Antes de dejar la Casa Blanca, Joe Biden, que no tuvo a Cuba en su agenda de prioridades durante el mandato, se aseguró de firmar una ley bautizada como En Estados Unidos no se reconocen marcas robadas. La norma, calificada por funcionarios de La Habana como “agresiva”, desconoce y prohíbe el uso de marcas comerciales confiscadas a miles de ciudadanos cubanos por Fidel Castro a inicios de los años sesenta y despeja el camino a compañías como Bacardí -actual dueña del ron Havana Club, que se distribuye en Estados Unidos- en la batalla legal que desde hace décadas libra contra Cuba por la reconocida marca.
Por El País
Dos dueños y una misma marca están involucrados en el litigio comercial y político que sigue situando al ron cubano, y a Cuba misma, en el mapa de Guerra Fría. En X, una página con las más folclóricas fotos de mulatos cubanos anuncia que se trata de la “cuenta oficial” del Ron Havana Club. En esa red social convive además otra cuenta del mismo ron, con diferente botella y etiquetado, pero que asegura ser el “real” Havana Club. El primero es un ron nacional, el segundo es un ron exiliado. El primero hecho en Cuba, el segundo, en Puerto Rico. El primero, representado por la estatal Cubaexport. El segundo, por Bacardí.
Cuál de los dos es más cubano, cuál el original o cuál debe comercializarse internacionalmente son algunas de las preguntas que rodean la querella. Ahora la Administración de Biden cierra las puertas al Gobierno de La Habana para disponer con ciertas marcas en territorio estadounidense. La Ley H.R. 1505, aprobada ampliamente en el Congreso, deja claro que prohíbe el “reconocimiento por los tribunales de Estados Unidos de ciertos derechos relativos a determinadas marcas o nombres comerciales”, a menos que el propietario original haya otorgado su consentimiento.
Un duelo de rones
En solo nueve años, según una versión ampliamente difundida, Fidel Castro y el Gobierno implantado en 1959 confiscaron o nacionalizaron miles de propiedades a ciudadanos cubanos que, en su mayoría, luego terminaron en el exilio. Aunque muchos son los nombres de dueños de empresas de transporte, de construcción, inmobiliarias, bancos o grandes extensiones de tierras expropiadas, el de la familia Arechabala, creadora del ron Havana Club, ha sido siempre uno de los más vilipendiados.
El ron que hoy está en la mira de dos empresas comercializadoras fue creado en 1934 en la destilería La Vizcaya, de José Arechabala, un empresario español que llegó a Cuba en su adolescencia y se estableció en la provincia de Matanzas. Durante los primeros años de la Revolución, Castro despojó a la familia de sus bienes y José terminó como vendedor de autos en Estados Unidos.
En Cuba el ron Havana Club siguió produciéndose y comercializándose. En 1993 el Estado cubano, con Cubaexport, se unió al Grupo Francés Pernod Ricard para introducir la marca cubana en el mercado internacional, excepto en Estados Unidos, donde el bloqueo comercial impide, sobre el papel, la venta del producto.
Pero el mercado estadounidense no ha dejado de comercializar el que es considerado uno de los rones de mayor renombre en la coctelería mundial. Se cuenta que José Arechabala nunca más se dedicó al negocio del ron, pero se aseguró de cargar con la receta original al salir de la isla, un ron que requiere un proceso de añejamiento particularmente largo y detallado. En 1994, la familia Arechabala vendió la marca con la receta original a la Bacardí, que desde entonces lo produce en Puerto Rico.
Así comienza una historia de dos dueños, de rones, de política y de exilio. Más de una vez la familia Arechabala ha dicho que solo ellos son los responsables de la receta que ha sido “robada” por el Estado cubano. Desde la Isla insisten en que son los verdaderos propietarios en el mundo y que el ron Havana Club original es el que se produce en Cuba y no en Puerto Rico.
Las disputas legales en territorio estadounidense se remontan al año 1976, cuando Cubaexport registró la marca Havana Club en ese país. Luego no fue fácil su renovación debido a las restricciones impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC). No fue hasta 2016 cuando la Oficina de Patentes y Marcas (PTO) otorgó una vez más la licencia a Cubaexport. En 2004, no obstante, Bacardí demandó a Cubaexport en Washington luego de que la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos se negara a cancelar la marca. Cubaexport, por su parte, impuso una contrademanda a Bacardí por infracción. En 2023, la Corte de Apelaciones del Cuarto Circuito falló a favor de Bacardí.
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