De la ciencia a la fantasía, la pregunta sobre si hay vida inteligente en otros puntos del universo se mantiene viva y “sin respuestas sencillas”, como repite Jacques Vallée. Acaso este científico sea la encarnación perfecta de ese arco: tras décadas de investigación creó la primera base de datos sobre el tema de los ovnis y su labor inspiró la figura del experto francés en Encuentros cercanos del tercer tipo, la película de Steven Spielberg.
Su voz atraviesa una recopilación particularmente seria y exhaustiva de los incidentes con objetos voladores no identificados, “una historia paralela a la que creemos que conocemos”, según el relato en off de Peter Coyote que abre The Phenomenon. Se trata de un documental del ufólogo James Fox que se acaba de estrenar en numerosas plataformas digitales que se propone “examinar una cantidad de pruebas eliminadas” sobre —precisamente— el fenómeno de los avistamientos inexplicables, durante “al menos los últimos 70 años”.
A diferencia de otras películas sobre vida extraterrestre, la de Fox ha recibido elogios unánimes de medios serios en los Estados Unidos —de donde son la mayor parte de los casos de ovnis que exhibe— y el Reino Unido. Eso se debe a una clave de su enfoque: emplear “informes hechos por observadores creíbles sobre cosas relativamente increíbles”, como sintetizó el general John Samford, antiguo director de inteligencia de la fuerza aérea, en un episodio que se cita.
“Tenemos que comenzar a entender que no estamos solos en el universo”
Acaso los entrevistados de Fox más reconocidos sean el ex senador Harry Reid, impulsor de un programa en el Departamento de Defensa para el estudio de ovnis, y Christopher Mellon, ex subsecretario adjunto de Defensa para la Inteligencia. “Todo lo que sabemos sobre la humanidad y su lugar en el universo indica que somos parte de la norma, no la excepción«, dijo, con lógica sin vueltas. «Tenemos que comenzar a entender que no estamos solos en el universo”.
Fox también dialogó con a Leslie Kean, autora de UFOs: Generals, Pilots, and Government Officials Go on the Record (Ovnis: generales, pilotos y funcionarios hablan oficialmente) y sobre todo de la gran revelación, en 2017, del Programa para Identificar Amenazas Aeroespaciales Avanzadas (AATIP) en el Pentágono, que funcionó de 2007 a 2012 para pasar entonces a áreas de inteligencia de Defensa con otro nombre pero las mismas funciones. Entre otros materiales que se difundieron había videos: en 2020 el Departamento de Defensa confirmó que eran auténticos.
Además de historiadores especializados en ovnis, como Chris Pittman y David Marler; ex astronautas como Edgar Mitchell, expertos en bioquímica como Garry Nolan y —por supuesto— Vallée, The Phenomenon presenta valiosos clips de presidentes como Bill Clinton o Gerald Ford, funcionarios y asesores como John Podesta y Bill Richardson. Y también testigos de lo increíble, con un segmento particularmente conmovedor: al testimonio histórico sobre un avistamiento que ofrecieron unos niños de la escuela Ariel de Zimbabwe hace 14 años, suma la voz de ellos en la vida adulta.
“Si se muestra hostil, tienes que disparar”
La investigación de Fox señaló un detalle llamativo: la abundancia de avistamientos en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el país emergió —entre otras cosas— como potencia atómica. Puede que hayan aumentado por una miríada de razones, desde las psicológicas a las tecnológicas. Pero difícilmente se trate de algo casual, sospecharon los expertos consultados.
En 1955, Wiliam Coleman, piloto condecorado en la Segunda Guerra Mundial, salió de Miami para un viaje de rutina. Observó un punto brillante: “Creo que es un reflejo del sol”, pensó. Pero hacía un descenso extraño para ser sólo un truco de la luz. Se acercó, “por detrás, desde la cola” y se desconcertó aún más: “Esa cosa no tenía cola ni alas”. Su sombra en el terreno era redonda: “Un verdadero plato volador”, dijo a Fox Coleman, un hombre canoso hasta la barba canosa, con todas sus medallas en una vitrina a sus espaldas.
Cuando aterrizaron, el proyecto Blue Book —la unidad de investigación de ovnis de la Fuerza Aérea— les informó, por separado, qué podrían haber visto. Y les subrayó que “la tarea de contacto con un objeto desconocido tiene un protocolo claro: si se muestra hostil, tienen que disparar”.
Un poco más atrás, en 1947, apenas terminada la guerra, un piloto de Boise, Oregon, llamado Kennet Arnold, había contado a la agencia AP que había “nueve objetos como platillos que volaban a una velocidad increíble a 10.000 pies de altitud”. Como Coleman luego, buscó las colas. Y no ls encontró: “Parecían espejos bajo el sol”. No tenía idea de qué podían ser: ¿los militares, la inteligencia? ¿Los pares de los funcionarios en otras potencias?
Mientras lo acosaban los periodistas del mundo entero y el presidente Dwight Eisenhower le estrechaba la mano, el piloto de United Airlines, E.J. Smith, quien también volaba la ruta suroeste, dijo que seguro había sido un reflejo: Hasta que él mismo vio esos aparatos desconocidos; en su caso, unos cuatro. “Aquellos meses —registró el historiador de ovnis Pittman— tuvieron mucha actividad”.
El primer memo secreto: así comenzó el ocultamiento
Junto con la celebración popular del fenómeno surgió una preocupación de las autoridades militares sobre cuánto comunicar a la ciudadanía. El 23 de septiembre de 1947 un memo secreto dedicado a los platos voladores” advirtió: “El fenómeno sobre el que se ha informado es algo real, y no visionario o ficticio”.
Distinguió que existía la posibilidad de que algunos fueran “causados por fenómenos naturales, como meteoros”, pero el hecho de que algunos mostrasen “características de operatividad como alta velocidad para elevarse, atributos de maniobras y acciones que se deben considera claves cuando los avistan o los contactan naves amigas y radares” complicaba la hipótesis de la naturaleza.
El teto también describió “discos voladores” metálicos, “con formas circulares o elípticas, chatos en la base y como un domo en la parte superior”. Y que siempre aparecían juntos, como una flota, algo que presentaba “implicaciones para la defensa nacional”.
Otro caso de enorme repercusión sucedió en McMinnville, Oregon, el 11 de mayo de 1950 Evelyn Trent se levantó muy temprano y fue a alimentar a los conejos cuando vio algo extraño; le dijo a su esposo, Paul, quien logró dos tomas, negativo fílmicos en los que hoy se en, además de los objetos desconocidos, huellas digitales pegadas por el polvo del tiempo en los negativos fílmicos.
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