El periodista del portal Gizmodo Eduardo Marín, realizó una crítica de la película de Mortal Kombat, sin ningún tipo de spoilers.
Han pasado casi tres décadas desde que nació Mortal Kombat, una saga de videojuegos de pelea que se centraba en la violencia y el gore con una historia básica, pero que funcionaba para los juegos. Una nueva película ha intentado llevar esa historia a la gran pantalla. ¿Ha funcionado?
En gran parte, sí. Pero no por la historia, sino por los personajes.
Simplemente llamada Mortal Kombat, este es el tercer intento de llevar a la gran pantalla la historia de la saga de juegos de pelea creada por Ed Boon y John Tobias en el año 1992. La primera película llegó en 1995, y aunque no es perfecta, hizo muchas cosas bien y la recordamos con aprecio y nostalgia. Ese no es el caso de Mortal Kombat: Annihilation de 1997, la secuela que nunca debería haber existido.
¿Qué sucedería si vivimos en medio de distintos reinos o dimensiones, y uno de ellos quiere apoderarse del resto? Según el universo de Mortal Kombat, se debe llevar a cabo una serie de torneos en los que los reinos envíen a sus mejores luchadores para defenderse de una invasión, en medio de batallas absurdamente violentas y con seres tan exageradamente monstruosos que no deberían existir. Esa es la historia de Mortal Kombat, y la nueva película la respeta, la mantiene, pero aun así innova para bien.
Después de todo, ¿qué necesidad tiene una película con semejante trama de tomarse en serio e intentar cambiar el séptimo arte? Ninguna. Una vez que el director y guionista parecieran haber entendido eso, la película tiene un ritmo lleno de lo que queremos ver: golpes, muchos golpes y mucha violencia bajo distintas excusan que, al final, dan igual.
La fórmula de la nueva película de Mortal Kombat funciona, en esencia, porque se centra en tres aspectos: los personajes, los tributos necesarios pero no exagerados a los juegos, y que más que ser una historia de origen también sirve de precuela a lo que se viene. Porque si de algo podemos estar seguros es de que Warner Bros tiene en sus planes hacer más películas de esta saga. Si lo lograrán, tendremos que esperar para saberlo.
Cuando digo que el film se centra en sus personajes me refiero a que los grandes protagonistas de esta historia son tres personas, dos muy conocidas y uno completamente desconocido: Cole Young, interpretado por el actor y artista marcial Lewis Tan, es un personaje completamente nuevo creado para esta película que sirve como conductor de la historia, la excusa que usa el film para que podamos empatizar con un personaje más “humano” y, al mismo tiempo, presentar algo nuevo para el mundo de Mortal Kombat.
Los otros dos protagonistas son, quizás (o más bien, sin dudas), los dos personajes más populares del universo de Mortal Kombat: Scorpion y Sub-Zero. Mientras que en la película de 1995 estos no fueron más que personajes secundarios que solo sirvieron para escenas de pelea, en esta nueva película han entendido que, tras casi 30 años, los fans de la saga tienen en mucha estima a Scorpion y a Sub-Zero, quizás más que a ningún otro personaje. Merecen su propia historia y merecen ser importantes para la película.
Los primeros minutos de Mortal Kombat cuentan la historia de origen de estos dos personajes, hablándonos de una rivalidad que tiene muchos siglos, incluso antes de que nacieron Hanzo Hasashi y Bi-Han, nombres reales de estos dos ninjas con poderes que conocemos en la saga de juegos. Y la elección del actor Hiroyuki Sanada para interpretar a Hanzo Hasashi, Scorpion, es perfecta. El actor japonés tiene tanto el aspecto que intimida y serio digno de un samurái como la experiencia interpretando a espadachines nipones.
De hecho, todos los actores que han elegido para los personajes lo hacen genial, con una excepción, Incluir a artistas marciales para interpretar a personajes como Liu Kang, Kung Lao y el mismo Sub-Zero fue una gran excepción. Kano, con su tono sarcástico, irónico, burlón y desagradable, es interpretado de manera brillante por el actor Josh Lawson. Y Jessica McNamee hace de una gran y creíble Sonya Blade. Sin embargo, la versión de Shang Tsung, el macabro hechicero y villano del mundo de Mortal Kombat, dejó mucho que desear. Era muy difícil superar al gran Cary Tagawa, quizás el mejor actor y personaje de toda la película de 1995.
De resto, Mortal Kombat hace bien todo lo que tiene que hacer bien. La película tiene violencia extrema que incluye una escena en la que le arrancan el corazón a alguien usando solamente las manos, tiene guiños muy inteligentes y sutiles a los juegos, como movimientos y golpes que quienes llevamos muchos años jugando a Mortal Kombat podremos reconocer al instante, y guiños no tan sutiles como cuando un personaje dice “Flawless Victory”.
La historia no intenta tomarse tan en serio o ser tan caricaturesca como lo es la película de 1995, teniendo sus momentos gracioso y reconociendo lo absurda que es la idea de todo lo que está pasando, pero aun así tiene sus momentos de tensión y drama, sobre todo, de nuevo, en la historia de Scorpion y Sub-Zero. De todas formas, no esperemos mucha seriedad de una película así. Sigue siendo Mortal Kombat, y eso está bien.
Al final, Mortal Kombat, dirigida por Simon McQuoid y producida por James Wan, es otra prueba de que sí puede haber buenas películas de videojuegos, que no necesitan tomarse tan en serio para funcionar, ni ridiculizarse al extremo como es el caso de la película de Doom, por ejemplo. Me dejó con ganas de más. De hecho, en los últimos años, con la llegada de películas como Sonic y Detective Pikachu, hemos disfrutado de entregas al menos aceptables y en ocasiones buenas basadas en videojuegos. Ya era hora.
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