El Observatorio Venezolano de Violencia presentó el viernes su informe de fin de año en el que se concluye que Venezuela se mantiene como uno de los países con mayor número de muertes violentas en la región – a pesar de una caída de 7.000 muertes violentas con relación a 2018.
La presentación del informe corrió a cargo de Roberto Briceño León y Carlos Meléndez, de la que hacemos un resumen extendido.
“El saldo es de, al menos, 16 mil 506 fallecidos; para una tasa de 60.3 muertes violentas por cada cien mil habitantes. Esta tasa es el resultado de tres tipos de muertes violentas: los 6 mil 588 homicidios cometidos por los delincuentes; las 5 mil 286 muertes por resistencias a la autoridad, según la denominación oficial; pero que en su mayor parte son homicidios cometidos por los cuerpos de seguridad del Estado por el uso excesivo de la fuerza o mediante ejecuciones extrajudiciales,”.
A esto se añaden, cita el informe, las 4 mil 632 muertes de «intencionalidad indeterminada», registradas oficialmente como averiguaciones de muerte; pero que, a su modo de ver, también en su mayor parte son homicidios o permanecen sin aclarar su situación”.
“Los resultados muestran una importante disminución en el número y en la tasa de muertes; sin embargo, no creemos que esto sea el resultado de una mejoría en las condiciones sociales”.
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A juicio de los presentadores, el descenso de los homicidios cometidos por delincuentes tiene su origen en varios procesos sociales negativos; siendo el primero la destrucción generalizada de la actividad económica y el empobrecimiento del país; el segundo, el incremento del control territorial por parte de las bandas armadas del crimen organizado; el tercero, la emigración de los delincuentes hacia otros países; y el cuarto la reducción de personas en los espacios públicos: calles; mercados; plazas.
“Con una tasa de 60.3, Venezuela quedará registrada con la mayor tasa de muertes violentas en las Américas. En los últimos años se ha observado una disminución en los homicidios en varios países en la región. En Venezuela ha ocurrido lo mismo. Aunque en cada caso las razones y procesos sociales específicos son diferentes; pues las condiciones sociales, políticas y el tipo de actores armados son diferentes”.
Incremento de muertes violentas con “intencionalidad indeterminada”
Sobre la tercera fuente de muertes violentas, “intencionalidad indeterminada”, aseguran que las autoridades continúan el registro ambiguo de una cantidad de víctimas de muertes violentas. Consideran que dichas cifras representan una inmensa caja negra; habiéndose, por lo demás, mostrado un extraño incremento en los últimos años; resultando que en el país por cada diez víctimas que son catalogadas como homicidios hay nueve más que son catalogados como fallecidos por intención no determinada.
“Es importante destacar, además, que esta cifra de muertes en averiguación no incluye los casos de los desaparecidos (entre comillas), y que son aquellas personas que se desconoce su paradero y cuyos cadáveres pueden, luego, ser encontrados enterrados en fosas clandestinas; construidas en zonas aisladas o boscosas, y de cuya existencia solo se sabe con posterioridad”.
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Revela que esta práctica ha tenido un incremento, y que muestra una tendencia de actuación de los grupos criminales quienes se mueven en una espectacularidad morbosa para provocar miedo en la población, buscando el sigilo discreto que provoca evitar el escándalo.
Dolarización del delito
Por otra parte, el informe habla de una dolarización del delito; ya que se han venido modificando sus modalidades; a medida que se ha generalizado el proceso de dolarización informal del país; lo cual permitió que el dólar, el euro, el peso colombiano o el real brasileño se convirtieran en moneda de uso corriente en las transacciones comerciales.
“En la medida en que la economía se fue dolarizando, las personas tuvieron más dinero en divisas en sus carteras; pues el dólar se convirtió en un medio común de pago y con ello se inició un proceso de mudanza en las oportunidades del delito. Los bandidos regresaron al robo de personas y comercios que sabían que podían disponer de efectivo en moneda extranjera. De igual manera, los secuestros se incrementaron en el segundo semestre pues se hizo común exigir el pago del rescate en moneda extranjera”.
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