Las últimas imágenes y noticias que trascienden de Ricky Martin dan cuenta de un presente luminoso. Se lo puede ver con sus cuatro hijos, Matteo, Valentino, Lucía y Renn, sonriente junto a su esposo Jwan Yosef, pero también liderando protestas, llenando estadios, siendo tendencia en ese nuevo objeto de culto que son las redes sociales, yendo a vacaciones en lugares tan exclusivos como soñados, en suma disfrutando la vida a lo grande. Pero para llegar a este presente de paz, Ricky tuvo que atravesar zonas de guerra y dar el volantazo a tiempo para no terminar, como tantas estrellas, estrellado.
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En la Navidad de 1971, la mayoría de las familias de Puerto Rico se disponían a esperar la llegada de Papá Noel. Pero lejos del pan dulce y la sidra, Nereida Morales y Martín Negroni estaban en el hospital. Ese día nació Enrique José Martín Morales. Para sus conocidos, “Kiki” o “Quiquito” para el mundo: Ricky Martin.
Los padres de Kiki se separaron dos años después. el niño pasó su infancia alternando entre la casa de su papá y la de su abuela materna. Creció en una familia ensamblada con dos medio hermanos maternos, Fernando y Ángel Fernández, y tres medios hermanos paternos, Eric, Daniel y Vanessa Martín.
“A los seis años, yo ya agarraba una cuchara de palo de la cocina y la usaba como micrófono para cantar… canciones de Menudo o de grupos de rock americanos como REO Speedwagon y Led Zeppelin…”. Soñando subir al escenario encontró lo que le pareció lo más similar a una representación teatral. Se metió de monaguillo. “Para mí asistir al cura era como estar en el escenario, ya que técnicamente él era ‘la estrella’ de la misa”. Pero la celebración dominical le dejaba gusto a poco. Se anotó en el coro y el grupo de teatro escolar, además de tomar clases de canto y actuación. El esfuerzo dio resultado y apareció en algunos comerciales de televisión.
Como todo chico puertorriqueño con sueños de artista, deseaba entrar al grupo Menudo pero comprobó que querer no siempre es poder. En su primera y segunda audición lo rechazaron por ser más bajo que el resto. “Me aconsejaron que me comprara una pelota de basquetbol y que me pusiera a jugar para ver si crecía… Qué cínicos, ¿no?”.
Lejos de rendirse, insistió. En 1984, entró como reemplazo de Ricky Meléndez. Pronto se convirtió en el más popular de sus integrantes. En los conciertos, a la salida del hotel, él era el objeto de los aullidos de admiración más estridente. La fama había llegado a su vida y no se iría más.
Luego de cinco años en la agrupación juvenil, Ricky decidió comenzar su propio camino. Sin problemas con el idioma, armó las valijas y se instaló un tiempo en Nueva York pero después se fue a México. Para evitar “derrapes” sus padres administraban lo que había ganado y le mandaban solo 400 dólares por semana.
Los memoriosos recordarán que también anduvo por la Argentina. En 1986 grabó la telenovela Por siempre amigos donde compartió elenco con dos estrellas juveniles del momento: Adrián Suar y Pablo Rago. Se instaló en nuestro país durante seis meses. No estaba solo. Vivió con su amigo y ex Menundo, Draco Rosa. Cada vez que salían de grabar se encontraban con decenas de adolescentes de uniforme escolar que esperaban para saludarlos, algo a lo que ellos accedían sin divismo. Este video, invita a un pequeño viaje por el túnel del tiempo.
Desde entonces mantuvo con la Argentina y los argentinos un vínculo estrecho. Con algunos, como Marcelo Tinelli, construyó una amistad y con otros vivió anécdotas desopilantes. Con Campi casi se fue a las manos. El humorista viajó junto al equipo de trabajo de Videomatch para hacerle una nota. Luego de cinco días de espera, el boricua aceptó, pero “sin hacer humor”. Hubo un cruce de miradas y luego de palabras. “Nos separaron porque yo me iba al humo y el pibe también encaraba”. En una ocasión terminó durmiendo en la cama de Guillermo Coppola. “Él había venido a ver a un amigo que vivía pegado a un colegio de mujeres. Vino de sorpresa y las chicas lo vieron. Así que lo traje para mi casa porque era imposible que se quedara ahí. Tuve que hacer un operativo rescate. Y, por supuesto, le di mi cuarto”.
