La fama suele cobrar un alto precio por pertenecer y no son pocos los artistas que quedan inmersos en esa deuda. Un compromiso que se extiende en el tiempo. El éxito repentino, la explotación que suele venir aparejada por quienes buscan una tajada, hace que las facturas sean abonadas en cuotas por un cuerpo que se va recargando y que en un momento dice basta y estalla. Una verdadera bomba de tiempo que si no se desactiva en el momento adecuado puede llegar a dañar. No todos pueden soportar el peso del traje entallado de la popularidad y los ejemplos brotan rápidamente con tan solo un repaso mental.
Por Ever Correa – Infobae
Britney Spears conoció las mieles del éxito en plena adolescencia. Antes de cumplir los 10 años ya mostraba su talento en los escenarios como actriz y cantante para luego volcarse de lleno en el mundo de la música. A los 18 sacó su primer trabajo discográfico bajo el nombre de Baby One More Time. Según los sitios encargados de recopilar información referida a los números y datos, se transformó en la adolescente que más discos vendió. Nadie pudo superarla si nos enfocamos únicamente en ese período de vida. Fue catalogada como la mejor artista internacional de aquellos años… Todo esto, antes de cumplir los 20.
Sin embargo, en sus últimos 12 años solo se dispuso a cumplir reglas y a obedecer sin siquiera emitir opinión. Aquella joven talentosa se chocó de frente con los excesos que la fama le presentó. Quien supo hacer de su vida lo que quiso, hoy no puede disponer, por ejemplo, de su dinero ni de sus propiedades. Sin autorización, no puede ir de compras, no puede ver a sus hijos, no se podría casar si quisiera… No puede salir de su casa.
Pero los medios que siguen su día a día reflejan otras cuestiones que van más allá y que se representa con el dolor que siente. Hay incertidumbre desde su lado ante la imposibilidad de enterarse sobre los movimientos que se hacen desde sus cuentas bancarias. Mientras que su padre aduce que todos los meses rinde cuentas al fisco, ella y su nuevo abogado no están tan seguros de que las cuentas estén claras. Desconfían y no logran llegar al fondo de la cuestión.
Tampoco tiene la posibilidad de explayarse sin previa consulta. Cada frase o imagen que sube a sus redes sociales es previamente chequeada por el entorno que tiene su tutela. Esto abrió el paraguas protector de sus fanáticos y parte de su familia que no está de acuerdo con el régimen que debe obedecer.
En lo que respecta a su primera década como cantante, por ventas y récords que se apropió por mérito propio, se convirtió y fue enaltecida con el título de Princesa del pop. No fueron pocos los que se encargaron de ponerla, incluso, a la par de Madonna, considerada la reina del género, con todo lo que eso implica. Allí, con las luces encandilándola, empezó a vivir su vida arriba de una montaña rusa.
El tiempo de plenitud fue decayendo hasta que en el 2007 se vino la debacle que aún la persigue hasta estos días. Esa estrella que miraba a todos desde el cielo descendió a lo más profundo del infierno. Quedó enterrada en lo más oscuro del dolor y lucha por salir, contra los miedos, su enfermedad, pero también contra el entorno que se beneficia si ella sigue en este calvario.
En febrero del año mencionado ingresó a un centro de rehabilitación para desintoxicarse del consumo de alcohol y drogas, pero duró tan solo un día. Al salir decidió raparse la cabeza. Cuentan las narraciones de aquella época que su peluquera se negó porque la veía desorientada, con la mirada perdida, cuando la abordó en un estacionamiento, pero que ella le sacó las tijeras y comenzó a hacer el trabajo sola, mientras lloraba desconsoladamente. ¿El dato? El mechón de pelo se vendía a un millón de euros en la web, en una plataforma de compra y venta.
Su vida continuó sumergida en un tormento que la llevó a alejarse de lo más preciado. En octubre, siempre del mismo año, perdió la custodia de sus dos hijos, Seam y Jayden, fruto de la relación con el bailarín Kevis Federline, de quien se había separado un año antes. Así continuaron los sinsabores hasta que en enero de 2008, por disposición de la justicia, fue internada en un centro psiquiátrico bajo la ley 5140, la cual le permite a un juez internar a un ciudadano aún sin su consentimiento, si se comprueba que su integridad o la de otros corren peligro. Allí, el tribunal dictaminó que la cantante quede bajo la tutela de James, su padre.
Al poco tiempo, cuando le dieron el alta, comenzó a hacer una vida normal… No tan normal. Porque perdió el control de todos sus actos y accionares. Cada paso que intenta dar no lo puede llevar adelante sin pedir permiso a su papá pese a que ya tiene 38 años. Esta controvertida decisión movilizó a sus fanáticos, que se hicieron escuchar bajo el título de #FreeBritney (liberen a Britney), exigiendo su autonomía. En las últimas semanas, este movimiento se volvió a escuchar en todas las latitudes.
