Las fallas con el suministro de combustible, tanto gasolina como gasoil, mantienen a los transportistas de Carabobo prácticamente en una paralización técnica involuntaria, mientras que la solución al problema del transporte propuesta por el gobernador Rafael Lacava en 2018 a través de los “TransDrácula” parece haberse diluido
Kevin Arteaga Gonzalez | El Carabobeño
Cuando el reloj marca las 6:00 a.m., las principales paradas del transporte público en la Gran Valencia ya se encuentran repletas de usuarios a la espera para abordar una unidad. La mayoría se dirige hacia sus lugares de trabajo. Es semana de flexibilización y en las calles el movimiento de personas aumenta levemente, en comparación con los días de cuarentena radical.
Para Marina Mora, de 48 años, el uso del transporte público representa una odisea a la que se enfrenta de lunes a viernes, dos veces por día: cuando sale de su casa muy temprano en la mañana y luego al regresar de su trabajo, pasadas las 4:00 p.m. Vive en el sur de la capital carabobeña y labora como empleada de servicio doméstico en una urbanización situada en el extremo norte de la ciudad.
Solo el 10 % de las unidades que prestan el servicio en la Gran Valencia, que comprende los municipios Valencia, San Diego, Libertador, Los Guayos y Naguanagua, se encuentra en funcionamiento, informó Adolfo Alfonso, presidente del Sindicato Único del Transporte de Carabobo, quien manifestó preocupación ante ese panorama que se traduce en la imposibilidad de cubrir la demanda de los usuarios.
A diario una gran cantidad de personas que como Marina habitan en el sur de Valencia deben usar hasta cuatro autobuses o caminar varios kilómetros para llegar a sus empleos. Es una realidad que se replica en otros municipios de la entidad.
“Normalmente me levanto a las cinco de la mañana y debo caminar hasta Plaza de Toros. Ahí espero aproximadamente una hora a que llegue la camioneta, que por lo general está repleta. Pero me monto como puedo”, detalló la trabajadora doméstica. “Hay días en los que se tardan hasta dos horas más de lo normal, porque dicen que están haciendo cola para echar combustible”.
Sin distanciamiento
Solo los afortunados que llegan de primeros a la parada son quienes logran ocupar uno de los asientos de la unidad. Aunque desde el inicio de la pandemia de COVID-19 las autoridades nacionales y regionales establecieron que los vehículos del transporte colectivo debían ser ocupados al 50 % para garantizar el distanciamiento físico, a un año de haberse registrados los primeros casos positivos en el país esa medida no se cumple.
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