La jornada de protestas ayer acabó con 114 personas asesinadas por militares y policías en 44 ciudades del país. Entre las víctimas habría seis menores, incluso un niño de cinco años.
«Mi hijo está muerto», gritaba el sábado por la tarde un padre desde el asiento trasero de un coche que iba camino del hospital de Mandalay, la cuarta ciudad más grande de Birmania. En brazos llevaba el cadáver de su hijo de 13 años. Un soldado le había disparado en el cuello.
Unas horas después, también en Mandalay, los militares abrieron fuego contra un grupo de manifestantes en el distrito de Min Te Ei Kin. Una bala golpeó el pecho de Aye Ko, un hombre de 40 años, con cuatro hijos, que se ganaba la vida vendiendo botellas de arroz gelatinoso. Según relata el diario Myanmar Now, los soldados recogieron a Ayle Ko, herido en el suelo tras el disparo, y lo tumbaron sobre la pila de neumáticos en llamas que los vecinos habían colocado como barricadas para intentar frenar el paso de los militares.
«¡Ayúdame, madre!», gritaba Ayle Ko mientras su cuerpo ardía, según cuentan algunos testigos, que han subido este domingo varias fotos a Facebook mostrando los restos carbonizados del hombre. Más imágenes de fuego se han visto este mediodía en Mandalay, cuando varios soldados han quemado residencias del municipio de Pyigyidagun mientras entraban en las casas y detenían a personas que habían participado en las protestas del sábado contra la Junta militar que dio el golpe de Estado el pasado 1 de febrero, derrocando a un gobierno electo en las urnas. Cerca de 300 personas han perdido sus casas por el incendio.
La jornada de protestas del sábado acabó con 114 personas asesinadas por militares y policías en 44 ciudades de Birmania. Entre las víctimas habría seis menores, incluso un niño de cinco años. El domingo comenzó con más tiros contra un grupo de personas que estaban celebrando en la ciudad de Bago el funeral de Thae Maung Maung, un chico de 20 años que recibió ayer un disparo en la cabeza. En otra ciudad, Monywa, una enfermera llamada Thinzar Hein, también de 20 años, ha sido asesinada. Mientras atendía a dos manifestantes heridos, un coche con soldados se ha detenido frente a la enfermera y uno de ellos le ha disparado un tiro en la espalda.
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