Son varios los factores que impiden que Petróleos de Venezuela (Pdvsa) pueda mejorar sus niveles de producción y exportación de crudo: descapitalización de la empresa, incapacidad de inversión del Estado venezolano y la falta de confianza de los inversionistas, entre otros.
La elección del demócrata Joe Biden como presidente de Estados Unidos puede que contribuya a “aliviar” la pesada carga que lleva Petróleos de Venezuela (Pdvsa), si su administración flexibiliza las sanciones comerciales impuestas durante la gestión de Donald Trump. Sin embargo, el daño a equipos e infraestructura, la incapacidad de inversión del Estado venezolano, la falta de confianza de los inversionistas y el default de la deuda, seguirán jugando en contra de la recuperación de la industria petrolera durante 2021.
El sector petrolero cayó en debacle por una multiplicidad de factores, entre los cuales la corrupción rampante y una mala gestión están a la cabeza. La industria, que fuera el motor de la economía venezolana por largos años y aportaba 96% del total de ingresos, ha sido desmantelada y reducida a su mínima expresión.
El colapso de la industria de hidrocarburos es una realidad que no puede cambiarse de la noche a la mañana. De los 3,1 millones de barriles diarios (b/d) que bombeaba en 1998, Venezuela apenas produce –a noviembre de 2020– 407.000 b/d, de acuerdo con el reporte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), correspondiente a fuentes secundarias.
Las sanciones comerciales y financieras aplicadas durante la gestión de Donald Trump al comercio internacional de Pdvsa estrecharon aún más el margen de maniobra de una industria que desde hace varios años da pruebas de desinversión. Una prueba de ello, es que desde julio de 2020 no hay taladros operativos en los campos petroleros del país.
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