En un año atípico, las fiestas decembrinas llegan en un abrir y cerrar de ojos. La Navidad es sin duda la fecha más esperada por los niños, expectantes de recibir regalos y de disfrutar de los meses de vacaciones, sin clases online.
Por: Kevin Hernández / Banca y Negocios
No obstante, para nadie es un secreto que la economía venezolana experimenta un proceso de dolarización, reflejada en las transacciones financieras. Productos y servicios se ofrecen al público en general al precio de la divisa norteamericana y los juguetes, adornos navideños y estrenos, no dejan de ser la excepción.
El gerente de una juguetería, consultado por Banca y Negocios, manifestó su asombro ante la cantidad de personas que han asistido a los centros comerciales en busca del «Niño Jesús», al menos en período de flexibilización; lo que parece ser el reflejo de una preocupación que se mide tras el incontrolable precio del dólar.
El encargado del negocio precisó que desde el mes de octubre del año, padres y representantes se anticiparon en comprar juguetes para estas navidades, catalogando el último trimestre del año como «dinámico», incluso «más agresivo» que dos años atrás.
En el marco de la temporada especial de «Black Friday o viernes negro», llevado a cabo en Venezuela por segundo año consecutivo, las jugueterías venezolanas decidieron aplicar descuentos de hasta 20%, una oportunidad que no muchos desaprovecharon.
Las bicicletas, que suelen ser los favoritos para los niños en la época decembrina, se adaptaron al «dólar criminal» y oscilan entre US$100 y US$150. Los monopatines también sobresalieron en las estanterías por sus llamativos colores, hay de los más sofisticados hasta los más pequeños, pero no escapan de la dolarización y rondan los US$40 y US$100.
Los comercios, dedicados a esta industria, observan en los consumidores el deseo por adquirir a ciegas los productos que se reflejan en los anaqueles. Sin embargo, así como las tiendas reciben en grupos a los interesados, con el fin de mantener el aforo permitido como parte de las medidas de bioseguridad, muchos se abstienen de entrar a la tienda por los elevados costos, fijados en dólares, por lo que prefieren mirar desde la vidriera.
Banca y Negocios visitó diferentes jugueterías y constató el interés de los venezolanos por la variedad de productos que había. Sin embargo, la gran mayoría se acercaba con el único propósito de preguntar precios de los juguetes. Solo un grupo de tres a cinco personas hacía fila para cancelar los productos más populares del mercado:
Para los varones, no cabe duda que los videojuegos siguen encabezando la carta para el Niño Jesús. «Siempre vienen a comprar uno», expresó un vendedor que no dejaba de informar precios en dólares. Un control de Playstation puede costar mínimo US$20, mientras que un juego en CD se consigue a US$10.
El valor de los muñecos, de la colección original de Pixar, se ubican entre US$10 y US$45.
Por otro lado, las niñas expresan su encanto por las nuevas versiones de las muñecas L.O.L Surprise!, un éxito de ventas en el mundo desde que salieron al mercado en 2016, pero que también destacaron en el pasado Black Friday, y Amazon lo tiene como uno de los más pedidos en su lista de juguetes populares en el mundo. Los denominados «huevos sorpresas LOL» se venden «como arroz» en diferentes tamaños y rondan los US$3 y US$20.
«Son los más populares», confirma otro encargado de una juguetería, del mismo modo en que destaca la variedad de productos que ofrece la reconocida marca Play-Doh. Es de sorprender que una pareja de muñecas, resguardada en un solo paquete, se ubica en casi US$50, así como los más recientes audífonos y los espejos led para niñas.
Los peluches, por su parte, oscilan entre US$38 y US$50, dependiendo de la calidad y tamaño, según los representantes directos de los establecimientos, quienes aseguraron que los inventarios «no han variado lo suficiente» ya que ha impactado la escasez de gasolina en la distribución de mercancía.
Los bolsos no son la excepción, «ya que se tienen muy en cuenta» para el regreso a clases y se exhiben en las estanterías entre US$13 a US$40.
Pese a que los juegos de mesa no marcaron tendencia esta vez, se consiguen entre US$15 a US$20.
Y finalmente, siempre hay un consumidor que decide presumir la compra de un auto de batería para niños que alcanza los US$300, así como una motocicleta de plástico con menos accesorios, que ronda los US$200. Una cocina «de mentiras» pero de interesante creatividad, se vende en US$72.
Todos las tiendas consultadas por Banca y Negocios confirmaron que el sector juguetes percibe un volumen alto y constante del dólar estadounidense, vista como parte de la dolarización transaccional que experimenta el país y que no defiende el Banco Central de Venezuela (BCV) por el respaldo al uso del bolívar. Pero para algunos, ya es normal cancelar con el billete verde.
Los empleados de las cadenas de jugueterías, evidencian la preocupación ante lo poco que percibe mensualmente un trabajador en Venezuela, un dilema que hasta ahora se mantiene por el aumento inconsistente del salario mínimo, que aún no se termina de formalizar.
«No es fácil. La forma en como suben los precios de los alimentos te hace dudar», señaló.
A finales de 2019, la Cámara Venezolana de Fabricantes de Juguetes (Cavefaj) advirtió que el sector juguetero había tenido una caída del 55% por el cierre de empresas y bajo poder adquisitivo del venezolano. También señaló que la producción artesanal de juguetes había aumentado, pero que seguía siendo insuficiente para cubrir la demanda nacional.
El 14 de octubre Nicolás Maduro “aprobó” dinero público para la adquisición de 10 millones de juguetes que, afirmó, serán distribuidos por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) e hizo mención a medidas para “estimular la producción de juguetes nacionales y garantizar las compras públicas de juguetes”.
Banca y Negocios intentó contactar con Cavefaj para conocer más detalles sobre el sector, pero a la fecha de publicación de este trabajo aún no se recibe respuesta.
Al Niño Jesús le toca salir a hacer compras en hiperinflación por tercer año consecutivo, pero su alcance esta vez es mucho menor en comparación con 2017. La pobreza ha seguido aumentando, afectando a 96 de cada 100 hogares venezolanos antes de que llegara la pandemia, según la Encovi.
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