Un venezolano que vende pasteles en San José, municipio de Santa Catarina en Brasil, fue sorprendido por un policía militar. Rodnney Gonzales estaba con sus hijas cuando se le acercó el efectivo, quien compró todos los pasteles que tenía el venezolano a la venta, a pesar de que era intolerante a la lactosa. Alguien que pasaba por la calle vio la escena, tomó una foto y la imagen se volvió viral en las redes sociales.
Por: G1 Globo
Traducción libre del portugués por lapatillla.com
“Estaba llevando a cabo un trabajo policial fijo y noté que el chico con las niñas estaba allí un sábado soleado vendiendo sus pasteles. La calle estaba desierta. Me di cuenta de que en este desierto, le tomaría un tiempo venderlo todo y volver a casa para descansar con las niñas. Así que decidí comprar todos los pasteles”, dijo el soldado de la Policía Militar Gustavo Rangel.
Rodnney, sus tres hijas y su esposa aterrizaron en Florianópolis en enero de este año. En septiembre de 2018 abandonaron Caracas, porque carecían de dinero incluso para comida y fueron a Boa Vista, donde vivían en la calle.
“Tuve que vender cosas de la casa, la televisión, la nevera, para completar y comprar medicamentos o para completar y comprar comida. Vinimos aquí. No sabíamos qué era Santa Catarina. Era una cosa de Dios, algo del destino”, dijo Rodnney.
Tiene un título universitario en ciencias de la computación y está teniendo dificultades para encontrar un trabajo. Para pagar el alquiler y comprar comida, recordó los días de Roraima, cuando sobrevivieron vendiendo pasteles. Ahora todos los días se para frente a un centro comercial en San José vendiendo dulces.
“Luego le pregunté sobre el pastel, dijo que tenía sabor a chocolate. También pregunté el precio, era de 5 reales (poco más de un dólar americano). Me preguntó cuántos iba a llevar. Le dije: ‘Me los llevaré a todos’. Luego se sorprendieron, las niñas quedaron asombradas y fue muy agradable haber visto su sonrisa allí al verme comprar todos los pasteles. Haciendo lo que hice, creo que no merezco crédito ni recompensa”, recordó Rangel que tomó once pequeños envases con pasteles.
“Aquí hay un brasileño con un gran corazón. Es una persona increíble”, respondió el venezolano.
En busca de oportunidad
Todos los ingresos familiares provienen de esos pasteles, un poco más de 1,200 reales por mes. Solo el alquiler, en San José, cuesta 1,000 reales. La escuela donde estudian dos de sus hijas también ayuda con donaciones.
“Inscribí a sus hijos. Raramente he visto a un padre tan considerado. Y comenzamos a acompañar a esta familia y vimos que realmente necesitaba un trabajo, los niños necesitaban ayuda. Una maestra hizo una campaña especial para esta familia, recogió mucho, y se los llevó”, dijo la asistente de educación Leliane Zanette.
Esta semana, Rodnney y su esposa estuvieron caminando por las calles del centro de Florianópolis entregando currículos. Incluso hizo una tarjeta que distribuye, ofreciendo servicios como reparación, formateo, copias de seguridad, instalación de software e instalación de cámaras de seguridad.
“Sé que tengo que pelear, pero también creo que Dios me dará este trabajo y sé cuándo es el momento adecuado para mí”, dijo Rodnney.