Cumplir horario se ha vuelto la rutina diaria de los trabajadores de los autolavados, cuyos propietarios ven con preocupación el desolador escenario que viven incluso en los días de flexibilización, lo que poco a poco los ha ido arrinconando.
Daimar Díaz | La Prensa de Lara
La poca clientela, la falta de agua y las fallas eléctricas tienen en jaque a estos establecimientos, donde a diario sólo logran prestar servicio a un máximo de dos carros, ingresos que no son suficientes para cubrir los gastos de nómina y materia prima.
«Tengo 20 trabajadores y los ingresos que tengo mensualmente no dan para pagarles los salarios, pero tampoco puedo reducir personal porque ellos son padres de familia que necesitan el empleo, mientras tanto seguiremos resistiendo hasta que esto mejore», expresó David Castejón, dueño de un autolavado.
Aunque las tarifas no son altas, pues el costo de lavar un carro pequeño es de 2 dólares, los mismos empleados aseguran que no es prioridad pagar por este servicio. «Antes se lavaban hasta 60 carros por día, pero ahora cuando mucho llega un solo carro, ya las personas no ven como prioridad tener el carro limpio, porque aunque no sea caro prefieren utilizar ese dinero para comprar comida», manifestó Antony Blanco, trabajador de un autolavado.
Otra opción ha sido vender hortalizas en los locales, como medida para reinventarse ante la falta de usuarios y así poder cubrir los costos de alquiler y trabajadores.
Así es el caso del señor Rafael Pacheco, quien tuvo que montar una pequeña venta de verduras y hortalizas a la par del autolavado para no perder su local, ubicado en la carrera 48 con calle 26.
«Fue una opción que tomé para poder pagar el alquiler de mi autolavado que tiene más de 15 años y que no quiero perder por la crisis», dijo Pacheco sentado en un banco en su local.
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