En la última década fue exponencial el crecimiento de las exportaciones de caballos vivos para el consumo humano, siendo Japón uno de los países donde más se consume ese tipo de carne. Cada vez es mayor y más pronunciado el reclamo de activistas por los derechos animales para que se prohíban las exportaciones de equinos.
Es que, además de oponerse a su consumo, denuncian las condiciones en las que son trasladados desde países como Canadá y Francia. En ambos casos se trata de vuelos largos, en los que los animales no reciben agua, alimentos, y tampoco pueden descansar.
“Siendo veterinaria no me gustó lo que vi. Estos caballos no están entrenados, ni acostumbrados a este tipo de transporte (…) Son caballos grandes, es totalmente imposible que se acuesten en esos contenedores”, explicó Judith Samson-French, una veterinaria canadiense que en varias oportunidades se acercó al aeropuerto de Calgary para ver en primera persona las condiciones en que son enviados los animales a Japón.
Comentó, además, que los caballos son cargados en grupos de tres o cuatro, en contenedores de madera que sólo permiten que sobresalga la cabeza del equino. En algunos casos, los animales son demasiado altos para caber en esos depósitos, lo que genera malestar, desesperación e impaciencia en los caballos.
Desde aeropuertos del oeste de Canadá, por ejemplo, se han mandado por avión 40.000 caballos vivos desde 2013. Y la reglamentación canadiense señala que el viaje puede durar hasta 28 horas.
Al llegar a Japón, los caballos quedan 10 días en cuarentena en instalaciones del gobierno, explicó un artículo del diario británico The Guardian. De allí los llevan a campos donde los hacen engordar durante un año antes de sacrificarlos para cubrir la demanda de populares platos de comida.
Un trabajo de investigación de la consultora Williams & Marshall Strategy señaló que entre el 25% y el 40% de la carne de caballo en Japón proviene de animales importados, mayormente por la idea del ahorro del alto costo de la crianza de caballos. En 2019, Canadá proporcionó 71% de las importaciones de caballos vivos a Japón -en estadísticas que excluyen a los caballos purasangre para reproducción-, seguido por Francia con el 21%.
“Alrededor de 2016 y 2017, los japoneses comenzaron a llegar a Francia para investigar dónde podían comprar caballos”, advirtió Stéphanie Ghislain, autoridad de la ONG Eurogroup for Animals. “Una gran parte del comercio tiene su centro en la región del noroeste de Bretaña, y los animales viajan de Francia a Japón en avión”.
El ministerio de agricultura de Francia ha señalado que el transporte de animales vivos es una “gran preocupación”. Pero en un comunicado también indicó: “El aumento de la demanda en Japón de caballos franceses es una muestra de la excelencia de nuestra industria”.
Grupos activistas como la Coalición Canadiense para la Defensa de los Caballos se han manifestado desde hace años en contra de estos vuelos, que normalmente llevan de 90 a 110 caballos. Los manifestantes quieren prohibir la exportación de caballos vivos para sacrificar y también el consumo humano de carne de caballo en Canadá.
La Agencia de Inspección de Alimentos Canadiense (CFIA) declaró que sus agentes monitorean el cargamento de caballos para cada vuelo para “verificar que los caballos están sanos y que el transporte se hace humanamente”. Y afirmó que estaba al tanto de cinco muertes en los vuelos a Japón desde 2013.
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