Un solo intento bastó para que Yulimar Rojas demostrara que se encuentra bien. La venezolana se colocó de inmediato en la final del salto triple en el Mundial de Atletismo con una ejecución que requirió en realidad de cinco brincos.
Los tres primeros estaban en el libreto. Un cuarto fue necesario para que Rojas evitara tropezar con el cable de un micrófono que estaba colocado junto a la fosa de arena. Con el quinto, la mayor estrella del atletismo latinoamericano logró plantar bien los pies en el tartán y de paso adquirió una pose retadora, mientras sonreía.
Llega al Mundial siendo ella misma.
Había dudas sobre ello, luego que la saltadora se ausentó el mes pasado del Meeting de Madrid, última competición en la que participaría antes de la cita en Eugene, Oregon, debido a una contractura del psoas ilíaco de la pierna izquierda.
Esa ausencia y el silencio que le siguió durante las semanas posteriores, habían generado algunas dudas sobre el estado real de Rojas. En los días recientes, la incertidumbre aminoró, cuando la plusmarquista mundial publicó videos en las redes sociales, donde aparecía sonriente y confiada.
En la eliminatoria, Rojas conservó la alegría desde el momento en que compareció en el carril de los saltos en el estadio de Eugene, con el cabello corto y teñido de rubio. Alzó los brazos para arengar al público.
Luego tomó carrera y saltó 14,72 metros, que le bastaron para ganar el Grupo B de la eliminatoria. En ese mismo grupo, la dominicana Ana Lucía Jose Tima fue segunda con 14,52, seguida por a estadounidense Tori Franklin y la jamaiquina Kimberly Williams.
Desde el Grupo A avanzaron la ucraniana Maryna Bekh-Romanchuk, como primera con 14,54 metros, seguida por la finlandesa Kristina Makela, las jamaiquinas Shanieka Ricketts y Ackelia Smith, la dominica Thea Lafond, la estadounidense Keturah Orji, la portuguesa Patricia Mamona y la cubana Leyanis Pérez.
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