La luz está disparada en Europa. Los precios de la electricidad llevan varias semanas a niveles récords y consumidores y empresas sufren pagando de su bolsillo facturas desorbitadas.
Por BBC MUNDO
«Están desquiciados. En España ha habido subidas de hasta 15 euros de megavatio por hora de un día para otro. Es una barbaridad», dice a BBC Mundo Joaquín Giráldez, socio cofundador de Ingebau, una consultora especializada en energía en Sevilla, España.
El 15 de septiembre de 2020, el megavatio/hora en Alemania y Francia promediaba los 56 euros (US$66). El 15 de septiembre de este año promedió 166 euros(US$195), según la consultora global de energía y materias primas ICIS.
El mismo día, España registró 177 euros (US$200) por megavatio/hora. Un año antes costaba 50 euros (US$58), una subida de más del 150%.
Para aplacar el impacto en el consumidor, el gobierno de España, presidido por el socialista Pedro Sánchez, anunció esta semana una reducción de varios impuestos sobre los precios de la electricidad.
Otros gobiernos europeos también planean intervenir.
Analistas y organizaciones advierten que, de prolongarse la crisis, Europa podría enfrentarse a un duro invierno, con posibles apagones de electricidad, cierre provisional de fábricas y más subida de precios.
Un riesgo extra de muertes por frío y un lastre para la recuperación económica tras el varapalo de la pandemia.
En Reino Unido, por ejemplo, se estima que 10.000 muertes al año están vinculadas a habitar una vivienda sin climatizar, según la organización caritativa National Energy Action.
El disparatado precio del gas natural está detrás de esta tendencia alcista. Pero, ¿cómo se explica la frenética subida de este combustible? ¿Qué puede pasar con el resto de materias primas?
1. Bajas reservas
«La demanda mundial de gas ha aumentado sin que suba a la par la oferta. El megavatio de gas cotizaba alrededor de los 10 euros el año pasado. Ahora mismo ronda los 70 euros», explica Giráldez.
En plena transición ecológica, buscando fuentes de energía con menor impacto medioambiental, Europa depende del gas natural.
La combustión de esta fuente de energía emite mucho menos CO2 que el petróleo y el carbón.
El invierno es la época en que más se consume; clave para calentar hogares. También se utiliza en transporte y otros procesos industriales.
Cada verano, el continente repone sus reservas para afrontar los meses más fríos. Lo ideal es que a estas alturas haya un 90% almacenado, pero ahora mismo solo hay un 70% en países como España.
«Esto es horrible», califica Carlos Martín, de la consultora energética española Enerjoin.
«El invierno pasado fue duro y prolongado. La demanda de gas subió mucho. Se utilizó demasiado de las reservas», explica a BBC Mundo el analista Roy Manuell, de ICIS en Londres, Reino Unido.
Por otra parte, Martín dice que «en Europa no se han hecho los deberes a tiempo».
«Hemos tardado en comprar reservas esperando a que los precios del gas bajaran. Ahora nos hemos acercado peligrosamente a la época en que más se consume, cuando ya los precios se han comenzado a disparar», analiza Martín para BBC Mundo.
2. Competencia internacional
Al igual que Europa, Asia también ha sufrido un invierno muy frío. Esto se traduce en más demanda de gas desde países con gran población como China.
Además, la recuperación de la actividad económica tras varios meses ralentizada por la pandemia empuja todavía más la necesidad de quemar combustible.
«El problema de gas es global: China, Japón, Pakistán, Europa. Todos están afectados», dice Giráldez.
Europa suele abastecerse en gran parte del gas provisto por Rusia y Noruega.
Ambos países han sufrido varios problemas de suministro y, aunque este jueves se corrigió un 14% la tendencia alcista en precios por un reestablecimiento del flujo del gas noruego, los inventarios siguen en números críticos.
El ambicioso proyecto Nord Stream 2, un gasoducto desde Rusia hacia Europa a través del Báltico, no termina de ponerse a punto. Esa fuente alternativa también lastra las reservas.
«Europa ha tenido que buscar otras alternativas, pero los buques metaneros prefieren ir a Asia. Europa no puede competir contra Asia en precios», señala Martín.
«En nuestro continente también tenemos el problema de los derechos de emisiones de CO2, un ‘papelito’ que subastan los Estados miembro para que utilicen las empresas que emiten CO2. Pero estos derechos, en medio de la transición ecológica, son también muy caros», explica Giráldez.
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