Forrest Gump insulta, tiene sexo desbocadamente con parejas múltiples, hace bastantes maldades. Pesa alrededor de 135 kilos. No es un mundo paralelo o una de esas parodias de grandes éxitos de taquilla que la industria del porno se apropiaba. Es el personaje que imaginó y creó Winston Groom, el autor de la novela original. Ese personaje de novela tenía un saber muy específico, era un genio matemático y, además, llegaba a ser astronauta, ajedrecista reputado y hasta luchador profesional. La historia era mucho más cínica y carente de emoción que la que conocimos gracias a la adaptación cinematográfica.
La película es una extraña mezcla. Podría haber sido un desastre artístico de dimensiones, algo que convirtiera a los involucrados en el hazmerreír de Hollywood. Pero no sucedió. Fue un inesperado suceso en la taquilla –batió varios récords-, ganó 6 Oscars y consagró de manera definitiva al actor principal, al director y al guionista (más allá de solidificar la carrera de Gary Sinise y Robin Wright).
La alquimia se produjo con las dosis exactas de Desde el Jardín, Zelig, las comedias de Frank Capra, Pelotón, una cucharadita de Douglas Sirk, Rain Man, efectos especiales, referencias históricas recientes y algún que otro golpe bajo.
Forrest Gump se estrenó el 6 de julio de 1994, 30 años atrás. Con el tiempo, pese al rechazo de algunos críticos, se fue haciendo lugar en las listas de las mejores películas de la historia.
En el corazón de los espectadores se metió desde el mismo momento del estreno.
Los derechos de la novela de Winston Groom fueron comprados por 350.000 dólares (algunos dicen que fueron 500.000) antes de que ésta llegara a las librerías. En el momento de su primera edición el libro vendió 30.000 ejemplares; una cifra respetable aunque lejos del fenómeno. Después del estreno de la película, el libro se reeditó, ya con Tom Hanks en la tapa, y vendió más de un millón. Meses después, el autor firmó un multimillonario contrato para publicar la secuela que se llamó Forrest and Co. No todo fueron buenas noticias para el novelista. En el momento de la firma del primer contrato el estudio le había prometido el 3 % de las ganancias del film. Con la recaudación alcanzando los 700 millones de dólares, Groom creyó que se convertiría en uno de los escritores con más dinero de todo Hollywood. Pero el estudio, con una contabilidad lábil, repleta de maligna administración, no le liquidó ni un dólar porque afirmó que pese a los millones de entradas vendidas, con las campañas publicitarias y el rodaje costoso, habían perdido algo de plata.
Groom fue el primer encargado en adaptar la novela. Hizo tres versiones diferentes pero sus guiones se acercaban demasiado al texto original; tanto que ya había hablado con John Goodman para que interpretara al obeso Forrest. El protagonista con una evidente discapacidad mental tenía un rendimiento excepcional en una rama muy específica, la matemática. El éxito de Rain Man en 1988 condenó al ostracismo a ese primer intento de llevar Forrest Gump al cine. El proyecto quedó olvidado unos años hasta que un productor lo sacó del fondo de un cajón y le encomendó una nueva versión a Eric Roth. El guión de Eric Roth fue suficiente para que el estudio decidiera producir la película. El cambio de tono y sobre todo las diferencias en la construcción del personaje hicieron la diferencia.
Muchas veces se suele hablar de cómo Forrest se conecta con varios de los eventos más importantes de la segunda mitad del siglo XX norteamericano. De Elvis a Watergate, de Kennedy a la diplomacia del ping pong, pasando por la integración en las escuelas, la composición de Imagine y por el boom del aerobismo. Pero ese es el telón de fondo, una gran, elaborada y simpática escenografía en la que tiene lugar la larga relación del vínculo entre Forrest y Jenny –esa historia de amor- y de cómo un personaje sin muchas luces pero con una bondad extrema puede salir adelante. Robert Zemeckis alguna vez dijo sobre Forrest: “Es un personaje absolutamente honesto, que siempre honra su palabra, que no tiene opinión sobre nada excepto Jenny, su madre y Dios”. Es la historia de un amor incondicional.
