Seis años después, Enrique Iglesias ha vuelto a su ciudad natal como si de un hijo pródigo se tratara, y lo ha hecho con un WiZink Center lleno y entregado durante un concierto de poco más de hora y media y con grandes efectos sonoros, en el que el madrileño ha repasado algunos de sus éxitos más conocidos.
De negro y con su inseparable gorra, el hijo de Julio Iglesias ha arrancado el concierto con «Move to Miami», con brazos abiertos en claro gesto de agradecimiento, seguido de «I’m a Freak» también acompañado por esos sellos tan personales como acercar la mano a la oreja y agarrar el micrófono con ambas manos.
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