Fue en una de sus visitas que el boricua conoció a un argentino que movilizó su mundo: Juan Castro. El periodista estaba comenzando a ser conocido, pero Ricky ya era famoso. Compartieron salidas y encuentros clandestinos a los que el cantante llegaba escondido en el baúl de un auto. “Fue una relación hermosa. Y yo creo que él estaba enamorado de Juan”, reveló muchos años después Ronnie Arias, testigo de ese vínculo.
Esa relación vivida en la clandestinidad muestra la lucha interior a la que se enfrentaba Martin. Sus papeles en la telenovela General Hospital y en la producción de Broadway de Los Miserables lo habían catapultado al rol de galán. Sus canciones y presentaciones en vivo, donde derrochaba sensualidad, lo convertían en objeto de deseo y fantasía de sus seguidoras. Un breve repaso por los temas de su primer álbum solista deja bien en claro qué rol deseaban sus productores: Fuego contra Fuego, El amor de mi Vida, Dime que me quieres y Juego de Ajedrez.
Su pelo largo, el torso semidescubierto, su innegable facha sumado a una buena interpretación aumentaron su fama. En 1993 lanzó su segundo disco, que incluía los éxitos Me Amarás y No me pidas más.
Su tercer disco, A Medio Vivir, y su buen manejo de idiomas –habla inglés, español, francés y portugués- le permitió ser conocido en países que aún no sabían de su talento: Francia, Finlandia, Bélgica y España. Por primera vez uno de sus temas, María, provocó polémica. Una de sus estrofas dice: “Así es María/blanca como el día/pero es veneno si te quieres enamorar/Así es María/tan caliente y fría/que si te la bebes de seguro te va a matar” y algunos lo asociaron como una oda a la cocaína. El artista se encargó de aclarar que era una “canción que habla de las mujeres latinas y de los adictivas que pueden ser”.
Su siguiente álbum, Vuelve, vendió 6 millones de copias. El tema La Copa de la Vida lo hizo famoso en el mundo. La FIFA necesitaba con urgencia un himno atractivo para el Mundial de Francia 1998 y lo convocaron. “Tengo que admitir que el desafío me puso un poco nervioso, pero el enorme potencial de crecimiento para mi carrera fue tal que decidí aceptarlo”. Mal no le fue. Cantó en la ceremonia inaugural. Desde un palco Madonna y los Rolling Stones miraban asombrados a ese latino que los hacía bailar.
Ricky iba por más y con 15 años de carrera artística, decidió lanzar su primer disco en inglés que incluía el tema, Livin´ La Vida Loca, el cual puso a bailar a todos. El cantante se convertía en una súper estrella de la música. El tema alcanzó el primer lugar en las listas de los Estados Unidos pero también en naciones con una cultura tan distinta a la latina como Canadá, Reino Unido, Alemania y Nueva Zelanda. No fue fácil. “En algunas partes del mundo la gente se sorprendía de verme llegar sin sombrero de mariachi. Pensaban que todo, desde México hasta la Patagonia, es lo mismo y que todos comíamos tacos y cantábamos rancheras”.
Algunos detractores de la rickymanía aseguraban que el éxito no era suyo sino de Desmon Chil y Draco Rosa, su ex compañero de Menudo, autores y productores de todos sus hitazos. Lo cierto es que con amigos o no, el carisma y la atracción de Ricky eran innegables e imparables. Cristina Aguilera, Miguel Bosé, Jennifer Lopez y hasta Madonna deseaban colaborar con él.
Con el éxito asegurado, todos se preguntaban quién ocupaba su corazón. Fue pareja de la cantante Alejandra Guzmán, quien según aseguró le dio los mejores besos de su vida. En pleno auge de La vida loca tuvo una relación breve con la modelo Inés Misan. Pero su relación más duradera fue con la conductora mexicana Rebecca de Alba.
