Los últimos meses han sido más convulsos de lo común para Alexei Navalny, el crítico más ferviente de Vladimir Putin en Rusia.
Por BBC
Este domingo, el opositor fue arrestado poco después de aterrizar en Moscú desde Alemania, cinco meses después de casi morir por un envenenamiento del que acusa a las autoridades rusas.
Tanto Estados Unidos como varios gobiernos europeos han exigido la liberación del opositor, aunque de momento Moscú rechaza las condenas internacionales al igual que cualquier tipo de implicación en su envenenamiento.
Navalny lleva más de una década destacando por sus críticas a las políticas de Putin y su campaña contra la corrupción que denuncia en Rusia.
A sus 44 años, el opositor reúne millones de seguidores rusos en redes sociales y consiguió que algunos de ellos fuesen elegidos para los concejos locales de Siberia en 2020.
Navalny insiste en que el partido Rusia Unida de Putin está lleno de «criminales y ladrones» y acusa al presidente de «chuparle la sangre a Rusia» a través de un «estado feudal» que concentra el poder en el Kremlin.
El crítico ha liderado protestas nacionales contra las autoridades, pero todavía no ha sido capaz de cumplir lo que, quizás, es su mayor sueño: desafiar a Putin en las urnas electorales.
Ya lo intentó en las elecciones presidenciales de 2018, pero su candidatura fue vetada después de que un tribunal ruso le condenara por malversación de fondos.
Navalny siempre ha negado vehementemente dichas acusaciones, y asegura que sus disputas legales son represalias del Kremlin por sus feroces críticas.
Sobreviviente de un envenenamiento
La batalla de Navalny contra Putin se ha vuelto intensamente personal. El opositor acusa al mandatario de haber ordenado a agentes del estado que le envenenaran, un atentado que casi le mata en agosto de 2020.
Navalny colapsó durante un vuelo sobre Siberia y fue llevado de emergencia a un hospital en Omsk, en el centro del país.
Luego cayó en coma, y una organización humanitaria con sede en Alemania persuadió a funcionarios rusos para que le permitieran trasladarle a Berlín y tratarle.
Días después, el 2 de septiembre, el gobierno alemán reveló que las pruebas realizadas mostraban «signos inequívocos» de envenenamiento por agente nervioso Novichok.
Se trata del mismo químico por el que casi mueren el exespía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia en Inglaterra en marzo de 2018.
El Kremlin ha negado cualquier rol en el ataque sufrido por Navalny, al que Putin siempre evita nombrar en público.
Pero el mandatario sí admitió que el Estado ha mantenido bajo vigilancia al opositor, alegando vínculos con espías estadounidenses.
A pesar de las negativas oficiales, el grupo de investigación periodístico Bellingcat ha publicado que el Servicio Federal de Seguridad (FSB, por sus siglas en inglés) sí ha perseguido a Navalny.
De hecho, Bellingcat nombró a los agentes que sospechaba que habían envenenado al político ruso.
En una ocasión, Navalny se hizo pasar por un alto funcionario de seguridad ruso por teléfono y grabó la confesión de uno de esos agentes.
En octubre, la Unión Europea impuso sanciones a seis altos funcionarios rusos y a un centro de investigación de armas químicas de Rusia, acusándolos de participación directa en el envenenamiento de Navalny.
Aquel atentado no ha sido el único sufrido por el opositor.
En 2019 se le diagnosticó «dermatitis de contacto» mientras estaba en la cárcel, y su médico indicó que podría haber estado expuesto a «algún agente tóxico».
También ha sido atacado dos veces con un tinte verde antiséptico conocido como «zelyonka» y sufrió quemaduras químicas en un ojo.
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