El hashtag nació en 2009 y desde entonces sus fans buscan respuestas allí. Tras varios años de tranquilidad, recobró importancia a fines del año pasado, cuando se dieron algunos cambios sobre su curatela que no fueron informados, como pide Britney, para que sus seguidores estén al tanto. Uno de ellos fue que su padre la obligó a dejar su casa de Las Vegas para que se mudara con él. Ella no quiso, pero debió obedecer. Al poco tiempo fue internada, una vez más en contra de su voluntad, en una clínica psiquiátrica.
En agosto de este año, su abogado, Samuel Ingham, pidió ante la Corte de Los Ángeles, Estados Unidos, que el padre no esté más a cargo de su integridad y que, además, salgan a la luz los detalles y procedimientos de la tutela que se viene llevando a cabo. Dicho pedido fue desestimado por el juez de la causa e incluso estableció que él siga como apoderado hasta el 2021. Según el letrado, Britney quiere seguir con la tutela, admite que no puede valerse por sí sola en la toma de decisiones, pero desea que sea la abogada especialista en el tema, Jodi Motgomery, quien ocupe el cargo. Sin embargo, no lo logró, pese a que el Código testamentario le da el derecho de nominar a un tutor para su herencia. Tampoco consiguió que ese puesto lo ocupe Jamie, su hermana menor.
La joven, que también es cantante y actriz, ha participado en más de una oportunidad del Free Britney. Ella es una de las pocas personas del grupo familiar que más llegada tiene. En la batalla de Spears contra su padre, al que no quiere a su lado porque desconfía de lo que está haciendo con sus finanzas, Jamie está de su lado.
Una batalla
Por un lado, el pedido tiene que ver, según el letrado que la patrocina, con continuar con la tutela, pero con más claridad. “Esto está lejos de una teoría conspirativa o de una broma, como James dijo a los medios. Lo que estamos pidiendo es razonable e incluso predecible del uso agresivo por parte de James para minimizar la cantidad de información puesta a disposición para el público”, comentó Ingham ante la prensa luego de hablar con el juez.
Continuando por la misma vía, las sospechas giran en torno a la fortuna que se está llevando su padre por el solo hecho de ser su tutor. Aquí entra a jugar lo moral. No son pocos los que ponen el foco en la figura de un padre cobrándole a su hija enferma para cuidarla y administrar sus bienes.
A tal punto, que la cantante Cher también aprovechó sus redes sociales para aportar su mirada y defenderla: “Trabajó duro, fue la gallina de los huevos de oro, hizo mucho dinero, enfermó, ahora es una vaca lechera… Alguien que hace dinero con ella estando enferma, ¿la quiere bien? Debería cuidarla alguien que no quiera nada de ella”, comentó en Twitter.
Desde el círculo íntimo de Britney creen que el pedido de renovación para ser quien dirija su vida tiene que ver con la posibilidad del incremento de sus arcas. La justicia dictaminó que ella le tiene que pagar un sueldo de 100 mil dólares a su padre por cuidarla, pese a que ella pide que ese trabajo lo realice otra persona. Al mismo tiempo, según People, ella prácticamente no tiene relación con su progenitor y, ante esto, pide una persona de mayor confianza a su lado, controlando su patrimonio.
La mala relación del padre de la cantante también se traslada a sus hijos y su ex pareja. Hace un año, Federline, el padre de sus hijos, denunció que uno de los nenes, Seam, fue maltratado por su abuelo en una de sus visitas a su madre. Según la denuncia, tuvo una discusión con su nieto, que luego se encerró en una habitación y James rompió la puerta a golpes e ingresó a los gritos para reprobarlo. Pese al tiempo transcurrido, este hecho aún sobrevuela a los integrantes del grupo familiar.
¿Tranquilidad?
En las últimas horas la mismísima Britney reapareció en sus redes sociales para llevar tranquilidad. Sus fieles, esos que luchan por que vuelva a tener control sobre su vida, advirtieron que desde el 19 de octubre no había actividad en sus redes, y lo hicieron saber. Se alarmaron y preocuparon. Ella hacía su aporte en las redes, incluso varias veces al día, pero de un momento a otro desapareció y las especulaciones estuvieron a la orden del día. No creyeron en la palabra de su hermana, que comentó que está atravesando su mejor momento después de mucho tiempo, y por eso la mismísima protagonista salió a brindar su palabra. Tampoco logran satisfacer los intentos de su novio, Sam Asghari, quien a través de sus redes sociales intenta llevar tranquilidad.
“Sé que se ha hablado mucho sobre mí y que la gente ha dicho cosas diferentes, pero solo quiero decirles que estoy bien”, comentó Britney en su regreso al contacto virtual con sus fans casi un mes después. Y finalizó: “Nunca antes había sido tan feliz. Les mando a todos mis mejores deseos y muchos cariños”.
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