Una nueva incursión de los rebeldes ugandeses de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) en una aldea del noreste de la República Democrática del Congo (RDC) ha dejado 11 muertos, que se suman a la treintena que este grupo ha asesinado en los últimos 5 días, según fuentes militares.
Los asesinatos se produjeron en el pueblo fronterizo con Uganda de Kamango, según confirmó a Efe el portavoz del Ejército congoleño, Mak Hazukay, cuando un grupo de rebeldes huía en desbandada.
“Por el momento, es difícil localizar a los miembros de las ADF. Están en estado salvaje y su modo de operación se ha vuelto muy complicado para nosotros, pero seguimos trabajando con la población para encontrar sus maniobras”, explicó Hazukay en conversación telefónica.
Otros 22 civiles fueron asesinados el sábado en la aldea de Ndombi, perteneciente al territorio de la localidad congoleña de Beni, donde también se encuentra Kamango, y otros seis civiles fueron asesinados el viernes en Rwangoma, en la ciudad de Beni.
El mando militar alega que esta milicia “está debilitada” gracias a la ofensiva lanzada el pasado 30 de octubre por los militares congoleños y la misión de la ONU en el país (Monusco).
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El ejército asegura haber desalojado los campamentos de las ADF en el llamado “triángulo de la muerte”, muy próximo a la frontera con Uganda, forzando a los ugandeses a replegarse. Además, informaron de que han matado a uno de los líderes del grupo, apodado “Mzee wa Kazi”, una muerte que varios expertos han considerado creíble.
Sin embargo, los ataques se han multiplicado, llegando a los 153 muertos en un solo mes -noviembre-, según la ONG local Centro de Estudios por la Promoción de la Paz, la Democracia y los Derechos Humanos (Cepadho).
El pasado mes, de hecho, cientos de personas saquearon la sede de la Monusco en Beni en protesta por su “pasividad” ante las incursiones letales de los rebeldes ugandeses.
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Las ADF empezaron su campaña violenta en 1996 en el oeste de Uganda, como contestación política al régimen del presidente ugandés, Yoweri Museveni, pero la presión militar forzó su repliegue a la frontera con la RDC, desde donde realizan incursiones frecuentes en Kivu del Norte, sobre todo para saqueos y lograr aprovisionamientos.
La región, situada en una zona montañosa de complicado acceso, permite a los rebeldes ocultarse con facilidad y escapar a las operaciones militares del Ejército congoleño y de la Monusco sobre el terreno.
A principios de los años 2000 tanto el ejército de Uganda como el congoleño casi consiguieron acabar con esta insurgencia, pero los rebeldes ugandeses no desaparecieron por completo, se reorganizaron y se empezaron a radicalizar, llegando a ser el grupo más letal de Kivu del Norte el año pasado.
En un informe publicado a finales de 2018 por el Grupo de Investigación sobre el Congo (CRG), un proyecto de investigación independiente con sede en la Universidad de Nueva York, se reveló que las ADF habían conseguido el año pasado financiación del grupo terrorista Estado Islámico (EI).
De hecho, el EI ha reivindicado ya varios ataques letales en esta zona de la RDC que estaban, en un principio, atribuidas al ADF, aunque este grupo ugandés no sigue el “modus operandi” de otros grupos yihadistas y no suele reivindicar sus ataques.
Además de esa violencia, Kivu del Norte -y las provincias vecinas de Ituri y Kivu del Sur- viven desde principios de agosto de 2018 el peor brote de ébola que ha experimentado el país y que ha causado ya 2.213 muertes (2.095 confirmadas en laboratorio) en 3.346 casos.
EFE
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