El asesinato de Mohsen Fajrizadeh provocó una oleada de protestas en las que los sectores más radicales de Irán pidieron la retirada definitiva del país del acuerdo nuclear firmado en 2015 y la expulsión de los investigadores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) por «espías». El enfado en las calles llegó acompañado de la primera intervención del Líder Supremo, Alí Jamenei, que ordenó que los asesinos «sean castigados». El presidente, Hasán Rohani, señaló de nuevo a Israel, le acusó de querer «sembrar el caos» y anunció que la venganza llegará «en el momento apropiado». El Estado judío ordenó elevar las medidas de seguridad en todas las embajadas ante el riesgo de una posible represalia.
Jamenei y Rohani combinaron las palabras sobre la respuesta al asesinato del que era jefe del Departamento de investigación e innovación del Ministerio de Defensa con la importancia de seguir adelante con «el esfuerzo científico y técnico de este mártir en todos los ámbitos en los que estaba trabajando», declaró Jamenei. El presidente se mostró tranquilo en un discurso televisado en el que apuntó que «la nación iraní es demasiado inteligente como para caer en la trampa de la conspiración de los sionistas». El clérigo moderado, cuyo mandato expira en 2021, se comprometió a que la muerte de este experto «no perturbe» los avances científicos.
La respuesta de Teherán es la gran cuestión y analistas como Abbas Aslani, en declaraciones a Reuters, consideraron que «es inevitable la represalia porque si no hace nada la otra parte recibe el mensaje de que tiene vía libre para nuevos asesinatos, pero al mismo tiempo Irán debe ser cuidadoso para que esto no se convierta en una escalada sin control», que en este caso podría afectar a toda la región.
«Tanto si Irán decide vengarse, como si no lo hace, este asesinato complica los planes de Joe Biden de volver al pacto nuclear», escribió en las redes sociales el antiguo jefe de la inteligencia israelí y director del centro de estudios estratégicos Institute for National Security Studies (INSS), Amos Yadlin. Como ocurrió tras el asesinato del general Suleimani en Irak a comienzos de año, los iraníes responden a estas acciones para mantener su capacidad de persuasión. En aquella ocasión atacaron con misiles bases de Irak en las que había presencia de tropas estadounidenses, pero fue un ataque medido en el que no causaron bajas al enemigo. El ministro de Defensa, Amir Hatami, declaró a la televisión estatal que el asesinato del científico está «claramente vinculado» con el de Suleimani, que fue abatido por un dron.
Ahora todas las miradas apuntan al Estado judío y la mayor amenaza que recogen los medios israelíes son posibles acciones por parte de grupos como Hamás, desde Gaza, o Hizbolá, desde Líbano, ambos aliados de Teherán. En las calles de Teherán se vieron los primeros carteles con Fajrizadeh junto a Suleimani y Abu Mahdi Muhandis, cabecilla de las milicias chiíes de Irak, las tres figuras que han sido asesinadas en este 2020. Su presencia en estos carteles simboliza la importancia que tenía dentro del organigrama del programa atómico.
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