El mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, juramentó este miércoles al senador Ciro Nogueira como ministro de la Presidencia, el cargo más importante del Gobierno, y selló así su nueva alianza con la derecha moderada que controla el Parlamento.
EFE
«La llegada de Ciro Nogueira al Gobierno es una demostración de que queremos profundizar nuestra relación con el Congreso», pues «Ejecutivo y Legislativo deben ser un solo poder», declaró el líder de la ultraderecha, hasta ahora rechazado por muchas de esas fuerzas más moderadas que representa el nuevo ministro.
Nogueira, a su turno, reconoció que asume el cargo más influyente del Gobierno en un momento de «dificultades, radicalización y tantas críticas» y cuando «el mundo está difícil, la economía, la realidad, las personas, Brasil y la política están difíciles».
En un mensaje distante del radicalismo que suele guiar al propio Bolsonaro, Nogueira dijo que «no existen un vocabulario de izquierda y otro derecha», sino «los problemas que Brasil tiene que enfrentar» y resolver por el bien de toda la sociedad.
También señaló que una de las misiones del Gobierno ahora es «llevar al país a las elecciones» previstas para octubre del 2022 y hacerlo «de forma correcta», sin alusión alguna a las dudas que el propio Bolsonaro ha sembrado en torno al sistema electrónico de voto que tiene el país, que según el gobernante propicia los fraudes.
Nogueira sustituye en el cargo al general de la reserva Luiz Eduardo Ramos, quien pasó a ocupar la Secretaría de la Presidencia en lugar de Onyx Lorenzoni, quien a su vez se ha hecho cargo del Ministerio de Trabajo, que había desaparecido y Bolsonaro decidió reinstaurar en medio de esta nueva reforma del gabinete.
Desde su nueva posición, Nogueira controlará todos los resortes del poder, pues su cargo es una suerte de jefatura de gabinete que tiene influencia directa en el resto de los ministerios.
Nogueira preside el Partido Progresista (PP), una de las fuerzas más influyentes del llamado «centrón», un grupo variopinto de formaciones de centro y derecha que controla el Parlamento desde hace tres décadas y que desde entonces ha participado en todos los gobiernos que ha tenido el país, incluidos los más progresistas.
Los partidos del «centrón» garantizaron en diferentes momentos la gobernabilidad durante las gestiones de los expresidentes Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) y Dilma Rousseff (2011-2016), y también fueron claves en la caída de esta última, a la que abandonaron para apoyar su destitución.
Cuando Bolsonaro asumió el poder, en enero de 2019, lo hizo sin contar con ese grupo, al que calificaba de «vieja política» y hasta asociaba a la corrupción, pero a mediados del año pasado, cuando su popularidad comenzó a caer, cedió y le comenzó a ofrecer espacios en el Gobierno.
El principal objetivo del mandatario con ese movimiento, admitido públicamente por algunos miembros del Gobierno, fue cerrarle el paso a unos 120 pedidos de destitución intentados por la oposición en la Cámara de Diputados, que decide sobre el asunto y está controlada por el «centrón».
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