Jonathan Contreras es un vendedor de frutas y hortalizas en El Paraíso, Caracas. Llena la balanza con cambures para completar el cambio en dólares de una persona mientras conversa con Joussy Trejo, su compañera, acerca de cómo resuelven las compras cuando el cliente quiere pagar y para dar el vuelto requieren billetes de baja denominación.
“Por suerte me pagan mucho en bolívares, así que les paso el vuelto por pago móvil, y los que prefieren… bueno, ahí está Jonathan”, dice para El Diario Joussy entre risas. Jonathan va y viene todas las semanas de Táchira a Caracas. Aunque hace malabares para vender sus frutas y verduras, en ocasiones le toca convertirlas en cambio para evitar que un comprador se vaya.
Unas cuadras más allá, cerca de la iglesia de la Coromoto, la doctora Beatriz Torres se encuentra en una encrucijada. Por años ha intentado mantener su consulta a un precio asequible, ahora la ofrece en 15 dólares y no quiere incrementarla a $20 para que sus pacientes de menor poder adquisitivo puedan seguir acudiendo. Pero se le están acabando las ideas para dar vuelto.
A diferencia de Jonathan, desde que se le dañó el punto de venta, cada vez tiene menos ingresos en bolívares. También hay fallas en la señal telefónica y en muchas ocasiones tiene que dejar ir a los pacientes con la esperanza de que le paguen por pago móvil en cuanto lleguen a su casa. Algunos lo hacen, otros se distraen.
Frente a ella, Geraldine Di Gregorio administra su bodegón familiar como lo ha hecho durante más de dos décadas, y cada vez se le hace más difícil satisfacer las necesidades de efectivo de los consumidores.
No somos una compañía grande o una franquicia, no nos podemos dar el lujo de rechazar clientes porque los billetes se vean feos. Si llegas con un billete un poco roto o curtido, te lo vamos a aceptar, porque esos 10 dólares son la diferencia entre cerrar el día con pérdidas o no”, explica Geraldine para El Diario.
La realidad de un país con una moneda sin valor
Geraldine Di Gregorio considera que los más afectados por la escasez de efectivo son los pequeños comerciantes, que no tienen el músculo financiero para ser selectivos con las formas de pago.
En Venezuela la dolarización es un proceso no oficial y no hay ningún organismo que pueda solventar el problema del efectivo. Distintos comercios se han visto en la necesidad de improvisar y ser más creativos con la forma de pago que aceptan. Desde Zelle hasta PayPal, o incluso por Reserve o criptomonedas, las formas de pago en el país aumentaron considerablemente.
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