La camiseta rosa de Inter Miami, el equipo de la Major League Soccer en el que juega Lionel Messi, se ha convertido en un objeto de deseo en todo el mundo, según consignó un artículo de The New York Times. Inesperadamente tras un solo verano, esta prenda es cada vez más difícil de conseguir, a pesar de su omnipresencia en estadios estadounidenses, en mercados de Buenos Aires y Bangkok, e incluso en campos de fútbol infantil en Inglaterra.
Esta fiebre por la camiseta se debe a una ecuación capitalista simple: el inmenso reconocimiento de Messi, uno de los deportistas más queridos de su generación, el color inusual de la camiseta y el potente motor de las fábricas textiles del sudeste asiático. Este auge tomó por sorpresa a muchos, incluso a Tor Southard, director senior de fútbol para Adidas en Norte América, quien no esperaba la explosión en ventas en el momento de la transferencia del astro argentino a Inter Miami.
El efecto Messi llevó a Adidas a recibir casi 500,000 solicitudes de tiendas y proveedores para la camiseta de color rosa eléctrico específico de Miami, denominado Pantone 1895C. Este fenómeno sorpresa llevó a la compañía a necesitar más de esa tela específica, y más rápido de lo que habían anticipado inicialmente.
Una vez que Messi anunció oficialmente su decisión de unirse a Inter Miami, la dotación de camisetas del equipo en tiendas y almacenes de Estados Unidos se agotó rápidamente. Aunque Adidas no comenzó a vender las camisetas oficiales de Messi hasta que su contrato fue formalmente firmado el 15 de julio, la compañía había adelantado los pedidos para los rollos de la tela rosa necesarios.
Para afrontar el desafío de la demanda, Adidas alteró su enfoque típico y comenzó a producir para cubrir la demanda específica, emulando prácticas de la moda rápida. Esta necesidad de agilidad en la producción surgió a raíz del número de “compras de persecución” o “chase buys”, término de la industria para describir el aumento repentino en pedidos en volúmenes inesperados, de la camiseta de Messi de Inter Miami.
El esfuerzo frenético de producción de Adidas funcionó, y en pocos meses, la camiseta se convirtió en la más vendida en América del Norte, superando a los cinco grandes clubes europeos de la marca: Manchester United, Real Madrid, Juventus, Bayern Munich y Arsenal. Desde julio, Fanatics, que domina la industria de ropa deportiva en Estados Unidos, ha vendido más camisetas de Messi que de cualquier otro jugador de fútbol, y de cualquier deportista excepto el mariscal de campo de los Philadelphia Eagles, Jalen Hurts, según The New York Times.
A pesar del éxito de ventas de Adidas, la enorme demanda ha llevado a que se inunden el mercado global con falsificaciones para cubrir el déficit. Aunque la compañía afirma que ya ha compensado en gran medida el atraso de pedidos, ha constatado que sigue vendiendo camisetas mucho más rápido de lo que puede producirlas. La camiseta se ha vuelto tan codiciada y escasa que incluso David Beckham, uno de los futbolistas más famosos de su generación, celebridad mundial y copropietario de Inter Miami, ha tenido dificultades para conseguir una.