Entre varias escenas emotivas, es probable que el momento en que Forrest conoce a Forrest Jr. sea el más conmovedor. En especial cuando le pregunta a Jenny si “¿el chico es inteligente o…?”.
Robin Wright deslumbra en pantalla con la interpretación de Jenny. Por su belleza y porque lleva adelante un papel complicado, bastante maltratado por los realizadores (abusada por su padre, no trata bien a Forrest cuando va creciendo, vapuleada por el Verano del Amor y las drogas, termina muriendo a causa del Sida –casi un lugar común: al menos a último momento quitaron del guión la escena en que mataba a su padre con un tractor).
En el estudio nadie tenía depositada demasiada confianza en el proyecto. Tal vez lo que los desorientaba era la diferencia de tono entre la novela que habían comprado un tiempo antes y el guión de rodaje. Algunos se preguntaban a quién podía interesarle esa historia de un chico lento e ingenuo que sólo adquiría velocidad al momento de correr. Y las escenas históricas eran vistas como un mero entretenimiento, algo así como fuegos artificiales, un envoltorio de algo vacío.
John Travolta, Bill Murray, Nicole Kidman, Jodie Foster, Demi Moore, Barry Sonnenfeld, Terry Gilliam, Penny Marshall. Esos son algunos de los grandes nombres de la industria que prefirieron dejar pasar el proyecto, que prefirieron no involucrarse.
Robert Zemeckis se enamoró de la historia de inmediato, sabía que él podía darle humanidad a ese personaje, dotarlo de ternura, y no quedar sepultado bajo la avalancha de fuegos artificiales. Tom Hanks aceptó una hora y media después de empezar a leer el guión. Apenas terminó la última escena, llamó a su representante y le dijo que comenzara a negociar el contrato y que agregara una cláusula más: cada escena que involucraba a personajes o eventos reales debía tener rigor histórico. Tom Hanks igualó con Forrest Gump un récord que poseía en soledad Spencer Tracy: ganó el Oscar al mejor actor protagónico dos años consecutivos (el anterior había sido por Philadelphia).
El presupuesto, pese a contar con una estrella como Hanks, y un director con grandes antecedentes como Zemeckis, no era tan abultado. Los efectos especiales se llevaban una buena parte del dinero. Con el rodaje bien avanzado la plata comenzó a agotarse. El pedido de fondos extras fue rechazado por el estudio. La respuesta fue inesperada: un listado de escenas que debían ser cortadas, eliminadas, en beneficio de la salud económica de la película. Zemeckis y Hanks se negaron. Ofrecieron recortar sus salarios a cambio de obtener un porcentaje en las posibles ganancias. Fue la mejor decisión económica de sus vidas. Se calcula que gracias a ese gesto, a esa señal de fe en el proyecto, Tom Hanks terminó embolsando más de 40 millones de dólares.
Durante la escena de la emboscada en Vietnam, nunca se muestra al enemigo. Está contada desde el punto de vista de los que reciben el ataque. Alguien puede pensar que eso se debió a la restricción presupuestaria que obligó a Zemeckis a ser más ingenioso. Haya sido ese el motivo o no, varios ex combatientes de Vietnam sostuvieron que esa era la escena de guerra más verosímil jamás filmada. Porque eso es lo que les pasaba a ellos en el campo de batalla. Había oscuridad, desconcierto, nunca veían al enemigo, todo ocurría súbitamente, demasiado rápido.
Unas semanas después del estreno, Gary Sinise recibió la invitación de un grupo de veteranos de guerra que tenían una asociación para ayudar a los que habían sufrido mutilaciones en Vietnam. El actor concurrió. Fue homenajeado por los ex combatientes y a partir de ese momento estableció una relación con ellos. Los ayuda en sus campañas y hace 30 años que acude a sus encuentros, sin faltar nunca.