Profesional como pocos y simpático sin impostar, Ricky Martin siempre se mostraba atento con la prensa, pero la mantenía al margen sobre su vida privada. “Mi intimidad es algo que defenderé a capa y espada. Tuve mis escándalos, pero lo bueno es que nadie se enteró. Si no cuento nada y me llaman ‘sex-symbol’, imaginen si contara”.
Los que conocían su intimidad le decía, pedían, ordenaban que no diera a conocer su orientación sexual. Temían que sus millones de seguidoras lo abandonaran, su carrera se arruinara y obviamente su cuenta bancaria disminuyera.
“Crecí en una cultura que me decía que mis sentimientos eran horribles, que mis sentimientos eran malvados. Y a eso le sumás que yo era como un ídolo de las adolescentes, un sex symbol”, contó el intérprete de La mordidita y agregó “estaba rodeado de amigos que me decían: ‘¡No lo hagas! no salgas (del clóset) o será el final de tu carrera’. Me lo decía gente que me quiere, gente que quiere lo mejor para mí y personas que simplemente eran víctimas de la homofobia”.
Lejos de las cámaras, Martín hablaba de sus verdaderos sentimientos. Se enamoró de un hombre por primera vez cuando se mudó a Los Ángeles; un locutor que por las noches desde su programa de radio le enviaba mensajes que solo él entendía. El primer indicio se manifestó mientras miraba la película Fiebre de sábado por la noche. Una escena de John Travolta en calzoncillos lo movilizó tanto que vio la película ocho veces.
En 2009 sorprendió con la noticia del nacimiento de sus hijos, los mellizos Valentino y Matteo. Las especulaciones estallaron. ¿Estaba en pareja? ¿Quién era la madre de los chicos? Acostumbrado a la presión mediática, el boricua solo dejó en claro que “Yo no alquilé un vientre. Esa expresión la utilizan los fundamentalistas conservadores. Me prestaron un vientre. No pagué por él. Le daría la vida a la mujer que me ayudó a traer a mis hijos al mundo”.
La llegada de Matteo y Valentino lo animó a contar lo que le aconsejaban callar. No le importó si arruinaba su carrera, si sus seguidores lo abandonaban o si destruía para siempre su imagen. “No quería que mis hijos crecieran en una casa llena de mentiras o incluso pensando que había algo malo en ser homosexual”.
Sintió que debía contar quién era. Quizás perdería fama, dinero e imagen pero ganaría en el amor y respeto de sus hijos. En marzo de 2010 a través de su página web y después de casi dos décadas escuchando especulaciones sobre su sexualidad, el cantante dijo que es gay. “Les juro que cada palabra que están leyendo aquí nace de amor, purificación, fortaleza, aceptación y desprendimiento. Que escribir estas líneas es el acercamiento a mi paz interna, parte vital de mi evolución. Hoy acepto mi homosexualidad como un regalo que me da la vida. ¡Me siento bendecido de ser quien soy!”.
Tiempo después contó que estaba en pareja con un hombre, Carlos González. La relación duró de 2008 al 2014. Con quien está casado ahora y tuvieron dos hijos es con Jwan Yosef.
Aquel mensaje que escribió en el 2010 en su página web, lejos de paralizar su carrera, la potenció mucho más. En Pausa colaboraron Sting, Residente, Bad Bunny o Diego “El Cigala”. Treinta y tres mil personas vieron sus shows en su última visita a la Argentina.
Harto de tantos años de silencio hoy se convierte en la voz de los que no tienen voz. El año pasado lideró las protestas contra el gobernador de Puerto Rico por sus comentarios sexistas y homofóbicos. Además se atrevió a criticar el gobierno de Trump. “Yo, un hispano, gay, casado con un hombre árabe, viviendo en los Estados Unidos en la era de Trump. No es fácil. Pero yo no soy una víctima. Al contrario. Vamos a utilizar nuestra voz para todos aquellos que no son escuchados. No podemos seguir diciendo en broma ¡ay, jodido negro! o ¡jodido maricón! solo porque es así, porque es mi amigo y a él no le molesta. Así que basta. Yo no puedo cambiar el mundo, aunque sí puedo cambiarme a mí y a mi familia. Aceptar que con mi palabra hice daño sin saberlo. Ahora quiero ayudar”. Lo está haciendo.
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