Las revelaciones de L’Express sobre un posible concierto de Aya Nakamura en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París 2024, donde interpretaría piezas de Edith Piaf, desde febrero han suscitado un intenso debate en Francia con respecto a la identidad y el idioma de sus canciones, cuyas letras condimentadas con jerga local se mantienen a cierta distancia del francés académico.
Nakamura, la cantante francesa más popular tanto dentro como fuera del país, fue criada en un suburbio de la capital y mezcla sus letras en francés con árabe, inglés y dialectos de África occidental, como el bámbara, el idioma de sus padres, que son malienses.
Los críticos de derecha sostienen que su música no representa a Francia, mientras que, ante la posibilidad de que actúe en la inauguración del evento deportivo, la artista ha recibido una gran cantidad de críticas en Internet, indica The New York Times.
«No es un símbolo hermoso, es una nueva provocación de Emmanuel Macron, que debe despertarse cada mañana preguntándose cómo puede humillar al pueblo francés», expresó Marine Le Pen, líder del partido de derecha Agrupación Nacional en una entrevista con la radio France Inter.
Una encuesta reciente reveló que el 63 % de los franceses no aprueba la idea de Macron, al tiempo que aproximadamente la mitad de los encuestados afirman conocer a Nakamura solo de nombre.
La cantante hasta el momento no se ha pronunciado públicamente sobre la polémica en torno a su persona. «El furor por su posible actuación refleja una Francia fracturada», concluye The New York Times.
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