El joven, muy popular y controversial presidente salvadoreño se está ubicando rápidamente en el mismo campo de Daniel Ortega y Nicolás Maduro. Los mismos a los que ha calificado de dictadores. Y, como no podía ser de otra manera, apoyado por los mismos aliados: China y Rusia. Esto gracias a su decisión de concentrar todo el poder institucional de El Salvador en su persona, apartándose así del grupo de las democracias.
Por Pedro Benítez- ALnavío
En el mundo actual, si usted quiere montar en su país un régimen personalista y autoritario, donde haga lo que quiera sin que le estén llevando la contraria, lo lógico es aliarse con las potencias mundiales representativas de todo lo contrario a la democracia moderna.
Es lo que el controversial y controvertido presidente de El Salvador, Nayib Bukele, está haciendo. Su ofensiva sobre las instituciones salvadoreñas creadas para controlar al Ejecutivo (es decir, a él) ha deteriorado las relaciones de su país con Estados Unidos y a su vez ha sido directamente proporcional a su acercamiento con los gobiernos de la República Popular China y la Federación de Rusia.
Las mismas dos potencias que, no por casualidad, han brindado respaldo a Nicolás Maduro, a cuyo régimen Bukele tanto ha criticado y condenado. Es más, en su condición de candidato presidencial agitó el tema Venezuela contra su predecesor, el expresidente Salvador Sánchez Cerén y su partido, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), cuyas simpatías por el chavismo son de vieja data.
Pero en lo que va de mes Bukele ha dado un giro completo. El pasado sábado 1 de mayo la recién elegida Asamblea Legislativa salvadoreña, donde sus partidarios y aliados son amplia mayoría desde febrero, destituyó en menos de una hora, y sin respetar los lapsos legales previamente establecidos, tanto al fiscal general, Raúl Melara (al que le quedaba un año en sus funciones), como a todos los miembros de la Sala de lo Constitucional.
Esta drástica movida causó un coro de críticas desde el gobierno de Estados Unidos a los voceros de la Unión Europea, pasando por la Organización de Estados Americanos (OEA) y Human Rights Watch.
El enviado de la Administración de Joe Biden para América Latina, Juan González, las resumió en una frase: “Así no se hace”.
Sin embargo, a Bukele nada de eso lo ha arredrado. Por el contrario, se dedicó por medio de su cuenta de Twitter a cuestionar a todos sus críticos y a refugiarse en el nada novedoso argumento de la soberanía nacional. Además, ha dejado claro que va por más con la poco original bandera: “Que se vayan todos”.
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