Para la escena en que Forrest salva heroicamente al personaje de Gary Sinise, el guionista Eric Roth utilizó como fuente un caso real, el del soldado Sammy Davis. Ante la superioridad numérica del enemigo, en un enfrentamiento en noviembre del 67, Davis salió desguarnecido a disparar contra los enemigos. Abatió a muchos y dispersó a otros. Luego rescató a tres compañeros y siguió disparando sin que, milagrosamente, lo impactaran a él.
La película podría haberse llamado también Jimbo Meador, un nombre sonoro y contundente que no se trató de una invención de Groom. Jimbo era el mejor amigo del novelista en Mobile, Alabama; se desempeñaba como gerente general de una pesquera. De las charlas con él surgió la idea de que Forrest se dedicara a los camarones. En honor a su amistad, Groom en algún momento pensó en bautizar a su personaje como a su amigo. En lugar de eso, le dedicó la novela a Jimbo Meador. Según Groom, Hanks sacó la manera de hablar del personaje de Meador. Aunque el actor desmiente esta historia. Afirma que trabajó con un coach vocal para replicar la manera de hablar que tenía el actor que encarnó a Forrest de niño.
Como sucede con las películas que logran permear en el público de su tiempo, algunas de sus escenas y frases pasaron a integrar la cultura popular. En especial dos frases. La primera es la advocación de Jenny, el grito, el ruego que le hace a Forrest: “Corre, Forrest, corre”. La otra: “La vida es una caja de bombones”. Estimado lector dejo aquí una sugerencia, una pequeña advertencia: si usted alguna vez, por fortuna, tiene la posibilidad de cruzarse con Tom Hanks no le pida, repito, bajo ningún concepto le pida que diga esta frase, la más célebre de sus intervenciones en Forrest Gump. Es la mejor manera de ponerlo de inmediato del peor humor posible. Sólo se conoce una ocasión en que haya accedido a hacerlo; fue en el programa televisivo Inside the Actor´s Studio y por el pedido de su conductor James Lipton.
La banda sonora de la película se convirtió en otro boom. Eran tiempos en que los cds con los soundtracks podían vender millones. Y la de Forrest Gump batió récords: vendió más de 14 millones de copias. Un compilado de grandes canciones de los sesenta y los setenta. Dos discos, 34 canciones: Elvis, Dylan, Aretha, Creedence, The Byrds, The Doors, Simon and Garfunkel, Randy Newman, Fleetwood Mac.
Pero ese disco que proporcionó millones estuvo a punto de no existir. Cuando el director Robert Zemeckis pasó la lista de temas que pensaba incluir en su obra, el estudio la rechazó de inmediato, sin contemplaciones. El presupuesto estaba agotado y sobre pasado. No había dinero para adquirir los derechos de demasiadas canciones. Y mucho menos de esas que, en su mayoría eran muy caras.
Cuando tuvo el primer armado, Robert Zemeckis jugó su última ficha. Convocó a los principales ejecutivos del estudio y les pasó la película entera. En ese montaje había incorporado las canciones que él había imaginado para cada escena. Eran muchísimas (y demasiado caras).
Pero cuando terminaron de ver la película, los directivos ordenaron que adquirieran los derechos de cada uno de esos temas. La táctica de seducción de Zemeckis había funcionado.
A fin de año se estrena Here, la película que volverá a reunir a Tom Hanks, Robin Wright, Robert Zemeckis y al guionista Eric Roth.
El combo exacto, la tormenta perfecta en el momento adecuado. Buen guión, gran actor, actriz hermosa y precisa, personajes secundarios tridimensionales y queribles, diamantes pop de tres minutos, efectos especiales, una buena historia y mucho, mucho corazón.
Cuando se leen todos estos ingredientes, parece mentira que alguien, alguna vez, haya dudado de que la película pudiera funcionar.
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