Personajes como Donald Trump y Hugo Chávez están en las antípodas ideológicas pero se parecen en el estilo. Ese estilo tiene un nombre: populismo. No es una ideología, es una manera de hacer política que se caracteriza por el personalismo del líder, que polariza, confronta, descalifica a sus oponentes y desprecia las reglas de la democracia. Es, a fin de cuentas, una advertencia de la historia.
Pedro Benítez –ALnavío
Corría el año 2003 cuando la oposición venezolana, congregada por ese entonces en la Coordinadora Democrática, intentaba activar un referéndum revocatorio previsto en la Constitución de 1999, a fin de recortar el mandato presidencial de Hugo Chávez. Aquel mecanismo se presentó como el medio democrático y pacífico para resolver la dura confrontación política en la que Venezuela estaba sumergida. Era una novedad constitucional que el propio Chávez había propuesto en su primera campaña electoral por la presidencia del país en 1998 con la promesa de que “si el pueblo no me quiere, a mitad del periodo presidencial me puede echar”.
Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral (CNE), ya entonces bajo su control, puso todo tipo de obstáculos y reparos contra aquel intento democrático. En esas lides destacó Jorge Rodríguez, uno de los cinco directivos del CNE. Luego fue vicepresidente ejecutivo de Chávez y, posteriormente, principal asesor y operador de Nicolás Maduro.
Entre los impedimentos y dificultades impuestos por el organismo electoral que se suponía debía facilitar la consulta, a Rodríguez se le ocurrió una norma de carácter “sobrevenida” para activarla, puesto que, alegó, no había reglamento que normara el procedimiento. Los interesados, es decir, la oposición, debían recoger un mínimo de 2,4 millones de firmas, el 20% del padrón electoral, para poder convocar el revocatorio.
El proceso debía ser público, es decir, en la calle. Esta circunstancia (también sobrevenida) fue usada por los grupos de civiles armados al servicio del gobierno para acosar, agredir y atemorizar a los participantes. Pero más allá de las dificultades físicas y seudolegales impuestas, lo que más pervirtió el proceso fue la retórica de Chávez. Desde su investidura como presidente amenazó, tergiversó los hechos, se burló de los firmantes, mintió abiertamente y aseguró que el revocatorio nunca ocurriría.
¿Qué tiene que ver Trump con Chávez?
En principio nada. Los objetivos políticos de uno están en las antípodas del otro. Trump es enemigo acérrimo del socialismo, amigo de la inversión privada, bajó impuestos, desreguló la economía y ha asumido el programa conservador estadounidense. Exactamente todo lo contrario de lo que Chávez le impuso a Venezuela.
Pero se parecen en una cosa: el estilo. El populismo no es una ideología, es un estilo de hacer política. Un estilo que se caracteriza por el personalismo del líder, que polariza, confronta, descalifica a sus oponentes y desprecia las reglas de la democracia. Sólo si gana es legítimo el resultado, si pierde es que hubo fraude. No puede ser de otra manera puesto que el pueblo (esencia del populismo) está con él.
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