En medio de un escenario desgarrador y profundamente complejo, la frontera entre México y Estados Unidos se ha convertido en testigo de la creciente vulnerabilidad de los niños migrantes, un fenómeno donde el tráfico de menores ha encontrado un nicho de explotación para los traficantes de personas, comúnmente conocidos como «coyotes».
La activista y defensora de derechos humanos Glady Cañas, presidenta de la ONG Ayudándoles a Triunfar, compartió sus preocupaciones en NTN24, arrojando luz sobre esta alarmante realidad.
Según Cañas, son muchas las razones que llevan a las familias a embarcarse en esta peligrosa travesía, pero las más recurrentes están profundamente arraigadas en contextos de desesperación, pobreza extrema y la búsqueda de un futuro mejor en Estados Unidos.
«Realmente, en esta confusión de noticias que se oyen actualmente», las mafias que trafican con niños menores son las que más se benefician. «Es un negocio muy redituable», señala la activista, quien ha sido testigo directo de las condiciones a las que son sometidos estos menores en la frontera.
Casos como el de una niña de 12 años y su hermana de 6 abandonadas a su suerte por los coyotes, destacan la falta de consideración por parte de los traficantes hacia la seguridad y bienestar de los niños.
Estos incidentes reflejan un patrón común donde los menores son tratados como mercancías. «A ellos les interesa lucrar, satisfacer sus ambiciones», explica Cañas, subrayando su preocupación por el destino de miles de niños que enfrentan peligros que incluyen la explotación laboral y el abuso sexual.
El fenómeno migratorio actual no es solo atribuible a los rigores de las leyes estadounidenses. «Es también responsabilidad de los gobiernos expulsores», destaca Cañas, aludiendo a la necesidad de que los países de origen trabajen para mejorar las condiciones de vida y ofrecer oportunidades a sus ciudadanos.
“Hay 32.000 niños desaparecidos ahorita que no se saben a dónde fueron a parar, en qué hogares están. No sabemos si están en trata de personas, no sabemos si están utilizados para trabajos no gratos”, revela Cañas.
Sin embargo, el deseo de alcanzar el «sueño americano» sigue impulsando a miles de familias a tomar decisiones potencialmente devastadoras para su futuro.
Incidentes trágicos, como el de una niña que perdió sus piernas al intentar abordar un tren, son un crudo recordatorio de las devastadoras consecuencias de la migración irregular. Además, Cañas enfatiza en la gravedad del impacto emocional que acompaña a estos menores por el resto de sus vidas.
La situación en la frontera sigue siendo un desafío humanitario complejo que requiere esfuerzos coordinados y sostenidos por parte de las autoridades de ambos lados de la frontera, así como de la comunidad internacional.
La voz apremiante de activistas como Glady Cañas sigue siendo crucial para generar conciencia y buscar soluciones que protejan a los más vulnerables en esta crisis: los niños.
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