La falta de suministro de oxígeno y la desconfianza de la población con la junta militar agrava la situación de la covid-19 en Birmania que sufre un grave rebrote mientras el sistema sanitario se encuentra al límite.
Al fuerte rebrote del virus a lo largo de todo el país, sumido en una profunda crisis política desde el golpe de Estado militar del 1 de febrero, se suma el colapso del sistema sanitario por las huelgas de médicos y enfermeros en rechazo del mando castrense y la desconfianza de la población con el régimen, que ha disparado a matar contra los ciudadanos.
Al igual que en otros países de la zona, la fuerza de la variante delta ha puesto a las autoridades sanitarias al límite, con más de 7.000 casos registrados el miércoles, cuando a principios de mayo apenas se llegaba a medio centenar al día, con el inconveniente añadido de la lenta campaña de vacunación.
La carencia de oxígeno, desmentida hace días por el jefe de la junta militar, el general Min Aung Hlaing, fue reconocida este jueves por el diario oficialista The Global New Light of Myanmar, ahora controlado por el Ejército, al hacerse eco de informaciones sobre la falta de suministro en la ciudad de Kalay, en el norte del país.
Dos días antes, el general Zaw Min Tun, portavoz de la junta militar, admitía en declaraciones recogidas por The Irrawaddy que los hospitales, las clínicas y los centros de cuarentena están llenos y que se admite el ingreso de nuevos pacientes en función de su gravedad.
RESTRICCIONES A LA COMPRA DE OXÍGENO
La alarmante escasez de oxígeno médico ha obligado al régimen militar a prohibir su venta a ciudadanos particulares ante el temor de que algunos decidan comprarlo para almacenarlo y tenerlo disponible en caso de necesidad.
«Hemos pedido a proveedores privados de oxígeno que suministren a hospitales y clínicas y no individuos», afirmó el general Min Tun.
Sin embargo, algunas voces acusan al régimen de causar más muertes con estas restricciones, que ralentizan el llenado de tanques e impiden que se atienda a personas en estado grave.
«Ni siquiera rellenan oxígeno para uso de emergencia en ambulancias, así que hemos parado el servicio», relató a The Irrawaddy un trabajador de una oenegé que describió el caso de un paciente el que llevaron a varios hospitales de Rangún, la mayor ciudad, sin éxito hasta que tuvieron que llevarlo de vuelta a casa y murió al día siguiente.
Los crematorios en Rangún, la mayor ciudad de Birmania (Myanmar), se están viendo desbordados ante el aumento de los fallecimientos por la covid-19, con más de 700 cuerpos incinerados en un solo día el martes, según los medios locales, en una ciudad donde la media era de 40 funerales al día antes de esta oleada de coronavirus.
FRONTERA CERRADA
A estos problemas se suma la dificultad para importar material médico por el cierre del tráfico de mercancías en la frontera decretado el pasado 8 de julio por las autoridades chinas, temerosas de que la ola de Birmania se expanda a su territorio.
Aunque las autoridades chinas aseguran que el cierre no afecta al comercio de material médico, el periódico digital Myanmar Now indicó que el tránsito de camiones con mascarillas y gel desinfectante ha sido detenido.
«Desde el cierre de las fronteras no se puede comerciar nada. No hay instrucciones oficiales para la importación de material médico», aseguró a este medio el director de una compañía de transporte.
RESPUESTA INTERNACIONAL
La grave situación sanitaria y las dificultades de la junta militar para gestionarla hicieron que el relator especial de Naciones Unidas para los derechos humanos en Birmania, Tom Andrews, a pedir una respuesta internacional de emergencia.
El representante de la ONU reclamó este jueves la ayuda de la comunidad internacional para establecer un organismo políticamente neutral que coordine la respuesta contra la pandemia y en el que «los birmanos puedan confiar» porque la junta «carece de los recursos, la capacidad y la legitimidad».
«La crisis en Birmania es particularmente letal por la desconfianza generalizada hacia la junta militar», recalcó Andrews en un comunicado.
Andrews advirtió que la ola de Birmania corre el riesgo de fortalecerse en el país y convertirse en un «grave riesgo» de propagación hacia los países vecinos.
Birmania registró el miércoles 7.083 nuevos contagios diarios y 145 muertos, lo que eleva el total desde el inicio de la pandemia a 208.357 casos, incluidos 4181 fallecidos. EFE
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