El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, declaró el martes que su país ha recibido algunas de las armas nucleares tácticas de Rusia y advirtió que no dudará en ordenar su uso en caso de un ataque contra su país.
Las temerarias palabras del dictador bielorruso contradicen declaraciones previas del presidente ruso Vladimir Putin, quien afirmó que las armas nucleares rusas serían desplegadas el mes entrante en Bielorrusia y subrayó que permanecerán bajo el control exclusivo de Moscú.
A principios de año, Putin anunció el despliegue previsto de armas nucleares de corto alcance en el país vecino y aliado de Moscú en una maniobra considerada ampliamente como una advertencia hacia Occidente, que ha incrementado su apoyo militar a Ucrania.
Durante su reunión del viernes con Lukashenko, Putin dijo que la construcción de las instalaciones para las armas podrían ser completadas para el 7-8 de julio, y que se les trasladarían a territorio bielorruso rápidamente.
Lukasehnko dijo el martes que “todo esta listo” para el despliegue de las armas rusas y agregó que “sólo nos tomara pocos días para recibir lo que hemos pedido e incluso un poco más”.
Cuando le preguntaron después en un programa de la televisión rusa si Bielorrusia ya había recibido algunas de las armas, Lukashenko respondió con cierto recato: “No todas, poco a poco”.
“Hemos recibido los misiles y bombas de Rusia”, dijo, y agregó que las armas nucleares rusas que serán desplegadas en su país son tres veces mas poderosas que las bombas atómicas que Estados Unidos arrojó sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945.
“Dios no quiera que tenga que tomar una decisión de utilizar esas armas hoy, pero no habrá reparos si enfrentamos una agresión”, dijo Lukashenko, conocido por sus comentarios beligerantes, según declaraciones recogidas antes por la agencia estatal noticias BeITA.
En declaraciones posteriores el martes transmitidas por la televisión estatal rusa, Lukashenko aclaró que consultará con Putin antes de utilizar cualquiera de las armas.
Amenaza de Medvédev
Un estrecho aliado de Putin afirmó este miércoles que no hay razón para que Moscú no destruya los cables de comunicación submarinos de sus enemigos, dada la presunta complicidad occidental en las explosiones del gasoducto Nord Stream.
El 26 de septiembre se registró una brusca caída de presión en ambos gasoductos y los sismólogos detectaron explosiones, lo que desató una oleada de especulaciones sobre un sabotaje a uno de los corredores energéticos más importantes de Rusia.
Aún no está claro qué ocurrió exactamente y los países occidentales han negado su implicación. Algunos responsables estadounidenses y europeos sugirieron inicialmente que Rusia era culpable de la voladura de su propio oleoducto, una interpretación tachada de idiota por el presidente Vladimir Putin.
En los últimos meses, periódicos estadounidenses como The Washington Post, The New York Times y The Wall Street Journal han informado de que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) conocía un complot ucraniano para atacar los oleoductos. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha negado que Ucrania los atacara.
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