“Para concluir, permítanme decirles algo personal”, dijo la canciller de Alemania, Angela Merkel, en la noche del pasado 31 de diciembre durante su tradicional mensaje televisado de Año Nuevo. “Dentro de nueve meses se celebrarán elecciones parlamentarias, y no volveré a presentarme –afirmó Merkel, que tiene 66 años y lleva 15 en el poder–. Por tanto, con toda probabilidad hoy es la última vez que me dirijo a ustedes como canciller en un discurso de Año Nuevo”. El tono de su voz era firme y sereno, en su línea habitual, con cierta emoción contenida. Era su decimosexto mensaje de Año Nuevo.
María Paz López | La Vanguardia
Aunque la decisión de la democristiana Angela Merkel de no concurrir a nuevas elecciones es conocida desde que ella misma la anunció en octubre del 2018, su adiós ha sido largo. El previsiblemente último discurso de Año Nuevo puede considerarse un pistoletazo de salida metafórico para la carrera por su sucesión en este 2021, un decisivo superaño electoral trufado de citas con las urnas (seis de ellas de carácter regional), en el que se dirimirá el escenario político post-Merkel.
La pandemia, que la canciller evocó también en su discurso al hablar del 2020 (“nunca en los últimos 15 años habíamos tenido un año viejo tan difícil”), marcará la política, en brega con los rebrotes del virus. Alemania, el país europeo que mejor atravesó la primera ola de la pandemia, sufre ahora para contener la segunda.
La fecha clave es el 26 de septiembre, día de las elecciones generales, las primeras desde el 2005 sin Merkel en la liza. El nombre de quién la sustituirá como candidato a la cancillería por el bloque conservador (la democristiana CDU y su socia histórica, la socialcristiana CSU bávara) debe consensuarse entre ambas formaciones, pero antes de eso la CDU tiene que elegir a su nuevo líder. Motivo: su todavía hoy presidenta, Annegret Kramp-Karrenbauer, notificó en febrero del 2020 que renunciaría al cargo.
El nuevo presidente de los democristianos será elegido esta semana, los próximos viernes 15 y sábado 16, en un congreso digital, tras la cancelación el año pasado de dos congresos –uno presencial y otro híbrido– debido a la pandemia. “Se suponía que se elegiría rápidamente un nuevo líder, pero llegó el coronavirus y el partido fue aplazándolo; aparte de los desafíos logísticos, mucha gente en la CDU estaba preocupada por hacer demasiada política de partido mientras el mundo ardía”, diagnostica al respecto Marcel Dirsus, politólogo vinculado a la Universidad de Kiel.
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