Un gigante con magia y pólvora en los pies, uno de los mejores volantes ofensivos en décadas de Colombia y un jugador disciplinado y decisivo como pocos: Freddy Rincón protagonizó varias gestas en el fútbol internacional.
Rincón murió el miércoles a los 55 años tras las graves heridas que sufrió en un accidente de tránsito a inicios de semana. En 18 años de actividad profesional (1986-2004), escribió páginas épicas con la selección Colombia y el balompié brasileño, principalmente.
Pasó por el Nápoles y el Real Madrid aunque con poca fortuna. Sin embargo, se hizo a un nombre en las canchas, que hoy lamentan su partida entre los recuerdos de su juego fino y potente. «Nunca quise ser como otro jugador. Por raro que suene, yo quería ser Freddy Rincón. Y eso fue porque todo me salía muy bien y cada vez jugaba mejor». Así resumía el colombiano su unicidad.
Disciplina de hierro
Rincón nació en una familia afro de Buenaventura, el principal puerto colombiano sobre el Pacífico. Como muchos futbolistas en América Latina, conoció la pobreza desde niño. Trabajó con sus hermanos cargando tablones de madera y practicó el fútbol desde pequeño en un ambiente rudo. Antes de que alcanzara su porte imponente (1,88 metros y casi 90 kilos), recibió golpes y más golpes sin que nunca llorara, según se jactó en una entrevista con la revista Bocas.
Tenía 14 años cuando decidió ser un jugador en serio. Se impuso una disciplina que rápidamente lo diferenció del resto de sus compañeros: «jugaba de siete de la mañana a diez de la noche, sin parar, todos los días».
El exseleccionador Jorge Luis Pinto, quien lo entrenó en sus primeros años en el club capitalino Santa Fe, cree que Rincón fue ante todo un deportista disciplinado. «Un hombre que no le dolió nunca una pierna para trabajar, un hombre que se dedicó al fútbol», dijo el técnico a Caracol Radio.
Recuerda Pinto que llegó a probarlo en todas las posiciones, excepto la de arquero.
Épica
Rincón tuvo un debut accidentando con el Santa Fe. Llevaba 20 minutos en la cancha cuando fue expulsado por una violenta entrada. «Creí que el mundo se me venía encima», comentó a Bocas.
Sin embargo, tras ello comenzó a cosechar triunfos. Más adelante llegó al América de Cali con el que se coronó dos veces en la liga colombiana (1990-1992). Por su fortaleza física se ganó el apodo de ‘El Coloso’, también fue llamado «La Espiga» y hasta el «Pelé Rincón».
El volante ofensivo hizo parte de la primera generación dorada de la selección Colombia. Un gol suyo ante Alemania, en la Copa Mundo de Italia 90, le valió la gloria y a los cafeteros el primer paso a los octavos de un Mundial.
En los descuentos, Rincón recibe un pase magistral de Carlos ‘El Pibe’ Valderrama y da varias zancadas hasta quedar frente a frente con el arquero de la selección campeona de ese torneo. Así inmortalizó el escritor uruguayo Eduardo Galeano la emblemática jugada en su libro «El fútbol a sol y sombra»:
«Rincón pegó unas zancadas de jirafa y quedó solo ante Illgner, el guardameta alemán. Illgner tapaba el arco. Entonces Rincón no pateó la pelota: la acarició. Y ella se deslizó suavecita, por entre las piernas del arquero, y fue gol».
Fracaso y tragedia
Rincón también escribió una era inusual en el fútbol brasileñó. Jugó para Corinthians, Santos y Palmeiras, los clubes rivales de Sao Paulo.
Del ‘Verdão’ saltó al Real Madrid y pasó luego por Nápoles. Con el equipo merengue jugó poco y enfrentó el racismo.
«Apenas llegué al Madrid pintaron el Bernabéu con frases racistas. Segundo, Lorenzo Sanz, un directivo, dijo que el primer jugador que debería salir era yo, y yo era el único negro ahí en la época», comentó en su momento.
Rincón también rozó el fracaso y la tragedia. En 2006 ordenan su captura en el marco de una investigación por blanqueo de capitales del narcotráfico. Por pedido de la justicia panameña estuvo preso cuatro meses y medio en Brasil. Siempre alegó inocencia y fue absuelto años después.
En 2013 sobrevivió a un accidente de tránsito que le dejó varias fracturas, cuando manejaba su vehículo en una vía del suroeste del país. El lunes no corrió con la misma suerte y en un violento choque con un autobús sufrió un trauma craneoencefálico severo, que finalmente le costó la vida.
«Tenía talento y un talento físico también, es verdad que su condición natural le daba una gran ventaja competitiva, pero él tenía la inteligencia para aprovecharla», señaló Emilio Butrageño, exfutbolista y dirigente del Real Madrid, al canal Win Sports.
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