El banco de inversión Credit Suisse sorprendió a los mercados con su pronóstico de crecimiento de 4% del PIB para Venezuela en 2021, lo que convertiría a este año en el primero durante el gobierno de Nicolás Maduro -que preside el país desde 2013- que eventualmente terminaría con un saldo económico positivo.
Luego de 29 trimestres consecutivos en recesión, la financiera internacional dice que la principal explicación para este eventual milagro está en la «relajación de los controles» de la economía que Nicolás Maduro ha venido aplicando, los cuales han «reavivado la actividad económica, aunque sea solo un poco. El crecimiento de este año NO es solo un rebote muerto«, dice el reporte.
«Proyectamos que Venezuela tendrá su primer crecimiento real de PIB desde 2013. La reanimación de la demanda doméstica, que hemos estado notando desde hace ya un tiempo, está comenzando a ser evidente en la data. Venezuela es un país con grandes crisis en muchos frentes y con algunas de las condiciones de vida más retadoras de América Latina. Sin embargo, el PIB muestra números, no emociones», salda retadora y tajantemente la firma su argumento ante posibles suspicacias.
Citado en la cuenta de Twitter del corresponsal de AP en América Latina, Joshua Goodman, el reporte de Credit Suisse indica, además, que «en el frente político, hay pequeñas muestras de esperanza de que haya una mejora de las condiciones democráticas, pero es muy pronto para poder asegurar algo».
«Lo que vale la pena resaltar, por ahora, es que la relajación de controles y el uso masivo de otras monedas en las transacciones del día a día ha revivido la actividad económica, así sea solo un poco».
Normalidad en 2022
Por otra parte, Credit Suisse coloca su tono optimista en otro aspecto medular: el combate contra la expansión de la covid-19, mientras Venezuela vive una más aguda segunda ola de contagios y la principal respuesta preventiva de su gobierno es prolongar los confinamientos.
El banco de inversión señala que más allá de las complicaciones en la negociación para la importación de vacunas, la ciudadanía venezolana podría volver a sus estándares de movilidad pre-pandemia para el año 2022, lo que teóricamente colocaría al país en un escenario de continuidad del supuesto crecimiento que se experimentaría en el corriente ejercicio.
«La demanda doméstica ya no está asociada más con el bolívar si no con monedas extranjeras, cuyo uso se está profundizando en todo el país. Estimamos que las transacciones en otras monedas corresponden al 90% de las transacciones totales en el país. Encuestadoras locales tasaban ese monto en 70% para el año pasado», dice la firma.
Por otra parte, «la inflación de la moneda local pasa a no tener tanto impacto, en nuestra visión. Sin embargo, asumimos una inflación mensual de aproximadamente 40%, para una proyección de inflación anualizada de 4.700%, superando el 3.000% para diciembre de 2020«.
Fuera del consenso
Proyectar la economía venezolana, con sus particularidades críticas, parece requerir tanta ciencia como quiromancia; sin embargo, el pronóstico de Credit Suisse se sale del consenso nacional e internacional vigente que aún mantiene el escenario recesivo en 2021,. con escenarios de contracción que van entre -1% y -5% del PIB.
Aristimuño Herrera & Asociados, por ejemplo, mantiene su proyección de disminución del Producto Interno en -5%, la cual se reafirma por el retroceso de las expectativas positivas que había generado el proceso de «apertura informal y de facto» de la economía por el evidente regreso a las políticas de control de precios y las trabas que se han colocado al avance de una dolarización financiera.
Por lo demás, la escasez de combustible -especialmente diésel-, la persistente inflación y la renovada expansión de la pandemia de covid-19, entre otros factores estructurales, hacen muy difícil pensar que la economía venezolana puede crecer más allá de un «rebote» por efecto de una mayor actividad concentrada en algunos sectores.
Así mismo, el optimismo sobre la estrategia de control de la covid-19 en el país también debería ponerse en inventario, porque el Ejecutivo chavista insiste en rechazar las dosis de la vacuna de AstraZeneca, que serían provistas bajo el mecanismo Covax, y ha retrasado la expectativa de inmunización masiva hasta por lo menos julio próximo, a la espera de la aprobación de dos candidatas a vacunas cubanas.
Lo anterior significa que, si este plazo se cumple (algo que luce poco probable por los plazos de aprobación de las vacunas cubanas y la estrechez financiera del gobierno), en 2022 el proceso de vacunación masiva en Venezuela estaría en pleno desarrollo.
En todo caso, las apuestas están abiertas.
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