El nombre y el apellido del próximo presidente de EE.UU. dependían este jueves del recuento de un puñado de votos y de una batalla legal. Joe Biden y su campaña miraban con optimismo la evolución del escrutinio en los cinco estados que quedaban por definir: Pensilvania, Arizona, Nevada, Georgia y Carolina del Norte. Donald Trump y su campaña, por su lado, ante una tendencia de recuento que les llevaba en la dirección de la derrota, trataban de empantanar el recuento con demandas, impugnaciones, exigencias de que se parara el escrutinio y acusaciones de fraude sin respaldo de evidencias. Pero Trump, pese a ello, seguía manteniendo opciones para conservar la Casa Blanca.
Cualquier resultado era posible, pero con más caminos hacia la victoria abiertos para Biden, que este jueves seguía desde su residencia en Wilmington (Delaware) la evolución de los resultados. Después de haber confirmado su triunfo en Michigan y Wisconsin en la víspera, una victoria en Arizona y Nevada eran suficientes para que el candidato demócrata llegara a los 270 electores (los compromisarios que reparten los estados y que eligen al presidente) necesarios para conseguir la presidencia.
Arizona era, para algunos, una batalla decidida en la madrugada del miércoles. Los equipos de medición electoral de grandes medios con diferentes líneas editoriales -la agencia AP, Fox News, ‘The Wall Street Journal’, ‘Politico’- dieron como ganador a Biden en este estado, después de que el candidato demócrata sacara una ventaja de más de 120.000 votos con un 80% del escrutinio. Pero con el avance, a paso de tortuga, del recuento en este estado, Trump redujo la diferencia de forma considerable. A esta hora (tarde de jueves en EE.UU) la diferencia con el 86% de los sufragios escrutados era de solo 69.000 votos para Biden. Los demócratas han mostrado optimismo en que lo que queda por contar les favorece, pero la campaña de Trump cree que todavía puede remontar.
Pensilvania decide
La victoria en Arizona era suficiente para la candidatura demócrata siempre que otro estado del Oeste que queda por decidirse, Nevada, caiga también de su lado. Es un estado que Hillary Clinton y Barak Obama ganaron para los demócratas en las anteriores tres elecciones, pero que Trump ha conseguido poner en juego. En los últimos días de su campaña, en el ‘blitz’ frenético con visitas de hasta cinco estados por día, pasó por aquí a ganarse apoyos. Hoy, la diferencia a favor de Biden había aumentado ligeramente hasta los casi 11.000 votos, pero todavía se estimaba que quedaban unos 150.000 por contarse. De ellos, Trump tendría que ganar entre el 52% y el 54% para dar la vuelta a la tortilla. No lo tendrá fácil, porque mucho de lo que queda por contar es voto por correo, según aseguraron ayer las autoridades locales, que también apuntaron que el recuento no acabaría hasta este fin de semana.
Nada de esto importaba si llegaba un resultado favorable a Biden desde la otra punta del país. En Pensilvania continuaba un recuento interminable, pero decisivo. Aquí Trump llegó a tener ventajas de más de medio millón de votos. Se sabía que con el recuento del voto por correo -2,5 millones de ciudadanos de Pensilvania eligieron la vía postal-, que se contaba al final, las fuerzas se igualarían. En la tarde de hoy, con el 92% escrutado, Trump tenía el 50,2% de los votos, frente al 48,5% de Biden, una diferencia de apenas 110.000 papeletas. Buena parte de ellas se contaban el en centro de convenciones de Filadelfia, un complejo enorme que fue inundado con cientos de miles de votos por correo emitidos en la mayor ciudad del estado. En las afueras se han producido manifestaciones de ambos bandos, con grupos izquierdistas exigiendo que se cuente hasta el último voto y partidarios de Trump repitiendo las acusaciones de fraude del presidente.
Las autoridades locales aseguraban que el escrutinio podría avanzar lo suficiente como para que se conociera el ganador en la noche de ayer. Así lo aseguró la secretaria de Estado de Pensilvania, Kathy Boockvar, en una entrevista con CNN. «Creo que sin duda podríamos», dijo sobre un recuento que se preveía que acabara durante el día de mañana.
Trump no podía permitirse una derrota en este estado. Ninguna combinación le permitía ganar la elección si Biden ganaba aquí. Al cierre de esta edición, se calculaba que quedaban por contar algo más de 300.000 votos en Pensilvania. El ex vicepresidente con Barack Obama necesitaría ganar alrededor del 66% de los que contaba con ganar. Era posible que consiguiera llegar a esa cota, pero no estaba decidido.
Más opciones para Biden
El candidato demócrata tenía otras opciones abiertas, en el caso de no poder remontar en Pensilvania o de que Arizona acabara cayendo del lado republicano. Una de ellas estaba en un estado sureño, Georgia, donde este jueves estaba casi todo el voto contado, con un 98% del escrutinio. La diferencia a favor de Trump era de poco más de 12.000 votos y lo que quedaba por contar -unos 50.000 votos- podría beneficiar a Biden. Pero quizá no con el margen suficiente como para remontar.
También quedaba en disputa Carolina del Norte, donde la diferencia a favor de Trump es más amplia -unos 77.000 votos con el escrutinio al 95%-, pero las autoridades estatales advirtieron que el recuento no se finalizará hasta el próximo jueves 12 de noviembre.
Fuera de Carolina del Norte, la aritmética para Trump era sencilla. Necesitaba conservar su ventaja en Pensilvania y ganar en Georgia y Arizona o en Georgia y Nevada. Si perdía Georgia, aunque ganara en Nevada y Arizona, el resultado no sería suficiente. Ni para él ni para Biden, ya que en esa última combinación los candidatos empatarían a 269 electores. La decisión, en ese caso, correspondería a la Cámara de Representantes, que seguirá bajo dominio de los demócratas, que han perdido peso en la cámara baja en esta elección a pesar de conservar la mayoría. Pero no se elige por la mayoría de sus miembros, sino que cada delegación de cada estado tiene un voto. En ese escenario, los republicanos tendrían ventaja.