance niveles “sin precedentes”.
“Un poco más de 158 mil personas han cruzado este año la selva del Darién. El 70% (110 mil 600) son venezolanos”, dijo el investigador.
Rodríguez señaló que aunado a los peligros propios del trayecto, se suman las políticas migratorias de los países por los que se transita y del propio destino final.
Estados Unidos, al igual que países de América Latina y Centroamérica, comenzaron a adoptar medidas que se transforman en “barreras” para los migrantes y refugiados.
“No es moda”
La investigadora de la UCAB, Ligia Bolívar, destacó que muchos de esos venezolanos que se aventuran a cruzar el Darién ya son migrantes en otros países de América.
“Muchos ya residen en Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, pero por temas de xenofobia, condiciones de vida o el simple deseo de llegar a Nortea América, los impulsa a seguir”, dijo.
Y aunque está convencida de que no se trata de una “moda” cruzar por el Darién, sino la falta de oportunidades en Venezuela, sí cree que algunos medios de comunicación digital incitan a realizar esta aventura.
Por su parte, Lizbeth Gramajo dijo que a pesar de que en los últimos dos meses ha mermado el flujo migratorio por esa ruta, esta no deja de ser peligrosa.
“Siguen reportándose abusos, arbitrariedades, xenofobia, la proliferación de los coyotes y de todo aquel que quiera sacar provecho”, apuntó.
El llamado Tapón del Darién solo es una parte de esta peligrosa ruta minada de riesgos, ataques y contratiempos que no terminan cuando se sale de la selva.
La mayoría de las personas que hacen el recorrido, lo hacen en condiciones de gran precariedad, limitando a las organizaciones a brindar la asistencia en la ruta.
Por ello, recomendó protección institucional, respuesta de las instituciones de forma coordinada, así como desmontar las acciones hostiles de poblaciones, instituciones y medios de comunicación.
Por ahora, apuntó, cree que la incertidumbre, el retorno y el reacomodo son las tres preguntas claves que se hacen quienes se encuentran varados en distintas regiones de Centroamérica y que no han podido cumplir su “sueño americano” tras las últimas medidas migratorias impuestas por algunos países, entre ellos, Estados Unidos.
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