La creciente expansión por el territorio de Venezuela del colombiano Ejército de Liberación Nacional (ELN), gracias al apoyo del régimen de Nicolás Maduro, así como su progresivo reclutamiento de venezolanos, que buscan asegurarse un sustento en un país hundido por el colapso económico e institucional, están cambiando la naturaleza de este grupo insurgente narcoterrorista.
Por Emili J. Blasco / ABC
El ELN está dejando de ser una organización meramente colombiana, que buscaba refugio en el lado venezolano de la frontera –un santuario tanto para este grupo como para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desde la presidencia de Hugo Chávez–, para convertirse también en organización venezolana, operando en el interior de Venezuela y comenzándose a implicar en las estructuras políticas de poder local de diversos municipios.
La participación del ELN en el negocio minero del estado Bolívar, a cientos de kilómetros de la línea fronteriza colombo-venezolana, marca su grado de penetración en la actividad ilegal amparada por el chavismo, mientras que el reclutamiento de al menos 250 venezolanos –una cuarta parte de su fuerza operativa en Venezuela– dispara las alertas sobre una perpetuación del ELN en suelo venezolano como grupo violento contrario a la recuperación democrática en la era post-Maduro.
Si esto último se materializara, Colombia no solo habría traspasado a Venezuela el problema que ya constituye el narcotráfico, sino que además le habría trasladado la realidad de la violencia terrorista. Eso no haría más que consolidar la paradoja de que mientras décadas atrás se temía por una Colombia fallida, frente a lo que aparecía como una Venezuela próspera, la evolución ha sido la contraria. Y mientras Bogotá ha encontrado el camino de la paz con las FARC, Caracas ha abierto la puerta a la violencia del ELN, que aunque sigue operando en Colombia, allí se ve fuertemente confrontado por el Gobierno de Iván Duque.
Washington y Bogotá confirman
En los últimos meses diversas informaciones han puesto de relieve la expansión del ELN en Venezuela. El jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el almirante Craig Faller, ha asegurado que el ELN tiene «absoluta libertad de maniobra» en ese país, el cual ha convertido en lugar de reclutamiento y de financiación a través de actividades de narcotráfico, minería ilegal, lavado de dinero, extorsión y secuestro. Por su parte, la máxima autoridad militar colombiana, el general Luis Navarro, ha indicado que el ELN cuenta con unos 2.400 combatientes, de los cuales unos mil se encuentran en Venezuela; según Navarro, el grupo ha reclutado al menos unos 250 venezolanos.
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El «Wall Street Journal» cita diversos testimonios que indican que el ELN lleva a cabo muchas de esas actividades «junto con elementos de las Fuerzas Armadas de Venezuela», y «con el pleno conocimiento de altos cargos del Gobierno de Maduro». Así, la entrada del ELN en las actividades mineras del estado Bolívar se ha debido a la conveniencia de mandos militares y altos funcionariosdel Gobierno de contar con una fuerza de choque para confrontar posibles rivales en la explotación de oro, diamantes, coltán y otros minerales. A cambio de ese servicio el ELN obtiene un porcentaje de los beneficios.
Si el ELN obtiene la importante financiación que le aportan el narcotráfico, la minería ilegal y otros negocios ilícitos en los que se ha implicado en Venezuela, el chavismo aspira a contar a cambio con un potente grupo armado que pueda hacer frente tanto a una hipotética incursión exterior como a una insurrección popular, según el WSJ. A diferencia de los «colectivos» (las pandillas armadas que defienden al Gobierno en escaramuzas callejeras), los integrantes del ELN tienen experiencia de enfrentamiento directo contra organizaciones más potentes.
Organización venezolana
El reclutamientos de venezolanos también ha sido destacado por Jeremy McDermott, director de la publicación «Insight Crime», según la cual ha sido «reportada» la presencia del ELN en doce de los 24 estados en que se divide Venezuela; en cinco de ellos se trata de «presencia armada y uniformada». En estados fronterizos como Táchira, Apure y Zulia el grupo ha estadodistribuyendo las bolsas de comida del Gobierno, insertándose así en la estructura oficial y ganando ascendencia sobre la población. Esa expansión se está desarrollando mediante un reclutamiento de «centenares» de venezolanos.
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Esto ha llevado a McDermott a hablar del ELN como grupo «colombo-venezolano», mientras que otro experto, Phil Gunson, del International Crisis Group, concluye que el ELN «se ve cada vez más como una guerrilla venezolana». Sin embargo, no consta que, como consecuencia de esto, elementos venezolanos hayan entrado a formar parte de la cúpula del grupo, pero probablemente esto sea solo cuestión de tiempo.
Adiestramiento sobre uso de misiles
En la parte venezolana de la frontera con Colombia también opera lo que se ha dado en llamar «mafia ex-FARC» (disidentes de las FARC que han seguido con el narcotráfico y otras actividades criminales); algunas de esas células tal vez podrían haberse hecho con alijos de armas que presuntamente las FARC escondieron en territorio venezolano antes de firmar la paz con el Gobierno colombiano.
A la espera de si antiguos máximos dirigentes de las FARC que han decidido salirse del marco del proceso de paz, como es el caso de Iván Márquez, se reintegran a la lucha armada y transforman los residuos operativos en una resucitada organización «político-guerrillera», el Gobierno de Maduro ha fortalecido sus vínculos con el ELN.
El máximo jefe militar colombiano, el general Luis Navarro, ha asegurado que soldados venezolanos han enseñado a combatientes del ELN a utilizar los misiles portátiles Igla, que forman parte del arsenal que el Ejército de Venezuela ha venido adquiriendo de Rusia. Navarro ha precisado que esto ocurrió fuera de las bases militares venezolanas y que las sesiones tuvieron carácter clandestino, pero es difícil creer que estas no contaran con la autorización y el apoyo de altos mandos del Ejército.
Con información de ABC
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