Durante décadas, el rico reino transfirió miles de millones de dólares en forma de ayuda a sus aliados o a los enemigos de sus enemigos, con el objetivo de garantizar su posición de potencia árabe y líder del mundo musulmán.
AFP
Una serie de actores regionales, desde Jordania hasta Egipto, pasando por Líbano, los Territorios Palestinos y Pakistán, han sido los principales beneficiarios de la ayuda saudita durante la última década, según la experta de Oriente Medio, Yasmine Farouk.
“En cambio, el doble impacto económico del coronavirus y los bajos precios del petróleo podrían llevar a Arabia Saudita a reestructurar y racionalizar su ayuda”, declaró Farouk, investigadora en el centro de reflexión Carnegie Endowment for International Peace.
Contrariado por sus rivales, Irán a la cabeza, pero también Turquía y Catar, el reino, que ya no puede gastar sin control, está reconsiderando su política y su búsqueda de supremacía regional.
Riad contribuyó con miles de millones de dólares a la reconstrucción de Líbano tras la guerra civil (1975-1990), pero se siente frustrado frente a su incapacidad para contener al poderoso movimiento chiita Hezbolá, que recibe el apoyo de Teherán.
“Arabia Saudita no continuará pagando las facturas del Hezbolá y los libaneses deben asumir su responsabilidad hacia su país”, comentó recientemente el columnista saudita Jaled al Suleiman para el diario progubernamental Okaz.
“Ya no es posible destinar miles de millones a Líbano un día y recibir insultos al siguiente”, escribió. “Esto ya no es compatible con la nueva política extranjera saudita, pues el dinero saudita no cae del cielo y no crece en el desierto”, añadió.
“La fiesta ha terminado”
Arabia Saudita también parece frustrada con Pakistán, que empujó a Riad a adoptar una posición firme sobre Cachemira y amenazó con llevar el asunto a foros musulmanes distintos a los controlados por el reino.
Tal amenaza desconcertó a Arabia Saudita, que alberga los sitios más sagrados del islam y se considera como el líder natural del mundo musulmán.
El reino retuvo recientemente 1.000 millones de dólares de un préstamo de 3.000 millones a Pakistán, con problemas de liquidez, y no renovó una línea de crédito petrolero de varios miles de millones de dólares, indicó una fuente diplomática a la AFP.
“La fiesta ha terminado, y Pakistán debe aportar valor a esta relación. Ya no se trata de una comida gratis o de una calle de un solo sentido”, tuiteó Ali Shihabi, autor y analista saudita.
Los lazos entre Riad e Islamabad siempre fueron “muy cordiales”, pero la relación era desequilibrada, estimó un miembro de la familia real saudita.
El desequilibrio “solo ha beneficiado a una parte y esta parte es Pakistán”, tuiteó el príncipe Talal bin Mohamed al Fayçal.
“Aliados ingratos”
Pakistán y Egipto, otro aliado que recibió miles de millones de Riad, rechazaron la petición saudita de tropas terrestres para apoyar su campaña militar en Yemen contra los rebeldes hutíes, respaldados por Irán.
En una grabación que se filtró en 2015, el presidente egipcio Abdel Fatal al Sisi habría declarado, con un tono de burla, que en países del Golfo, entre ellos Arabia Saudita, el dinero era “como arroz”.
En 2018, el presidente estadounidense Donald Trump repitió esta observación cuando presentó en el Despacho Oval una tabla en la que se enumeraba el material militar comprado por Riad por miles de millones de dólares.
“Tomen su dinero”, declaró al año siguiente en televisión a propósito de Arabia Saudita.
Los sauditas están cada vez más resentidos con sus aliados “ingratos”, observó Yasmine Farouk.
Quienes tradicionalmente contaron con la generosidad de Arabia Saudita, en especial Jordania, Líbano y los Territorios Palestinos, ya vieron “las ayudas congeladas, reducidas o cortadas”, añadió.
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